(MITO SONCONCHINO.)
Incasito hijo del sol y de la luna,
vivía alegre en el lugar de Machoorcco. En el inicio de los tiempos las aguas
del Océano Pacifico llegaban hasta el lugar Carmen Alto. Al niño Incasito , más
travieso que los zorros, le gustaban jugar con los animales marinos, los
llamaba a la orilla, los tomaba de la nariz y subían a la parte plana del
cerro. Allí se divertían por las
mañanas, un día con la foca, la tortuga, otro día con los pececitos y
así hasta coger al delfín antiguo mixto (mitad reptil, mitad pez). Por las
tardes le gustaba pasearse en el lomo de un cóndor, también jugar en pleno vuelo con el terodáctilo divisando la inmensidad del
mar, maravillado con la obra de sus padres. El niño se hizo hombre, y su corazón
palpito enamorado. Divisaba sus cachetes rojos retratados en el mar y suspiraba
por una mujer llamada Ocaña.
La madre la
luna estuvo de acuerdo con la relación, la diosa del occidente correspondía al
muchacho; él que llego a molestarse por la perturbación de la mente de su
pequeño fue el sol. Sin dar explicación como aplicando un castigo directo al
joven, quien amaba la naturaleza sobre todo a sus hijos anfibios. Empezó a
calentar con tal intensidad, dando lugar al retiro de las aguas hasta la costa
actual. Incasito sudoroso y con la ayuda
del kuntur. Tomaba a sus hijos anfibios y los transportaba
hasta el lugar Quesera, lugar donde hoy se encuentran petrificados.
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