jueves, 30 de enero de 2014

INTICHA Y PISACCA

Foto: Ambar Gavilán Meza


Cerca del pueblo SANQUIMAYO, cuyos vocablos quechuas relacionan al fruto silvestre llamado SANQUI Y MAYO al  río, infaltables a más de 3500 m.s.n.m. Habitaba en una choza elaborada con piedras, tallos de Sanqui e ichu INTI, tenía aproximadamente veinte años,de color cobrizo, parco, con un profundo amor a la naturaleza,su compañía era un animal bastante pequeño, cuyo color a la tierra o piedras le permite camuflarse entre los cerros, semejante a un polluelo; las diferencias estaban en su cabecita, pico y patas alargadas, que le daban un aire femenino.
 La choza se ubicaba en las faldas del cerro, al costado de un corral de vacas y carneros, al fondo el río Sonconche, peligroso en los meses de diciembre a abril. Empezaba el día, Inti iba con los animales hacia la pampa, que se divisa cuando terminan los cerros. Pocos minutos antes había compartido el desayuno con PISACCA, no volvería hasta la tarde, encargándole las labores del hogar, fundamentalmente la comida y así almorzar y cenar juntos antes de presenciar e espectáculo más maravilloso de la tierra, “EL CREPÚSCULO”. Pisacca vestía con una mantita roja sobre su espalda, bajaba al río todos los días y en su piquito cargaba agua en un baldecito acondicionado especialmente para su fortaleza, limpiaba lo que había en casa. La madre de Inti, doña Urpiana, visitaba la choza los fines de mes, indagaba sobre la crianza, traía sal, chancaca, choclo, maíz tostado desde el pueblo de Sonconche para después volverse con el charqui o algún abierto.
     En una de sus visitas descubre a Pisacca, la indefensa ave que se ve despojada de su manto rojo, después muerta para preparar un riquísimo caldo al estilo de su pueblo (con el infaltable maíz pelado). Al volver de pastar sus animales Inti, muy preocupado preguntó a su mamá dónde estaba Pisacca. Doña Urpiana que se mostraba alegre por haber preparado el potaje responde:
 - He hecho caldo ¡pela! como a ti te gosta hijo...
Foto: Ambar Gavilán
     El joven, no pudo contener su tristeza, lejos de recriminar a su madre, salió de la choza miró al río y se puso a llorar, no quiso comer el delicioso plato que se encontraba al costado de la casa, sobre una piedra, sólo pensó en coger el hueso más largo de su amigo, el pequeño animal, para luego elaborar una quena.
     Al primer toque resultó una melodía muy hermosa con tono a Yaraví; abandonó la estancia, se echó a andar cuesta abajo. Camino a Uchumiscca. En el camino dos zorras alertadas por el sonido de la quena conversaban: “Qué bonito toca su música ese joven”, respondiendo la otra: “sí, vamos a decirle que nos preste” .Las astutas zorrras se convirtieron en dos hermosas mujeres y fueron al encuentro de Inti, quien no dejaba de tocar por todo el camino, pensando llegar al pueblo del Ingenio. Al acercársele lo saludaron muy atentamente, alabándole y diciéndole que la melodía que él tocaba nunca se había oído por todo el verde valle de Sonconche, pidiéndole una de ellas la achinada:
_ Préstame tu quena.
Inmediatamente, Inti dio respuesta
_ No señoritas, pensó un pequeño segundo - no puedo prestar mi quena a quien no conozco - No había terminado de hablar cuando le dijeron:
-  Somos profesoras de Palco, hemos venido a recoger flores de Ccantu.
Accedió el joven a entregarles por un momento e hueso de Pisacca con manos no firmes, temblorosas como dudando; las zorras ni bien tuvieron el instrumento  en las manos se echaron a correr a una cueva al oeste del camino, a unos doscientos metros. Inti muy desesperado persiguió a las hábiles mentirosas, quienes ya habían vuelto a convertirse en ágiles zorras.
Al identificar el escondite mediante el rastro, el joven, muy cansado tiende su poncho  se sienta reposando su cabeza sobre una piedra, retoma su ejercicio mental, Después de dos horas de descanso pensó que se encontraba solo, no quería abandonar el lugar pues eso significaría perder su quena. Ya en la oscuridad baja al río a beber las diáfanas aguas que reflejaban su silueta, al fondo divisaba la luna, cuando en ese momento, como cómplice de la noche, una chiririnca, aquél animal negro y verde parecido a un moscón que hace su aparición ni bien llega la muerte, haciendo un poco de ruido se presenta. Le plantea que se haga el muerto en la puerta de la cueva, que ella aparecería a rondar su cuerpo.
_ Así las zorras  pensarán que estás muerto. 
Intincha, que así lo llamaban en Sonconche, le agradeció la genial idea.
– Gracias hermanita. Tal vez sea mejor quedarme ahicito  eternamente.
No bien amanecía en el lugar pactado, se encontraba el joven inerte, con el sol que aparecía en el abra de aquillane, vino la chiririnca a rondar el cuerpo de Intincha.
Una de las zorras, al escuchar el ruido de animal negro que volaba sobre la cabeza del músico, comunicó a la otra la fatal noticia. Se acercaron al supuesto cadáver:
_ Pobrecito, murió de pena.
Tocándole su boca también decían:
_ Cómo tocaba su quena por esta boquita.
Una de ellas llegó a tocarlo con sus labios, reaccionando Inti a la velocidad del rayo, cogiendo la quena hecha del hueso de Pisacca, brotando la alegría como el agua en el puquial. Las zorras, asustadas volvieron a su escondite. El plan elaborado por la chiririnca fue exitoso,el insecto que muchas veces observa la lucha entre la vida y la muerte, experiencia obtenida para vencer a las zorras, estaba feliz.
 Momentos después la mosca fatal le pregunta a Inti_ ¿A dónde te diriges? _ Inti le contestó: _ Voy hacia la costa con la pena de dejar los cerros, los ríos y las aves.Siento que por un tiempo no podré compartir la vida con mis animales, también comprendo amiga, algún día nos encontraremos y tu plan será real, ya no una simple treta_ La chiririnca haciendo un poco de filosofía: _ Es verdad, hoy estoy en Sonconche, voy viajando al pueblo de Ocaña, pués ahí donde se acaba la vida compartiré la muerte.


Relatos Sonconchinos,( La Pacccha 1997)


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