jueves, 27 de febrero de 2014

MANUEL SCORZA


LA EPOPEYA CAMPESINA

Estamos seguros que -  junto a Juan Gonzalo Rosé y Alejandro Rumualdo - Scorza representa esa inmortal voz que canta a la verdad de un compromiso inquebrantable:
"Yo respondo:
por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un
muro de olas negras.
¿Iba a ser la Poesía
una solitaria columna de rocío?
Tenía que ser un relámpago
perpetuo"

Universitario, exiliado y militante
Manuel Scorza nació en Lima el 9 de septiembre de 1928. Luego de vivir en Acoria, Huancavelica, por algunos años, regresó para terminar su educación elemental en el Colegio Militar Leoncio Prado. En 1945 ingresa a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a la Facultad de Letras, y es ahí donde inicia su actividad y compromiso político. El joven sanmarquino se identificó rápidamente con la lucha anti-imperialista y anti-oligárquica adhiriéndose inicialmente al Apra, lo que le valió el destierro luego que el presidente José Luis Bustamante decretara ilegal dicho partido.
Durante esos años tomó conciencia de la farsa política que resultó el Apra, cuando el anti- socialista Haya de la Torre dijera en la revista Life:"Creo que la democracia y el capitalismo brindan la solución más segura a los problemas mundiales, a pesar de que el capitalismo todavía tiene sus fallas". En una misiva de respuesta, titulada Good Bye Mister Haya, publicada el 7 de junio de 1954, en el diario Mexicano "El Popular", Scorza deslinda definitivamente: "Esto significa la liquidación ideológica del aprismo, significa que el aprismo seguirá la política de colaboración entreguista con el imperialismo norteamericano - ¿cuál otro nos amenaza más directamente? - que llevó al partido a la derrota de 1948. Las incógnitas han quedado, pues, aclaradas: ha caído el telón sobre el aprismo."
De vuelta a casa
En 1956, la dictadura de Odria ha quedado atrás y Manuel Scorza vuelve al Perú. Ese mismo año su poemario Las Imprecaciones obtiene el Premio Nacional de Poesía. Las Imprecaciones evidencia la cruda realidad del exilio en México, años que lo dejaron marcado de por vida. Esta convicción revolucionaria se expresa en poemas llenos de indignación, tristeza, furia y afirmación de esperanza en la lucha indigena, obrera y popular de América Latina.
Su compromiso de creación y difusión de la cultura popular, lo lleva a iniciar una etapa de grandes esfuerzos para poner al alcance de los sectores populares los "populibros", experiencia que se repite en países como Colombia, Venezuela y Cuba, con el mismo éxito.
La epopeya campesina
Para inicios de los 60' Scorza forma parte del movimiento comunal del Perú, grupo político activo en defensa de los derechos del campesinado indígena, tomando parte en la lucha campesina. Sin lugar a dudas Scorza no sólo narra en sus novelas la lucha campesina sino que también se une a ella, cuando en los andes del sur se constituyen ligas agrarias y en los andes centrales los campesinos se enfrentan  a la campañía minera norteamericana Cerro de Pasco Coopper Corporation. La gran novedad es la asombrosa capacidad que poseen para la organización. Manuel recorre los andes centrales observando y participando; de vuelta en Lima, redacta y publica manifiestos de denuncia.
En esos años compone el Cantar de Túpac Amaru, un poema épico que nunca llegará a ser publicado íntegramente y del que su autor no queda totalmente safisfecho: "No estoy seguro de haber logrado dar la auténtica dimensión de Túpac Amaru".
Llamó Los Cantares a cada una de las novelas que componen La guerra silenciosa, donde narra el origen y desarrollo de la lucha campesina desde la migración masiva andina, que se aceleró durante el régimen de Odría hacía 1950, así como las rebeliones de las comunidades campesinas de la sierra central en su intento por recuperar las tierras usurpadas. La llama "Silenciosa", ya que, se trata de la guerra que libran las comunidades herederas de las culturas indígenas, sin que sus voces hayan sido escuchadas ni sus acciones escritas por la historia oficial del Perú. Empiezan los cantares con Redoble por Rancas en 1970, continuándole Historia de Garabombo el Invisible en 1972, El jinete insomne en 1977 y La tumba del relámpago, serie de novelas traducidas en más de 40 idiomas, lo que hace de Scorza uno de los escritores más traducidos a nivel mundial.
Manuel Scorza junto a Héctor Chacón, personaje de Redoble por Rancas"

La presencia de Manuel
En 1968 Scorza fue nuevamente obligado a dejar nuestro país, producto del papel activo que mantuvo en las luchas campesinas. Llegó a París donde publica la colección de poemas El vals de los Reptiles (México) y la novela Redoble por Rancas (Barcelona), ambas en 1970. A fines de los 70, luego de que la ola de paros nacionales obliguen al dictador Morales Bermúdez a convocar a elecciones para la Asamblea Constituyente, Scorza forma parte del Frente Obrero Campesino Estudiantil Popular (FOCEP) liderado por Genaro Ledesma, personaje central de su quinta novela: La tumba del relámpago.
Manuel Scorza vivió, al decir de César Calvo, escribiendo y combatiendo; murió fisicamente en un fatídico accidente aéreo el 28 de noviembre de 1983, a los 55 años. Desde esta tribuna le rendimos homenaje porque su presencia sigue en las nuevas generaciones que luchan por una patria digna y soberana, sigue en las luchas indígenas, obreras y populares de la actualidad. La huella de Manuel no se borrará nunca.

                                                    Por: Dante Castro

Incasito

                                                      

(MITO SONCONCHINO.)


Incasito hijo del sol y de la luna, vivía alegre en el lugar de Machoorcco. En el inicio de los tiempos las aguas del Océano Pacifico llegaban hasta el lugar Carmen Alto. Al niño Incasito , más travieso que los zorros, le gustaban jugar con los animales marinos, los llamaba a la orilla, los tomaba de la nariz y subían a la parte plana del cerro. Allí se divertían por las  mañanas, un día con la foca, la tortuga, otro día con los pececitos y así hasta coger al delfín antiguo mixto (mitad reptil, mitad pez). Por las tardes le gustaba pasearse en el lomo de un cóndor, también jugar en pleno vuelo con el terodáctilo divisando la inmensidad del mar, maravillado con la obra de sus padres. El niño se hizo hombre, y su corazón palpito enamorado. Divisaba sus cachetes rojos retratados en el mar y suspiraba por una mujer llamada Ocaña.
 La  madre la luna estuvo de acuerdo con la relación, la diosa del occidente correspondía al muchacho; él que llego a molestarse por la perturbación de la mente de su pequeño fue el sol. Sin dar explicación como aplicando un castigo directo al joven, quien amaba la naturaleza sobre todo a sus hijos anfibios. Empezó a calentar con tal intensidad, dando lugar al retiro de las aguas hasta la costa actual. Incasito sudoroso y con la ayuda  del  kuntur. Tomaba a sus hijos anfibios y los transportaba hasta el lugar Quesera, lugar donde hoy se encuentran petrificados.





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