El sueño de vino dulce
Hoy me
desperté temprano, ya que había tenido un raro sueño, en el me decía que la
madre naturaleza se estaba quejando del maltrato que le hacíamos. Recuerdo algo
todavía, fue muy rápido, ella con sus ojos bien abiertos me dijo:
-
Voy a provocar grandes
fenómenos porque no me gusta que me maltraten.
Eso me
hizo despertar con miedo, pero lo tomé como pesadilla, la ignoré, me volví a
dormir. A la mañana siguiente despierto algo tarde, ya el sol estaba entre los
cerros de Santa Cruz de Flores. Con el canto de los pájaros la vida combina con
el rico aroma a tierra mojada, es otro aire, me dispuse a cumplir con mis
deberes, hice lo que mis padres me pidieron, fui a alimentar a mis pollos en la
chacra, al terminar me recosté sobre un árbol, terminé dormido, en ese entonces
escuché una voz que me decía:
-
Yo soy la Pachamama, tú
no me podrías hacer daño, pero cada vez la gente me usa como un adorno y no agradecen
que tienen un suelo donde caminar, ahora juntos con los demás dioses, les
daremos una lección.
Me
sorprendí porque me di cuenta que mi sueño era real, pues en ese momento mis
padres estaban quemando paja y la apagué, de pronto empieza a retumbar el
cielo, se iluminó mi vista, y fui conducido hacía una casa, ahí pude estar un
momento en paz, nunca estuve tan
desorientado, quise moverme, sin darme cuenta aparecí en una de las maravillas
del mundo “Machu Picchu”, este sería el corazón del Perú, además el centro de
la naturaleza. Seguro estaba que la madre naturaleza no mentía cuando me dijo
que iba a desatar su furia, lo que debía de hacer era simple solo debía poner
una uva, cosecha 2024 de Santa Cruz de Flores, también prometer que no iba a
quemar ni a talar de nuevo; pero solo lo haría, si subo a la cumbre más alta de
la montaña, el Huayna Picchu esperaba mi presencia.
Al
llegar escuché varios retos que cumplir. El primero fue muy raro porque era un
cíclope, la uva empezó a llorar en vez de lagrima caía vino, entonces pensé en
emborrachar al ciclope y así fue, él se quedó dormido, aproveché ese momento
para clavarle una estaca en el ojo y ahora ya no podía mirar, proseguí mi
camino, el siguiente reto era un fénix, este lanzaba fuego, al verme el fénix
se echó a volar pero no se dio cuenta que frente de él había un árbol espinoso
y se clavó con ellas, lo fantástico de este animal era que se podía regenerar.
Eso demora pensé un poco, estaba lúcido, la sabia naturaleza dominaba mis
sentidos, así que pude correr para lograr hablar con la Pachamama que habitaba
los andes peruanos, en el camino me encontré con un ave que planeaba entre los
precipicios, le pedí que me ayude porque el camino era pedregoso, él me ayudó
hasta llegar al puente colgante. Me disponía cruzarlo, cuando de pronto
apareció el ave fénix, lanzó su fuego quemando el puente, yo me quede triste. Debía
idear un nuevo plan para ir a la otra orilla, en ese momento apareció el cóndor
para ayudarme, el fénix voló victorioso, pensábamos que se había ido, al mirar
al sur noté una sombra que volaba. Grité con todas mis fuerzas:
-
¡Regresa!
El ave
sagrada del Perú, muy asustado se
atrevió a enfrentarse contra el ave fénix, fue larga su batalla. El río bramaba
en las quebradas hondas, el cóndor dominaba bien su territorio, era el rey de
las alturas, muy adolorido desciende con el cuerpo del fénix en sus garras, lo
sumerge en el lago, con su cuerpo húmedo no volverá a la vida. Muy tranquilo me
dijo:
-
En el fondo del cerro
hay una cueva, tu destino soy yo y debo dejarte ahí.
Ingresé
lentamente, afuera pasaban temblores, luego el agua de la cueva empezó a
descender en forma de catarata. La Pachamama me dijo que también los demás
dioses de la naturaleza estaban enojados así que desatarían toda su furia. La
Mama Cocha, cada vez crecía más y más. Algo catastrófico estaba ocurriendo
con el planeta, se habían activado todos los ojos de agua de las cabeceras de
cuenca, seguían las replicas moviendo de arriba a abajo, el agua se salía y
rebalsaba, internamente yo escalaba, ascendía con devoción, me quedaba muy poco
tiempo para colocar la uva. Entonces se me presenta una gran serpiente, ella intentó
botarme de la cueva, le dije que para mi seria muy importante hablar con la
Pachamama, la serpiente intentó arrebatarme la uva, le dije que me dejara pasar
pero se negó, por influencia divina pude continuar mi camino.
Al
salir del túnel, aún era de día, la luna
desbordaba su belleza, su rostro se dibujaba entre las aguas del mar, las
estrellas aparecían en el firmamento, la
marea incrementaba su altura. Pensé en mi familia, en mis amigos, también en mi
maestro. Vengo de los llanos candentes y extraños, de Hurin, la parte baja de
mi Perú grité con fuerza. Cavilé.
-
Ahora se sale el mar,
tengo que apurarme ¿Y si se sale el mar? tendría que apurarme, qué confusión la
mía, no estoy desesperado ¿Me creen?
Tengo
que escalar muy poco. Ahora el aire se une a la destrucción de la tierra con
sus huracanes, el Wayra silbaba haciendo ruido en mis pequeños oídos, la arena
que arrastra el viento no me deja ver, resbalo una vez más. Sigo insistiendo,
al llegar encontré una pequeña planicie,
me senté divisando el horizonte, después de descansar, continúo mi caminata. Empieza
a nevar, que bonito mis andes, avanzo soportando fuertes heladas. Tan pronto me
doy cuenta que estaba recorriendo las tres regiones, ingresando a la selva
encontré un gran cráter, por la espalda un guacamayo gigante me habla
repitiendo en eco lo que le pido, le dije que me ayude a cruzar, casi una hora
estuvo volando, antes de aterrizar se me cae la uva. El guacamayo me ayudó,
desciendo con él sobre su lomo, encontramos la uva y volvimos a la cima.
Un monito
me guía hasta una flor, sus pétalos se abren cada 100 años. Al abrirse la flor,
escucho una voz dulce, suave, cristalina.
-
Los fuertes diluvios son por culpa de los
humanos, el calentamiento global trae como consecuencia los grandes fenómenos
naturales.
Le pedí
que me lleve donde estaba la Pachamama y la Mamacocha. Al llegar el suelo
estaba lleno de barro, era difícil llegar a Machu Picchu, tras varios intentos
lo logré. Todo era luz, atrás quedó la neblina y el barro, ahora era un gran
campo verde, lleno de flores amarillas. Me acerqué a la madre naturaleza, le
entregué el fruto del buen sarmiento que mi abuelo Rutilio sembrará con mucho
amor, el pequeño grano se convirtió en vino y bebieron – es cierto, la bebida
de los dioses - en grandes sorbos, ambas
estaban satisfechas. Antes que se embriaguen les pregunté:
-
¿Por qué le han quitado
la protección a los animales? Me respondió al instante la mayor.
-
De qué sirve cuidar los
animales, si ustedes llegan y se lo arrebatan todo, su habitad, su casa, su
alimento, su vida, cada vez quedan menos animales y plantas.
La
Mamacocha dice:
El agua
es contaminada, desperdiciada, por esa razón hago que mi agua se llene de barro
y no sea bebible, soy más selectiva cuando el depredador incursiona en las
reservas naturales.
Les
pedí una oportunidad para los humanos, me dijeron que era imposible, ya que,
hace mucho tiempo había llegado un niño con palabras iguales a las mías. Puedo
empezar con pequeñas acciones les dije, como el sembrado y riego de los
frutales, los tubérculos, administrar con justicia el agua - ahora que la quieren privatizar - , darles a
los campesinos y comuneros la prioridad, hacer que los mistis disminuyan su
poder de ambición, compartan tus bienes madre, que sean mejores personas. Ya va
a llegar el día en que nadie perturbará el sueño de los becerritos, los niños y
las mujeres serán prioridad.
El agua
empezó a bajar y aproveché para ir a casa, en el camino pensaba en el cuento
Warma Kuyay. Seré “abugau” al terminar mi secundaria, cumpliré con mi promesa
al ser Presidente de esta gran nación Inka.
El mar,
se encuentra a mi vista. Después de visitar Mala, Asia, León Dormido…muchos
pueden ver que estoy cumpliendo lo que dije una tarde, en un lugar inventado
caminé y todavía conservo el regalo de mi imaginación, es una reliquia con la
que puedo hablar con la madre de todos, estamos en el año 2035, me siento en la
casa de Manuel Gonzales Prada, aquí el chaucato canta muy fuerte, entonces
vuelvo a leer al Tayta Arguedas.
Seudónimo:
Vino dulce.