viernes, 19 de julio de 2019

La leyenda del pallar

Pallar milenario

Era un extraño señor. vestido de blanco. Su lastimero rostro, reflejaba amarga tristeza. No se sabe de dónde vino al cálido valle iqueño. Los campesinos aseguran que este extravagante varón fue el pallar, excelente cereal que a través de centurias es el providencial salvador de millares de seres que muchas veces mueren por inanición. Este misterioso personaje, después de recorrer muchas regiones, encontró una morada digna donde pudo vivir dichoso. En poco tiempo se hizo estimar en toda la comarca por su virtuoso proceder, llegando rápidamente a multiplicarse, entonces los campos se convirtieron en verdaderos graneros donde abundaba el preciado pallar pero, con el correr del tiempo, este vigoroso alimento de las clases populares fue olvidado, siendo el garbanzo y el maíz, los cereales preferidos por la gente; debido a esta ingratitud y desprecio, el candoroso señor de blanco, decidió abandonar para siempre está su tierra querida, tierra que le dio el calor y el néctar en su existencia. Llorando a mares se fue con su morral a cuestas, por yermas llanuras, sin esperanza alguna de volver.

Ya la tarde languidecía, el sol proyectaba sus débiles rayos por el horizonte, mientras el desdichado hombre de blanco al recorrer por una ladera del encantado Saraja, logra escuchar una vozarrona voz que le decía: "no te vayas benevolente señor, quédate con nosotros, ¿Por qué te alejas de este valle sin motivo?

Respondió el desventurado varón: "me voy decepcionado, nunca pensé que los terrenos me iban a olvidar y arrojar de estos lares; ahora que tienen en abundancia otras menestras, me desprecian y son ingratos conmigo". Insistió en su demanda el enigmático hombre de bronce voz: Por piedad, escúchame un instante, soy el dios de los campos, mi morada está en este imponente cerro, en estos momentos iré por todas las comarcas a fin de que mis súbditos rectifiquen el gran error cometido; les diré que te respeten y consideren como antaño, comprometiéndome bajo juramento cumplir con mi promesa.

Después de pronunciar esas breves frases, descendió de su mansión, abrazó llorando de emoción el desilusionado hombre que se iba y, tomados de la mano recorrieron los ardientes médanos donde sus antiguos amigos los recibieron apoteósicamente. Es así como retornó el señor de blanco, el de blanca vestidura a sus lares queridos. En la actualidad, el pallar es el plato preferido del pueblo iqueño, el sabroso cereal que no falta en todos los hogares sin ser menospreciado.

miércoles, 17 de julio de 2019

La leyenda del Cerro Saraja (Ica)


Foto: Ambar Gavilán


La palabra Saraja proviene de dos voces quechuas: Sara = maíz y acja=chicha, es decir, lugar donde se prepara y bebe chicha en honor al ser supremo, otros creen que el nombre es por el color del Apu. El cerro Saraja es otro de nuestros cerros característicos por la fantasía e imaginación de su leyenda, la cual narraremos a continuación: Saraja era una pequeña laguna situada en las faldas de un cerro la cual estaba encantada y poseída por el demonio que se valía de diferentes medios para atraer a sus víctimas y llevarlas al infierno; para no caer en posesión del mal era necesario evadir la mirada hacia el cerro y hacia la tentación que se la presentaba.
Ancianos contaban que en los atardeceres se veía a una hermosa mujer que bailaba al son de una música alegre y que si algún humano la miraba seria atraído por esta doncella al centro de la laguna donde se hundiría y desaparecería para siempre. De esa manera en el cerro Saraja existían varios encantados, los cuales en las noches salían a recorrer las dunas en busca de más acompañantes. Pero el encanto de Saraja no era solo para personas inocentes sino también para mortales codiciosos y perversos, es más, un gran número de encantados siempre fueron personas de mal vivir.

Al respecto contaremos lo siguiente:

En la ciudad de Ica vivía una familia muy rica que trataba con maldad a su sirvienta que era una morenita de doce años la cual era obligada ir todos los días a la pampa de Saraja en busca de leña. En aquel tiempo Saraja era una gran pampa cubierta de varios guarangos a donde todos podían ir para buscar leña. Un día la pobre sirvienta llorando le suplicó a sus patrones diciendo. Es muy difícil encontrar leña en Saraja. Porque no usan unas pocas de las que van a vender a la ciudad. Como respuesta a las suplicas, sus amos la castigaron sin piedad y empujones salió corriendo la sirvienta en busca de más leña.

La niña buscaba y buscaba, pero no encontraba nada, llorando desconsoladamente llego a las faldas del cerro junto a la laguna de Saraja en la que diviso a esa bella mujer que sonriendo le comenzó a hablar con cariño. La morenita asustada quiso huir, pero la mujer la trato con tanto amor que decidió quedarse y contarle todo lo ocurrido con sus amos. La doncella se quedó pensativa al oír eso y después de un rato le dijo:
No llores anda detrás de esos árboles que hay abundante leña, coge la cantidad que quieras y regresa. La morenita hizo lo que le dijo la mujer y era cierto detrás de esos árboles había rumas de leñas, tomo lo que pudo y regreso con su nueva amiga, aquélla hermosa mujer. Ella sonriendo le dijo a la pequeña niña: Vete tranquila pero antes llévate estos carbones no se los entregues a nadie son solo para ti. Luego la niña regreso a la ciudad y a la casa de sus amos, entro a su cuarto y arrojo los carbones hacia un rincón y se quedó dormida.

En la noche los amos fueron a la habitación de la sirvienta y vieron lingotes de oro; apresurados despertaron a la niña y le preguntaron en donde había encontrado esas barras de oro, y la sirvienta les contó lo que había pasado con esa mujer y de cómo los carbones se habían convertido en oro, les dijo que aquella dama tenia gran cantidad de esos carbones.
Al día siguiente los patrones con músicos partieron en busca de la bella mujer y de esos carbones de oro, llegaron a la laguna y del centro de ella apareció la hermosa dama, pero cosa extraña detrás de esa mujer apareció un gran portón en el cual se podía apreciar montículos de oro, los ambiciosos patrones junto a los músicos ingresaron y el portón se cerró desapareciendo repentinamente en el horizonte.
En consecuencia, de esto, en las noches de luna se oye a la banda de músicos tocando en el centro del cerro.

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