martes, 20 de agosto de 2019

UN CERDO DE POCA MONTA o CUANDO LOS CHANCHOS CREEN QUE VUELAN III DESMONTANDO UN CUENTO




Escribe: Julio César Carmona




Digo por decir cualquier
cosa. Escuchen: Todo el mundo
puede ir a lo profundo
del amor, si sabe ser
un buen hijo de mujer
y no alimaña rabiosa.
Que se cree la gran cosa
sin saber que en el vivir
y el amar hay que elegir
antes que espina, ser rosa.
J. C.
Por la época en que estudiaba en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos: los gloriosos años ’70 del siglo pasado, conseguí un ejemplar de la revista LETRAS, Órgano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas (Nºs 74-75), que conservo como una joya, porque ahí —entre otros igualmente importantes— hay un texto de Abraham Valdelomar, titulado «Neuronas». Especie de «pastillas» conceptuales «a base de lógica» (como las define el mismo autor). Pongo como muestra la siguiente: «Hay escritores que tienen el alma como una carreta de mudanza. Siempre hay algo atado, algo que se va a caer, algo que se rompe, y un negro soez encima de todo.»
Y cito esta «neurona» pues creo que con ella se puede esbozar un esquema de crítica literaria. Considerando, en primer lugar, los valores o méritos de la obra y autor leídos, y que viene a constituir ese «algo atado» que releva Valdelomar, es decir lo que da merecimiento al texto criticado (de otra manera no sería digno de la menor atención). En segundo lugar, detectar los aspectos inseguros, débiles, y que constituyen ese «algo que se va a caer» (siempre que lo haya), para, en tercer lugar, señalar el aspecto negativo, ese «algo que se rompe» (también, siempre que lo haya) y, finalmente, incidir en la escatología verbal o mal uso del idioma (en tanto denuncie su presencia) propia del «negro soez». Y siendo, todos, aspectos puestos de relieve en la neurona del Conde de Lemos, quiero aquí proponerlos como pautas para enfocar ciertos textos. Y en la medida que fue ese esquema que —hace varios años— usé para analizar el cuento «Montacerdos» de Cronwell Jara , en esta ocasión reitero ese modelo para ilustrar la propuesta. 
Tomando, pues, la “neurona” de Valdelomar como una metáfora del cuento aludido podemos decir, primero, que en él hay algo atado, es decir, algo que va seguro y es lo que hace que sea un cuento impactante, debido a la fuerza narrativa que caracteriza al autor.
Pero, en segundo término, no podemos sumarnos a la opinión generalizada que lo considera como el más importante si no el mejor de los relatos de su autor. Y no creemos que esto sea así porque en dicho cuento sentimos que hay algo que se va a caer, es decir, detectamos ciertas contradicciones, exageraciones o irrealidades que nos hacen sentirlo en la cuerda floja. Pongamos ejemplos.
Los personajes principales: Yococo, Griselda —la madre— y Maruja —hermana del primero, hija de la segunda y «narradora»—, los tres, comen ratas, cucarachas y todo ello en un escenario de basura, fango y excrementos en grandes cantidades; sin embargo, la madre ama entrañablemente a Yococo, su hijo, y es lo que se infiere del relato, pues en determinado momento se dice que viéndolo «más chupado por fiebres y más hinchado por llagas, cabeza bajo y muriéndose de pie: “Que no muera mi niño, Dioooos, salvalóooo” (clama). Y luego lloraba a gritos aullando», es decir: el amor maternal patéticamente descrito; sin embargo, en otra circunstancia se presenta de la siguiente manera, contradiciendo a la anterior: «sin soltar la ruma de palos y cartones que llevaba ella al hombro, pujando y pujando, le dio un leñazo a Yococo: “Calla, guanacu’e mierda, loco, calla”. Y lo hizo llorar, haciéndole agarrar desesperadamente su fea cabeza llagada», y de esa misma madre —de un amor tan sui generis— se dice en otra ocasión que «con su saliva le limpiaba las legañas, acariciándolo» (pero) «Luego, conteniendo el asco y la respiración se acercaba a esa charola de pus y pelos»; es decir, «conteniendo el asco» por las llagas del hijo, ella con quien —dice la narradora— «Íbamos (…) por los basurales confundiéndonos pronto en un bosque de revoltijos pestilentes, en un mar de ratas envenenadas y gatos agusanándose por todo lugar», y ahí no se dice que expresara ningún asco ni que contuviera la respiración, hecho que tampoco ocurrirá cuando la misma narradora recordará con cierta fruición que «comíamos ratas, meses atrás, comíamos harto hasta chupar y sorber rico los tuétanos y masticar los güesitos, embriagándonos de dicha. Pero ahí en casa de doña Juana no podíamos cocinar eso. Y un día nos escapamos en la madrugada y nos fuimos a las madrigueras y cazamos tres. Mamá y Yococo se comieron una que sangraba por la nariz y los ojos, casi cruda, casi vivita…» (¡y sigue la exagerada truculencia!). ¡Y esa misma madre tiene que contener el asco y la respiración para limpiar las llagas del hijo! Claro, se puede argumentar que esa es una exageración para «agrandar» la llaga del hijo, para hacérnosla ver en magnitud superlativa. Con todo, nosotros consideramos que esa seguirá siendo una contradicción insalvable, porque en realidad no hace más patética la llaga, y sí más exacerbada la repulsión que la lectura de esas escenas truculentas genera en el lector. De donde deducimos que, si aquella fue la intención, pues otro debió ser el mecanismo.
Entre otras contradicciones, destaquemos una exageración más que degenera en irrealidad. Y es la referida a la escena en que a Yococo le ponen «ají rocoto molido en un platito y (…) feliz por lo que le proponían, riendo, riendo se comió en seis cucharadas todo el ají. Luego, nunca sintió molestia ni ardor alguno en la boca»; lo cual es, de todo punto de vista, irreal (y conste que no se trata de un texto de ciencia ficción). Y eso se hace más flagrante cuando al cerdo de Yococo —dice la narradora— «para que no moleste, vi también, cómo los hombrecitos le metían un rocoto pelado en el trasero (…) Y cómo él huía, para risa de todos, arrastrando el infeliz trasero en el suelo». (Huelgan comentarios).
Y la coprolalia, la truculencia y el regodeo en los detritus, la basura y lo asqueroso fuera permisible o justificable si, a su vez, fuera expresión de la incoherencia de la narradora, a quien el lector pudiera atribuir una cierta enajenación mental que la hace ver la realidad de una manera distorsionada; pero esta es una incoherencia que es desmentida por la total coherencia del relato en sí, que está escrito en partes, además, con un lenguaje digno de un narrador culto, presentándose de esta manera un desfase entre el nivel cultural y la edad misma de la narradora y el tipo de lenguaje que usa y la madurez de muchas de sus observaciones, todo lo cual le es excesivamente impropio. Y es este, pues, un desfase que grafica la penúltima observación de la «neurona» de Valdelomar: que eso es algo que se rompe. 
Mientras que lo del negro soez encima de todo vendría a ser ese refocilamiento o regodeo en la abyección y lo repugnante. Y es el aspecto más censurable porque pretende ser presentado como reflejo de una vida de gente del pueblo, pues es un tratamiento de la vivencia del pueblo expresado así —en la contracarátula de la edición de Lluvia— como «un acercamiento descarnado e intimista de los estratos marginales de Lima.» Y, definitivamente, lo consideramos un reflejo inválido (poéticamente hablando) aunque se nos diga que la realidad puede ser más descarnada que esa ficción, pues denigra —en la totalidad narrativa— a ese pueblo, que no idealizamos, que sí respetamos y para el que también se debe exigir respeto.
Esa exacerbación de lo infrahumano: comer excremento, ratas, cucarachas, de la manera más truculenta, desde un punto de vista estrictamente literario, no emociona sino desilusiona. Y en ese sentido suscribo la apostilla indirecta que sobre este cuento hiciera Miguel Gutiérrez al comentar otro cuento que —según él— «Revelaba un mundo violento y bello, pero» (agrega Gutiérrez) «lejos de deformaciones como cierto encomiado relato de supuesto tema barrial y que es la cristalización de una suerte de esteticismo sobre las deyecciones de los humillados y ofendidos.» Esa propensión hacia el peor naturalismo decimonónico del relato analizado, nos hace pensar que así como el escritor en literatura tiene absoluta libertad para decirlo todo, asimismo el lector de literatura no está obligado a «tragarse todo» sin protestar. 
Finalmente, podemos llegar a la siguiente conclusión: que la pertinencia del esquema crítico propuesto basado en la «neurona» de Valdelomar, se justifica solo si se trata de ese tipo de cuento en el que es evidente la presencia de los cuatro aspectos aludidos, es decir que «hay algo atado», «algo que se va a caer», «algo que se rompe» y «un negro soez encima de todo». Por cierto, no todo cuento se presenta así, del mismo modo que no todo negro es soez.

miércoles, 14 de agosto de 2019

Alqu Mayo (cuento de Jordan Suarez Huarcaya)




Muy temprano Aurelio Cusi despertaba con el primer lucero que aparecía en el cielo, daba la voz a toda la familia e iniciaba el día siempre en la compañía de Alqu Mayo, su perro. Con él iba a ordeñar las vacas, para esperar el suero y alimentarse bien en los años buenos, ya que cuando había sequía el pobre disputaba los granos de trigo con las palomas y envejecía mucho caminando hacía lugares que tengan agua o verde, de esta forma poder sobrevivir en los andes peruanos. Un día, su dueño no despertó y el animal intrigado por la interrupción de la vida cotidiana, lo fue a buscar dentro de la casa, casi nunca lo hacía, desde muy pequeño lo adiestraron a cuidar las vacas y carneros, por lo tanto, debía dormir en el corral e ir a donde ellos vayan, algunos días se divertía; pero los otros días la pasaba preocupado ya que el semblante de don Aurelio y la de su hijo Jacinto le decían que estaban en apuros.
Al entrar en la habitación, miró hacia arriba y no vio estrellas, el lugar era pequeño de estatura, la pequeña puerta, el pequeño banco de piedra, una cama hecha de palos, tendida con sabanas de cuero, era lo único grande que existía en ese lugar oscuro, lleno de muerte, le pasó la lengua por su rostro y se estremeció por lo helado de su cara, era su dueño, no pudo hacer nada, tal vez la luz y la vida se apagan casi siempre de noche, sin que nos demos cuenta, se nos van nuestros seres queridos. El perro entendió allá arriba, que existen momentos de dolor y todos nos vestimos de negro en un largo momento de tristeza.
Jacinto llegó como a las diez de la mañana. A una distancia considerable pudo ver la estancia de papá, se preocupó porque los animales aún estaban en el corral, pudo percibir un silencio como si los cerros hubiesen callado para siempre, apuró el paso, dejando parte del equipaje al lado del camino debido a que pesaba mucho, silbó a Alqu Mayo.
-       Fui, fuiju, juiiiii
El perro abandonando el pequeño recinto, sale a la parte exterior y lanza aullidos estremecedores, corre hacia el río, en dirección de Jacinto. Dejaba momentáneamente a la muerte para ir donde estaba el sonido, la palabra, la voz, el llanto. Jacinto ya imaginaba el desenlace de su padre, había partido hacía Samaca en busca de medicinas. Los pueblos son muy dispersos, la gente se agrupa para afrontar la muerte en Distritos, son muy pocos los que tienen la suerte de contar con un Puesto de Salud, pensar en hospitales es un sueño. El año pasado las lluvias torrenciales y el helado viento, dejaron muy débil a un hombre de 70 años de edad, sin contar con la furia del sol que quemó las hojas de los alfalfares, de verde que era el pueblo se volvió amarillo, la naturaleza nos castiga pensó Jacinto después de ver a su padre tendido en el piso cubierto con frazadas, el tigre dibujado en el abrigo rugía muy amargo. Ahí en el patio, lugar donde tendieron boca arriba a Don Aurelio, estaba su perro y fiel compañero Mayito, como el difunto lo llamaba cariñosamente, el alqu, escondía sus orejas y cuando escuchaba algún ruido, las paraba y las movía de norte a sur.
Pasado una semana, Jacinto con la ilusión de estudiar decide tomar el rumbo de los ríos, aquellos que bajan con dirección al oeste, los que últimamente ya no braman sino gritan, no entendemos por qué ellos también han cambiado el tono de su canto, antes era dulce, tocaban con ternura sus riberas, jugaban con los niños, daban de beber a los animales, tenían su andar tranquilo hasta llegar al mar. Papá ya no estaba en casa y él se encontraba muy solo. En la tarde, mientras divisaba la muerte del sol en el horizonte se puso a cavilar: “Lo único que me dejó fueron estás dos botas, del tiempo de la guerra interna, un oficial llegó por la estancia, según me contó mi viejo, estos terrenos no eran de la comunidad, eran de su tío que se encontraba en Estados Unidos, le pidió que cuidara sus bienes, nunca hemos tenido nada, estos zapatos son los único que me acompañan en el camino”. Ya se había echado a andar un buen trecho por la quebrada, mientras tanto desde el cerro más elevado escucha ladridos, no quería continuar su vida llevando a un perro a la costa, tendría más problemas, sobretodo en su alimentación, su mochila contenía unos trozos de queso y dos bolsas de cancha, en dinero tenía más suerte, él vendió algunas inyecciones que no usó su padre y pudo obtener 30 soles. Nunca le dijo ven o vámonos, tampoco pensó que lo iba a seguir, ya que no se apartaba del lugar que servía como cementerio en el anexo de Llautacha, sin duda extrañaba mucho a su dueño.
Ambos continuaron por el curso del río que servía de camino, las cuencas hidrográficas también tenían compañía, eran las carreteras que como serpientes se enroscaban por todas las laderas de los cerros, sean grandes o pequeños, también servían para llevar personas, y algunos productos en los buenos años a los mercados de la capital Lima. Pasaron dos días bajando y subiendo cerros, en la tercera tarde los andenes desaparecieron, la costa les mostraba una inmensa pampa, campos eriazos, el color verde ausente, un rostro pálido muy parecido a la chicha de maíz se apoderaba de su visión, el perrito que había batallado con don Aurelio (diez años en los andes) ahora empezaría una nueva vida en lugares cálidos, su lengua siempre paraba botando agua, olfateando la ropa de las personas, quizá sonriendo al no tener que trepar largas distancias, caminar era demasiado fácil.
Subieron a un camión, pues los ómnibus no dejaron subir al animalito, casi se queda en Palpa, le querían dar un poco de ciruelas a cambio. El trayecto y las peripecias presentadas en cada kilómetro unieron mucho a Jacinto y Mayito, ya encima del ocasional medio de transporte ambos se quedaron dormidos, fueron despertados por el ayudante del vehículo de carga cuando estaban estacionados en un garaje cerca de un río lleno de basura, el lugar era conocido como Acomayo, la urbe tenía el nombre de Ica. Un señor de tez blanca era el dueño del corralón, ni bien logró ver al chiquillo lo interrogó.
-       ¿De dónde eres makta?
-       Soy de Llautacha señor
Ya no quería responder, tuvo cierta desconfianza, dudó mucho al ver un señor hablando quechua en plena costa, es blanco todavía pensó. Entró en confianza cuando observó a Mayito jugar con los galgos del estacionamiento, una señora les trajo algo de comer para él y su perro, el can ya había compartido con sus pares unos buenos trozos de pollo. Le propusieron que se quedará administrando y cuidando el local, ya que su hijo no podía estar mucho tiempo en casa, pues estudiaba en la Universidad la carrera de Ingeniería Ambiental, aunque la zona era muy peligrosa, también albergaba a gente buena. Por aquí las palabras discriminación, delincuencia y corrupción eran el pan de cada día; pero con mucha suerte pudo empezar a estudiar la primaria en una Institución Educativa cercana, gracias a la comprensión y apoyo de un desconocido.
Una noche de fiesta en la ciudad, los perros no cesaban de ladrar, los delincuentes al no poder ingresar a robar las pertenencias de los transportistas, lanzaron panes con veneno, Mayito de alma noble, nunca imaginó de la existencia de gente mala, los otros perros no comieron el bocado, pues se habían criado toda una vida en la ciudad, el animalito aunque viejito dormía de día y conservaba la atención de los peligros por las noches, cuidaba de sus amos todo el tiempo, daba amor a la persona que le brindaba cariño y atención. Jacinto y el hijo del dueño al volver lo vieron con vida, comenzaron a darle agua con jabón, ya era demasiado tarde, falleció con la boca llena de espumas. A lo lejos se escucharon como nunca el sonido de las campanas, la ciudad fue sorprendida con la muerte del pequeño animal.


viernes, 19 de julio de 2019

La leyenda del pallar

Pallar milenario

Era un extraño señor. vestido de blanco. Su lastimero rostro, reflejaba amarga tristeza. No se sabe de dónde vino al cálido valle iqueño. Los campesinos aseguran que este extravagante varón fue el pallar, excelente cereal que a través de centurias es el providencial salvador de millares de seres que muchas veces mueren por inanición. Este misterioso personaje, después de recorrer muchas regiones, encontró una morada digna donde pudo vivir dichoso. En poco tiempo se hizo estimar en toda la comarca por su virtuoso proceder, llegando rápidamente a multiplicarse, entonces los campos se convirtieron en verdaderos graneros donde abundaba el preciado pallar pero, con el correr del tiempo, este vigoroso alimento de las clases populares fue olvidado, siendo el garbanzo y el maíz, los cereales preferidos por la gente; debido a esta ingratitud y desprecio, el candoroso señor de blanco, decidió abandonar para siempre está su tierra querida, tierra que le dio el calor y el néctar en su existencia. Llorando a mares se fue con su morral a cuestas, por yermas llanuras, sin esperanza alguna de volver.

Ya la tarde languidecía, el sol proyectaba sus débiles rayos por el horizonte, mientras el desdichado hombre de blanco al recorrer por una ladera del encantado Saraja, logra escuchar una vozarrona voz que le decía: "no te vayas benevolente señor, quédate con nosotros, ¿Por qué te alejas de este valle sin motivo?

Respondió el desventurado varón: "me voy decepcionado, nunca pensé que los terrenos me iban a olvidar y arrojar de estos lares; ahora que tienen en abundancia otras menestras, me desprecian y son ingratos conmigo". Insistió en su demanda el enigmático hombre de bronce voz: Por piedad, escúchame un instante, soy el dios de los campos, mi morada está en este imponente cerro, en estos momentos iré por todas las comarcas a fin de que mis súbditos rectifiquen el gran error cometido; les diré que te respeten y consideren como antaño, comprometiéndome bajo juramento cumplir con mi promesa.

Después de pronunciar esas breves frases, descendió de su mansión, abrazó llorando de emoción el desilusionado hombre que se iba y, tomados de la mano recorrieron los ardientes médanos donde sus antiguos amigos los recibieron apoteósicamente. Es así como retornó el señor de blanco, el de blanca vestidura a sus lares queridos. En la actualidad, el pallar es el plato preferido del pueblo iqueño, el sabroso cereal que no falta en todos los hogares sin ser menospreciado.

miércoles, 17 de julio de 2019

La leyenda del Cerro Saraja (Ica)


Foto: Ambar Gavilán


La palabra Saraja proviene de dos voces quechuas: Sara = maíz y acja=chicha, es decir, lugar donde se prepara y bebe chicha en honor al ser supremo, otros creen que el nombre es por el color del Apu. El cerro Saraja es otro de nuestros cerros característicos por la fantasía e imaginación de su leyenda, la cual narraremos a continuación: Saraja era una pequeña laguna situada en las faldas de un cerro la cual estaba encantada y poseída por el demonio que se valía de diferentes medios para atraer a sus víctimas y llevarlas al infierno; para no caer en posesión del mal era necesario evadir la mirada hacia el cerro y hacia la tentación que se la presentaba.
Ancianos contaban que en los atardeceres se veía a una hermosa mujer que bailaba al son de una música alegre y que si algún humano la miraba seria atraído por esta doncella al centro de la laguna donde se hundiría y desaparecería para siempre. De esa manera en el cerro Saraja existían varios encantados, los cuales en las noches salían a recorrer las dunas en busca de más acompañantes. Pero el encanto de Saraja no era solo para personas inocentes sino también para mortales codiciosos y perversos, es más, un gran número de encantados siempre fueron personas de mal vivir.

Al respecto contaremos lo siguiente:

En la ciudad de Ica vivía una familia muy rica que trataba con maldad a su sirvienta que era una morenita de doce años la cual era obligada ir todos los días a la pampa de Saraja en busca de leña. En aquel tiempo Saraja era una gran pampa cubierta de varios guarangos a donde todos podían ir para buscar leña. Un día la pobre sirvienta llorando le suplicó a sus patrones diciendo. Es muy difícil encontrar leña en Saraja. Porque no usan unas pocas de las que van a vender a la ciudad. Como respuesta a las suplicas, sus amos la castigaron sin piedad y empujones salió corriendo la sirvienta en busca de más leña.

La niña buscaba y buscaba, pero no encontraba nada, llorando desconsoladamente llego a las faldas del cerro junto a la laguna de Saraja en la que diviso a esa bella mujer que sonriendo le comenzó a hablar con cariño. La morenita asustada quiso huir, pero la mujer la trato con tanto amor que decidió quedarse y contarle todo lo ocurrido con sus amos. La doncella se quedó pensativa al oír eso y después de un rato le dijo:
No llores anda detrás de esos árboles que hay abundante leña, coge la cantidad que quieras y regresa. La morenita hizo lo que le dijo la mujer y era cierto detrás de esos árboles había rumas de leñas, tomo lo que pudo y regreso con su nueva amiga, aquélla hermosa mujer. Ella sonriendo le dijo a la pequeña niña: Vete tranquila pero antes llévate estos carbones no se los entregues a nadie son solo para ti. Luego la niña regreso a la ciudad y a la casa de sus amos, entro a su cuarto y arrojo los carbones hacia un rincón y se quedó dormida.

En la noche los amos fueron a la habitación de la sirvienta y vieron lingotes de oro; apresurados despertaron a la niña y le preguntaron en donde había encontrado esas barras de oro, y la sirvienta les contó lo que había pasado con esa mujer y de cómo los carbones se habían convertido en oro, les dijo que aquella dama tenia gran cantidad de esos carbones.
Al día siguiente los patrones con músicos partieron en busca de la bella mujer y de esos carbones de oro, llegaron a la laguna y del centro de ella apareció la hermosa dama, pero cosa extraña detrás de esa mujer apareció un gran portón en el cual se podía apreciar montículos de oro, los ambiciosos patrones junto a los músicos ingresaron y el portón se cerró desapareciendo repentinamente en el horizonte.
En consecuencia, de esto, en las noches de luna se oye a la banda de músicos tocando en el centro del cerro.

jueves, 16 de mayo de 2019

¡MIERA! de Antonio Gálvez Ronceros


¡Miera!

Tomado de Monólogo desde las tinieblas.

En el camino que lleva al sembrado de camotes el negro don Andrés supo que en los últimos días el caporal Basaldúa se había puesto a hablar feas cosas de él. Mientras compraba plantas en el sembrado y llenaba de camotes los serones de su burro, le dijeron lo mismo. Entonces no aguantó más: trepó al burro de un salto y enderezó por un atajo hacia la casa del caporal. Pero ahí le dijeron que se había ido a vigilar unos riegos en la Punta de la Isla y que volvería una semana después. Sin decir nada pero aguantándose, don Andrés regresó rápidamente a su casa, se bajó casi arrojándose del burro, lo dejó plantado con los serones cargados, se metió corriendo en la primera habitación y llamó a su hija mayor:
— ¡Patora! —los labios se le habían hinchado y parecían pelotas.
Saliendo de la habitación contigua, Pastora se presentó alarmada.
—Patora, tú que sabe equirbí, hame una cadta pa mandásela hata la Punta e la Ila a ese caporá Basadúa, que nueta acá y sia ido pallá depué quiabló mal de mí. Yo te vua decí qué vas a poné en er papé.
—Ya, tata, vua traé papé y lápice —dijo la hija. Se metió en los interiores de la casa y poco después regresó.
—Ponle ahí, Patora —dijo don Andrés—, que su boca esuna miera, que su diente esota miera, su palaibra un montón de miera… Miera esa mula que monta. Miera su epuela. Miera su rebenque. Miera el sombrero con quianda. Miera esa cotumbe e miera diandá mirando tabajo ajeno… Léemela, Patora, a ve qué fartra.
Cuando la hija acabó de leer, don Andrés tenía un gesto de duda como si ya no confiara del todo en sus propias palabras.

—Oye, Patora —dijo finalmente—, quítale un poco e miera a ese papé.


Antonio Gálvez Ronceros




martes, 14 de mayo de 2019

José Santos Chocano en Ica

El "Cantor de América" en Ica
                                                    

El lunes 7 de agosto de 1922 arribó al puerto de Pisco el poeta, vino del sur en el vapor peruano "Urubamba". En ese entonces era Prefecto de Ica Julio Rodriguez y el Alcalde César A. Baiocchi. Según informaciones de la época, fue recibido con aplausos en el muelle, luego recorrio la ciudad, haciendo tiempo hasta la partida del tren extraordinario a las 4:30, al llegar a Ica a las 8 de la noche fue declarado Huésped Ilustre.
Él se encontraba delicado de salud y dadas las referencias de Huacachina dijo: "probaré de sus aguas, que quizá hagan el prodigio de una cura radical". Ese día recibió durante el día en su residencia del hotel Ferrocarril, la visita de personas importantes de la ciudad, escritores y periodistas. Al mediodía Chocano se dirigió en automóvil al Balneario de Huacachina.
El primer recital, se llevó a cabo en el Teatro Piccone (Hoy Centro Social de la Plaza de Armas), eran las diez de la mañana, inició su presentación recitando un poema de su libro "Oro de Indias", los diarios publicaron " El éxito es enorme, sin precedentes en el Teatro Piccone, obtenido ayer por Chocano, quien no requiere este triunfo para aumentar el brillo de su nombre ponderado en el Continente", no sabemos si las conferencias de Abraham Valdelomar dadas en el mismo lugar, alcanzaron la misma atención del pueblo iqueño.
En su último recital del 17 de agosto, figuró el poema Nocturno del Viaje, que el ilustre huésped escribió en la ciudad y era su más reciente producción, se despidió con el propósito de regresar, por la buena impresión de Ica y del efecto saludable de las aguas de Huacachina, manifestó.
La composición inspirada sobre la laguna de Huacachina, la leyó el 5 de noviembre de 1922, en Lima. El 14 de noviembre, el diario LA VOZ DE ICA, publicó Huacachina (Romancero Imperial - Fantasía Preincaica). A continuación transcribo un fragmento, el texto casi completo lo pueden leer actualmente en la laguna.

HUACCA - CHINA

 Sale de su baño palpitante y fria; 
se envuelve en la sábana, en que todavía
resaltan las curvas de su gallardía;
y al verse en su espejo descubre un espía,
ya que a espaldas de ella surge un cazador

La princesa entonces huye a la mirada
del cazador, que hubo de ver como un hada
burlóle la presa (¿La fuga encantada trócose en un vuelo de garza real?)
La sábana a poco quedóse enredada
en un ágil brinco por sobre el zarzal...
La princesa en fuga siguió desolada;
y mientras corría sin fijarse en nada, 
la sábana abierta se hizo un arenal...

La princesa huía con su espejo en alto...
El zarzal cruzóla...Dar quiso un salto...
Tropezó...Del puño ya de fuerzas faltó,
se escapó el espejo...fue una conmoción
Y el espejo roto se volvió laguna;
y, al fin, la princesa transformóse en una sirena,
que hoy sale, las noches de luna, a cantar a veces su antigua canción.

JOSÉ SANTOS CHOCANO







martes, 26 de febrero de 2019

CÉSAR VALLEJO, UN POETA NO TIENE HISTORIA...TIENE DESTINO

                               
                                                                                             

                                                                                                                  Escribe: Víctor Sáez

¿Ud. cree señor Vallejo que colocar una imbecilidad encima de otra es hacer poesía?. Estas palabras constituyen una de las muchas críticas que el ahora llamado Poeta Universal recibió en vida, y le pertenecen nada más y nada menos que a Clemente Palma, personalidad emblemática de las letras peruanas en la época. Un oscuro poeta provinciano, de aspecto enfermizo y ceño fruncido, había tenido la osadía, desde su natal Santiago de Chuco, de hacerle llegar su texto "Poema a mi amada":
“…Amada, esta noche tú te has sacrificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.”

No es de extrañar, pues, que el mismo Vallejo llegara a decir: Volveré al Perú sólo cuando quede piedra sobre piedra. Sus restos descansan en el cementerio de Montparnasse tal como lo dispuso su amada Georgette, la misma que lo acompañó en los últimos cuatro años de su vida.
Tempranamente comenzó a relacionarse -como Bachiller en Letras de la Universidad de Trujillo (1915)- con destacados artistas e intelectuales: Víctor Raúl Haya de la Torre, José Eulogio Garrido, Macedonio de la Torre, entre otros, todos integrantes de "Norte", grupo liderado por Antenor Orrego. A aquella época febril, sacudida por cambios sociales, políticos (mayor influencia de las Fuerzas Armadas y progresivo deterioro de la oligarquía) e ideológicos (irrupción de la filosofía marxista y del psicoanálisis), corresponden sus primeros versos publicados.
Ya en Lima hizo amistad con Manuel Gonzáles Prada y Abraham Valdelomar, e integró el grupo "Colónida", gracias a éste último, enriqueció su visión del mundo a través del contacto con nuevas corrientes teóricas europeas.
El Vallejo que comenzaba a beber ávidamente de las fuentes del marxismo, pronto comenzó a sentirse encerrado en ese círculo elitista que según José Carlos Mariátegui: lo alejaba de las muchedumbres, lo aislaba de sus emociones. "Colónida" no fue más que otra etapa, no menos importante que las que vendrían, que ahondó -luego de la muerte de su maestro Gonzáles Prada- la íntima desesperación y crisis permanente en que ya se encontraba inmerso el poeta.
A fines de 1923, el "cholo" viajó a Francia, donde llevó la difícil- pero en todo caso nunca nueva- existencia del intelectual con los bolsillos vacíos. Para poder sobrevivir tuvo que dedicarse al periodismo y su producción poética se redujo sustancialmente. Esta etapa de silencio literario que algunos han dado en llamar “la etapa europea” durará nada menos que quince años.
París será el lugar en el cual también y luego de algunas otras relaciones (entre ellas Henriette, una hermosa costurera con "lenguaje de cocotte"), aparecerá en la vida del poeta Georgette, quien vivía frente a la oscura pensión de Vallejo en la Rue Molière. Ernesto More, íntimo amigo del poeta en París y “… que vivió con él compartiendo mendrugos” según sus propias palabras, fue testigo del luminoso amor entre el sudamericano pobre y la francesita venida a menos. Pero el romance-casi como siempre- no duró mucho luego del matrimonio en 1934. Comenzó a erosionarse rápidamente frente a las penurias económicas, agravadas poco después al decaer la salud del poeta. Por aquella época, la mujer que compartió los últimos cuatro años de ese hombre enfermo y atormentado llegó a confiarle dolorosamente a More: “Yo siempre estoy sola, con Vallejo o sin Vallejo”.
La ciudad luz será también el espacio existencial en el cual nuestro poeta continuará desarrollando una conciencia política cada vez más clara y profunda en relación a los problemas de marginación integral sufridos por sus contemporáneos. Buscará, se interrogará, cuestionará y finalmente optará en términos ideológicos. Su compromiso político se irá bosquejando y cimentando fundamentalmente a partir de un proceso de simpatías y rechazos que moldearán su concepción doctrinal y sus opciones de vida de modo categórico.
Un hecho altamente significativo ocurre en 1927 cuando renuncia a la Beca Española, en momentos de suma estrechez económica para él por lo demás, lo hace como un gesto de rechazo a la Dictadura de primo de Rivera. Paralelamente se sumerge en un profundo y serio estudio del marxismo al cual ya se había allegado en su “etapa peruana” de manera menos sólida y formal.
Dirá por aquella época, en relación a su ser artístico y a su compromiso político:”como hombre puedo simpatizar y trabajar por la revolución, pero como artista no está en manos de nadie ni en las mías propias el controlar los alcances políticos que pueden ocultarse en mis poemas”.
Durante la 2ª República Española, es decir en 1931, ingresa oficialmente en el Partido Comunista y comienza una estrecha colaboración con el proceso español, en especial a través de artículos periodísticos que envía con suma regularidad y disciplina a sus editores hispanos.
Vale la pena, al margen de lo que pudiera entenderse como elementos puramente anecdóticos en relación a su opción política, vale la pena detenerse decía, en la concepción que sustentaba el compromiso revolucionario de César Vallejo. Es posible que nos llevemos alguna sorpresa.
La Revolución es comprendida y vivida por él en términos totalizantes y casi soteriológicos como un proceso de Redención Universal. En este proceso es el proletario el sujeto protagonista de su propia redención: personal en primer e insustituible lugar y colectiva en segundo y secuencial lugar histórico- político. El proletario, entendido como “el hombre nuevo”, es el protagonista de un mundo también nuevo. Desde esta concepción el poeta se hace portador de una voz no sólo que denuncia y da cuenta de la opresión que sufre gran parte de la humanidad, sino que también anuncia esperanza intra-histórica para las clases desposeídas y sufrientes de la tierra. Dos ejemplos nos pueden ayudar a entender lo expuesto, sólo los citaremos debido a su extensión, ellos son los poemas “Salutación Angélica” y “Los mineros salen de la mina”. En ellos su temática, sin renunciar a su rico pasado poético, se enriquece en esta etapa por medio de un registro político e histórico de notable maestría y alcances universales.
No podríamos acercarnos por lo menos de manera más o menos plena al ser político de Vallejo sin detenernos unos breves momentos en la obra talvez más emblemática, junto a “España en el corazón” de Neruda, surgida al calor y el dolor de la Guerra Civil Española.
En los quince poemas que componen “España aparta de mí este cáliz”, nuestro poeta se inclina hasta tocar las entrañas mismas del ser humano en la perpeplejidad del espanto y el horror de toda guerra. Desde esa realidad se apropiará de un dinamismo que lo ayudará a cristalizar su mirada por medio de sus más grandiosas y últimas intuiciones poéticas. Aquí la ciudad soñada y anhelada-la ciudad socialista por antonomasia- se ofrece y se asoma como la Arcadia sempiterna del hombre nuevo. En ella es donde se colmarán todas las aspiraciones del ser humano. Los constructores de esta realidad son en los versos de César Vallejo nada más y nada menos que los heroicos republicanos españoles.
Para él es claro que en España la humanidad se está jugando su futuro. No se equivocaba el poeta, lo sabemos bien. La Guerra Civil Española no fue sino el gran “Ensayo General” de la II Guerra Mundial y una muestra de lo que el fascismo podía llegar a ser. En definitiva, España y su República son- para el poeta- la encarnación histórica de su esperanza redentora para la humanidad. Las grandeza de Vallejo a este respecto está también marcada por su talento impar para no caer en la tentación nefasta y simplona del panfleto cuando un poeta defiende una causa. Por el contrario, en estos quince poemas logra establecer una vinculación magistral entre la exégesis y hermenéutica bíblica del judeo-cristianismo con el marxismo que pone al servicio de una mirada ante todo poética, que precisamente desde ahí-desde ese espacio- coloca al lector ante una obra de estética y resolución artística de carácter fundacional.
Se diría que Vallejo vivió una relación tan empática con la muerte-y con todas la muertes- que ésta pasó a ser -quién sabe si talvez en medio de la resaca de alguna madrugada parisina, cuando el dolor se junta con las ganas de abandonarlo todo…incluso la vida- pasó a ser, decía, su confidente. Tal vez fue ella quien le dictó este poema, inexplicablemente premonitorio:
“Me moriré en París con aguacero
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París - y no me corro –
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.”

Vallejo, tan humanamente cercano en su poesía y tan desaprensivo con los seres que lo amaron, murió el 15 de abril de 1938, en una lluviosa tarde parisina.
El primer libro de César Vallejo, Los Heraldos Negros, es el hito impar de una nueva poesía en el Perú y en Hispanoamérica. No exagera, por fraterna exaltación, Antenor Orrego, cuando afirma que "a partir de este sembrador se inicia una nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula articulación verbal".
"El poeta -escribe Orrego- habla individualmente, particulariza el lenguaje, pero piensa, siente y ama universalmente". Este gran lírico, este gran subjetivo, se comporta- paradójicamente podría pensar alguien- como un intérprete del universo, de la humanidad. Nada recuerda en su poesía la queja egolátrica y narcisista del romanticismo. El romanticismo del siglo XIX fue esencialmente individualista; el romanticismo del novecientos es, en cambio, espontánea y lógicamente socialista, comunitario. Vallejo, desde este punto de vista, no sólo pertenece-como todo gran poeta- a su raza, pertenece también a su siglo, a su propio tiempo personal, universal y sin fin.
En Vallejo-es necesario reconocerlo- hay ciertamente mucho de viejo romanticismo y decadentismo, pero sólo hasta Trilce. El mérito de su poesía se valora por los grados de maestría y genialidad con que supera y trasciende esos residuos. Su poemario Trilce, precisamente, representa una de las rupturas más innovadoras conocidas hasta hoy en la lengua castellana.
Vallejo, en su poesía, es siempre un alma ávida de infinito, sedienta de verdad. La creación en él es, al mismo tiempo, inefablemente dolorosa y exultante. Es una mayéutica permanente y solitaria . Este artista no aspira sino a expresarse pura e inocentemente. Se despoja, por eso, de todo ornamento retórico, se desviste de toda vanidad literaria. Llega a la más austera, a la más humilde, a la más orgullosa sencillez en la forma. Es un místico de la pobreza que se descalza para que sus pies y su verso conozcan desnudos la dureza y la crueldad de su camino.
No podemos dejar de destacar otro elemento en su obra que podríamos definir la como “peruanidad” de la misma. Desde su primera obra Los Heraldos Negros se puede notar la marca peruana más genuina y la impronta temática más profunda de su personalidad :desolado intimismo y perfil solidario con el sufrimiento de los hombres.
La suerte del indígena peruano, desde esta perspectiva de “peruanidad”, asoma como una de sus grandes preocupaciones.Mantiene un tono personal, de desolado intimismo como ya hemos mencionado, el que con maestría singular trasciende al nivel colectivo, en un impulso de solidaridad, a la vez vibrante y desamparado. Su poesía, personal y hermética a la vez, está regida por una poética de liberación estética y política y se caracteriza por un americanismo e indigenismo temático y lexicográfico sin pretensiones panfletarias ni reduccionistas, sino con la apertura propia que le otorga el registro poético, la que la mismo tiempo que lo hace universal nos permite reconocerlo como hombre de su tiempo, de su tierra y de su raza.
La lengua de César Vallejo, abierta a todas las licencias y libertades, reproduce procesos anímicos transmentales, que abren a la poesía en castellano (y sobre todo la latinoamericana) hacia planteamientos y búsquedas nuevas, más directos y orales.
El interés en política -un rasgo importantísimo de la vanguardia latinoamericana-, se manifiesta en sus primeros dos poemarios principalmente a través de un inconformismo estético, lo cual representaba para él, no cabe duda, una puesta en juicio de los valores tradicionales de la sociedad y sus instituciones.

César vallejo intuyó claramente que todo dogmatismo, no importa en el área que éste sea, es enemigo de lo verdaderamente humano que por esencia es relatividad y brevedad.
Por lo mismo es portador de un humanismo superior forjado en la conjunción de sus inquietudes metafísicas y sociales, resueltas en la clave más profunda de lo existencial: la poesía y ésta entendida y propuesta como drama y temblor.
No podía ser de otra manera en alguien capaz de encarnar como ningún otro el ideal del poeta montparnasiano, es decir: bohemio, anárquico y sensual.
Por otro lado, su pesimismo existencial tantas veces comentado y otras tantas llevado al registro superficial de lo anecdótico no es fruto de una conceptualización reflexiva, sino que es ante todo un sentimiento. En ese sentimiento se trasvasija también la herencia de una raza frustrada en su realización personal y comunitaria por la Conquista Española, al decir de Mariátegui: “es ese acento de desesperanza incurable con que gimen las quenas”. Es la nostalgia de un mundo perdido para siempre.
Juan Enrique Adoum lo expresó así en su oportunidad: “César vallejo salió de su soledad indígena, de su soledad de cordillera y lluvias, salió a comprender la condición de su raza y de allí a interpretar el dolor y la condición del hombre”. Es que la escalada del "Cholo" por las escarpadas pendientes del dolor humano es una suerte de acrobacia suicida, de salto al abismo; y la ruptura formal acompaña el desgarro de un alma enferma y doliente de todo, del mundo y de sí misma.
Asoma casi como una paradoja, si el sujeto portador no fuera César Vallejo, que su concepción del arte sea claramente de carácter dionisiaca. Es decir: convulsiva y hermosamente impura.
Pablo de Rokha definía del siguiente modo lo dionisiaco: “es torbellino, es cataclismo, es un molino de imágenes…es lo trágico”.Podríamos atrevernos a agregar que es también un modo privilegiado de catarsis.
Nuestro poeta mayor construye destruyendo, da cuenta de los ritmos y armonías conocidas para dislocarlos en instalar en su lugar ritmos y armonías disonantes y convulsas, en definitiva telúricas.
Rechaza de este modo la armonía secular para vivir una libertad poética que le asegura la exención de todo ordenamiento artificial. Para él ya no hay decálogos ni cánones que lo aten, está solo ante su verso.
Así el lenguaje deja de ser una “costumbre” para convertirse en asombro como en Trilce el ejemplo más claro de lo que el lenguaje es para él.
Este arte señala el nacimiento de una nueva sensibilidad. Es un arte nuevo, un arte rebelde, que rompe con la tradición cortesana de una literatura de bufones y lacayos. Este lenguaje es el de un poeta y un hombre. El gran poeta de Los Heraldos Negros y de Trilce -ese gran poeta que ha pasado ignorado y desconocido por las calles de Lima tan propicias y rendidas a los laureles de los juglares de feria- se presenta, en su arte, como un precursor del nuevo espíritu, de la nueva conciencia.
El golpe que asesta a la retórica romántica-modernista de Hispanoamérica es definitivo.
Es su modo de impregnar de humanidad fresca y urgente a nuestra poesía “dariana” hasta el empalagamiento en aquella época.

Vale la pena recordar, en relación a esto, opinión del crítico y maestro de Ernesto Cardenal, el monje-poeta trapense Thomas Merton quien definió a César Vallejo como: "El más grande poeta universal después de Dante". Afirmación que no hace mas que confirmar el enorme legado del poeta del "dolor humano"; quien revolucionó la forma y el fondo de sentir y escribir poéticamente abriendo al mismo tiempo una senda que hasta nuestros días sigue siendo transitada.
La grandeza humana y poética de César Vallejo es algo que nadie puede cuestionar de manera seria. Es sin duda motivo de sano orgullo universal no sólo para el Perú, sino que para todos los hijos de Amerindia. Nos sentimos herederos de obra, cuestionados por su mirada, convocados por la intensidad de su dolor y de sus versos, y por lo mismo nos unimos a José Carlos Mariátegui en este día para declarar con serenidad y gozo que en Vallejo:

La confesión de su sufrimiento es la mejor prueba de su grandeza.

viernes, 22 de febrero de 2019

PARA SITUAR AMÉRICA LATINA



Escribe: Alberto Gálvez Olaechea

Alberto Gálvez Olaechea


América Latina sigue siendo territorio de cambios dramáticos de todo calibre. Desde el inicio republicano el siglo XIX se exploraron rutas y se desplegaron iniciativas, en gran medida activadas por las oscilaciones del mercado mundial. En momentos estelares surgieron proyectos que sacudieron al continente pero tarde o temprano fueron cercados y/o reabsorbidos. Pese a todo, el nuestro sigue siendo un espacio de aventuras y esperanzas.
A lo largo del siglo XX en América Latina se desarrollaron al menos cuatro revoluciones: la mexicana (1910), la boliviana (1952), la cubana (1959) y la sandinista (1979). Su común denominador fueron los cambios motorizados por la acción política de los sectores sociales históricamente excluidos. A su manera, produjeron repercusiones en los países aledaños, aunque solo fuera como reacción. De este modo a lo largo del siglo XX y de lo que va del presente, la corriente política llamada “izquierda” cumplió un rol esencial en la configuración del continente, como postura crítica, como expresión social o como proyecto estatal.
Sin embargo, la ola de gobiernos progresistas iniciada a fines del siglo pasado en varios países es un acontecimiento completamente inédito pues, no obstante sus diferencias, cambiaron el rostro de una región manejada por las derechas desde los albores republicanos, mostrado un nuevo talante que, pese a sus diferencias, mostraba similitudes en sus preocupaciones por lo social, la afirmación soberana y la recuperación del sentido de lo público, a contracorriente del privatismo neoliberal. Al entronizarse en países como Brasil, Argentina y Venezuela (un país petrolero), el progresismo de izquierdas tiñó al continente, compulsando a la potencia hegemónica y abriendo espacios de autonomía.
Sin embargo todo indica que el periodo está llegando a su fin. La victoria de Macri, el proceso destituyente de Dilma Rouseauff y la crisis venezolana dan cuenta de esto. Situar los acontecimientos en perspectiva histórica puede ayudar a comprender las limitaciones de hoy y a explorar posibilidades para el porvenir.
I
La Revolución mexicana de 1910 introdujo al continente en la geografía de las revoluciones del siglo XX. Combate democrático a la tiranía de Porfirio Díaz, devino en levantamiento agrarista. Con avances y retrocesos políticos y diversidad de actores sociales, fue una sucesión de alzamientos resultado de conflictos arrastrados desde el siglo XIX. El campesinado y los sectores rurales del sur y el norte fueron protagonistas en los ejércitos de Emiliano Zapata y Pancho Villa. Dirá Octavio Paz: La Revolución es una súbita inmersión de México en su propio ser. De su fondo y entraña extrae, casi a ciegas, los fundamentos del nuevo Estado.
A pesar de las ondas sísmicas y su significación, J. C. Mariátegui enunciará sus límites: Y ningún crítico circunspecto se arriesgaría hoy a suscribir la hipótesis de que los caudillos y planes de la Revolución Mexicana conduzcan al pueblo azteca al socialismo.
Sus ecos dieron impulso a la corriente nacional popular, del Apra a Sandino, configurando el triángulo Revolución Mexicana, Revolución Rusa y Reforma Universitaria, que produjo en los años veinte un ambiente sensible para imaginar sociedades más justas y soberanas.
II
La primera guerra mundial quebró no solo la Pax europea, sino que destruyó la idea de “progreso” sobre la que se había sostenido la civilización burguesa. Hija de esta guerra, la revolución bolchevique (1917) además de crear un estado que declaraba representar a los trabajadores, aspiraba a un nuevo orden mundial alternativo al capitalismo.
La ruptura en el socialismo internacional no fue solo entre reforma y revolución. La III Internacional significó la extensión de la mirada hacia el mundo colonial, a lo que se llamó la “cuestión de oriente”. Asia y América Latina entraron en este nuevo horizonte. Por eso la década de 1920 surgirían los Partidos Comunistas (México 1918, Brasil 1921, Chile 1922, Cuba 1927 y Perú 1928). Concebida como partido mundial, la III Internacional disciplinaba a sus miembros al libreto de Moscú. Perdida la idea de diversidad y originalidad de cada formación social, a pesar de su entrega y hasta de su heroísmo, los comunistas fracasaron en convertirse en fuerza de masas en casi toda América Latina.
III
La crisis de 1929 produjo una onda sísmica que sacudió todo el capitalismo, precipitando tensiones acontecimientos políticos de diverso signo, que fueron del triunfo del nacional socialismo en Alemania a las insurrecciones del tercer mundo. La caída brutal los precios de las materias primas y el colapso del comercio internacional alteró todos los anteriores equilibrios.
En América Latina, la década de 1930 se produjeron las insurgencias populares encabezadas por comunistas como las de Farabundo Martí en el Salvador y Luis Carlos Prestes en Brasil. En otros países los liderazgos correrán por cuenta de las corrientes nacional-populares, como el APRA, que encabezaría la insurrección de Trujillo de 1932.
En América Latina, entre los años treinta y cuarenta, lo crucial fue el surgimiento y consolidación de los nacionalismos populistas como movimientos de masas. El Apra en el Perú, el peronismo en Argentina (1946–1955), Getulio Vargas en el Brasil (1930–1945 y 1951 -1954), Rómulo Betancourt en Venezuela (1945–1948 y 1959 -1964), Rojas Pinilla en Colombia (1953–1957), desencadenaron procesos que, sea desde los movimientos sociales, sea desde el Estado, abrieron espacio a las clases subalternas movilizadas, primero por la crisis y luego por la coyuntura favorable que produjo la segunda guerra mundial, que tuvo a los imperios enfrentados entre sí.
(Chile es un caso excepcional. El fin de la táctica “clase contra clase” y la aprobación en el VII Congreso de la III Internacional (1935) de la política de Frentes Populares contra el fascismo, exitosa en Francia y España, permitió el triunfo del Frente Popular de Aguirre Cerda en 1938).
El populismo, que fue un intento de afirmación de soberanía y respuesta a las demandas populares sin cuestionamiento del capitalismo, significó un reconocimiento de derechos y redistribución, sin cambio radical de estructuras, lo que, a la vez permitía el empoderamiento popular, frenaba su desarrollo. El populismo hizo parte de la constitución de las identidades de los sectores subalternos y les abrió canales en las disputas por el poder, fue el modo de constitución de ciudadanía en América Latina la primera mitad del siglo XX y la manera de incorporación económica y política de la población, confrontando estructuras oligárquicas excluyentes.
IV
La revolución Boliviana de 1952 hija de la guerra del Chaco con Paraguay, fue un proceso del que surgieron medidas como el control obrero y derecho a veto en las minas, milicias armadas de campesinos y trabajadores, la destrucción del ejército (y la creación de uno nuevo), la reforma agraria, etc.
La Revolución es el hecho decisivo en la historia contemporánea de Bolivia, que hizo que surgiera una economía con gran peso estatal y una burguesía con tibios afanes por industrializar, pues su línea central fue la intermediación financiera y el comercio importador. Permitió una mayor articulación de la geografía nacional: el desarrollo del oriente boliviano es su producto. La reforma agraria (1953) eliminó el latifundio e inició la integración del campesino a la vida nacional, alterando las relaciones de poder en el campo. En lo político el voto universal cambió las reglas abriendo una mayor participación y una nueva composición social en la representación. Dio una legislación del trabajo y avanzadas leyes sociales. En lo cultural, clave fue el surgimiento una fuerte corriente indigenista aimara y quechua, que propugnó el respeto a la diversidad. Cambios que no llegaron a su plenitud, quedando truncos por sus limitaciones y la corrupción, pero el empoderamiento del campesinado y los trabajadores nunca pudo ser revertido del todo.
Dado el escaso desarrollo y su mediterraneidad, su repercusión internacional fue limitada. Sin embargo los primeros años, intelectuales progresistas del mundo visitaron el país interesados por la experiencia, especialmente la reforma agraria. Entre quienes asistieron a este país en ebullición, curioso y expectante, estuvo el joven Ernesto “Che” Guevara.
V
El otro acontecimiento que presenció el joven “Che”, que marcó la historia del continente y la suya, fue el golpe contra el presidente de Guatemala Jacobo Arbens, promovido por los EEUU en 1954.
En 1945 había sido electo presidente de Guatemala Juan José Arévalo, a quien los Estados Unidos, en los albores de la “guerra fría”, acusó de procomunista. En 1951 Jacobo Arbenz (ex ministro de Arévalo) lo relevó en el cargo y dió una tibia ley de Reforma Agraria. En este período de efervescencia social surgieron el Partido Guatemalteco del Trabajo y la Confederación General de Trabajadores de Guatemala, lo que era totalmente inaceptable para los gringos.
La aplicación de Reforma Agraria a terrenos apropiados por la United Fruit convirtió el conflicto larvado en guerra abierta. El Departamento de Estado convocó a la agresión a sus cómplices de Nicaragua y Honduras. El 18 de junio de 1954 Carlos Castillo Armas, financiado por la CIA, invadió Guatemala desde Honduras y Arbenz fue violentamente derrocado. El Che debió partir a México con la lección aprendida: para los EEUU democracia y la soberanía son meramente instrumentales, apelan a ellas conforme sus intereses. En México conoció a Fidel Castro y se embarcó en el Granma.
VI
En Cuba, lo que comenzó en 1953 como una rebelión anti-dictatorial, culminó con el ingreso de los rebeldes a la Habana en enero de 1959. Luego, la dinámica de la polarización interna y la confrontación al intervencionismo de los EEUU, iría radicalizando un proceso de democratización que devino en revolución socialista. Corrían tiempos de “guerra fría”, cuando enfrentar a uno de los poderes empujaba hacia el otro polo.
La Revolución aplicó medidas de gran implicancia social y política: reforma agraria, nacionalización de empresas estadounidenses y campañas de alfabetización, etc. Las agresiones agigantaron el liderazgo de Fidel y radicalizaron a las masas. Cuba se la jugó como solo lo hizo antes la naciente revolución de octubre. Fidel Castro en la ONU y el Che en la OEA fueron imagen y verbo inflamado, desafiante, de una revolución joven y hecha por jóvenes. El intento de invasión de Bahía Cochinos fue aplastado, pero persistió el afán desestabilizador y el sabotaje. El ciclo guerrillero que propiciaron en el continente, fue parte de una grandilocuente vocación heroica, que entraría en crisis con la muerte del Che en Bolivia en 1967.
El poderoso del norte nunca perdonó la insolencia. Cuba devino en nación acorralada y acosada. Mal ejemplo de dignidad y soberanía que debía ser castigado. Se le impuso el bloqueo económico y el aislamiento político, por el que paga aún hoy altísimo precio. Solo México y Canadá resistieron la presión de romper relaciones diplomáticas. La Alianza para el Progreso fue una de las respuestas para frenar revoluciones, la otra fue el encuadramiento de las FFAA de los países, adiestrándolas en la Escuela de las Américas instalada en el Canal de Panamá.
Cuba fue la línea demarcatoria en muchos sentidos. Políticos e intelectuales debían condenarla para obtener la credencial “democrática”. Cuestionada desde la democracia liberal, nadie, sin embargo, puede negar las formidables conquistas sociales en campos como la salud, la educación o la seguridad. No obstante las críticas que puedan hacerse, el saldo es positivo y un balance cabal de la revolución solo será posible cuando se tenga suficiente perspectiva histórica.
VII
Entre tanto, en Brasil el general Castelo Branco dio un golpe de estado al populista Joao Goulart en 1964. El general Juan Carlos Onganía hizo lo propio en Argentina contra Arturo Illia en 1966. Se inició así un ciclo de dictaduras militares que asolaría el continente los siguientes tres lustros. Con ellos se ejecutó la doctrina de “seguridad nacional” de la Escuela de las Américas: desarrollismo económico y políticas de contención social con represión y autoritarismo.
Esta orientación se desplegó en otros países. En Bolivia en agosto de 1971 el general Hugo Banzer Suarez (apoyado por el MNR) derrocó al general Juan José Torres y empezó un régimen militar y represivo que acabó en 1978. En Uruguay en junio de 1973 el entonces presidente Juan María Bordaberry disolvió las Cámaras de Senadores y Representantes y dio su auto-golpe en alianza con los militares.
VIII
Juan Velasco, Salvador Allende, Omar Torrijos, Héctor Cámpora y Juan José Torres inauguraron gobiernos que iban contra la corriente. Pero mientras los dos últimos fueron episodios de transición más o menos efímeros, los tres primeros marcaron la historia de sus países y del continente.
Velasco significó un corte decisivo en la historia de la república peruana; quebró la hegemonía oligárquica, su reforma agraria empezó el proceso de ruptura de la servidumbre rural, y sus otras reformas fueron un intento de soberanía y autonomía del Perú. Para Panamá, Torrijos representó el gran momento de afirmación nacional de este pequeño país desgajado de Colombia a inicios del siglo XX por los EEUU (para apropiarse del Canal), el cual pudo recuperar gracias al tratado con Carter en 1977. En Chile, Salvador Allende llevó hasta sus últimas consecuencias el proyecto de una vía pacífica al socialismo, el cual fue contestado por la derecha alentada por los EEUU, desencadenándose un intenso proceso político que concluyó con el golpe de estado de Augusto Pinochet el año 1973.
IX
Mientras el cono sur del continente americano entraba en la noche oscura de las dictaduras, en América Central el movimiento revolucionario ganaba impulso. El Frente Sandinista de Liberación Nacional derrocó en 1979 al dictador Anastacio Somoza, aprovechando el momento de incertidumbre de los EEUU tras su derrota en Vietnam en 1975. El gobierno revolucionario impulsó medidas como la alfabetización, la reforma agraria, etc. La victoria sandinista incentivó a otras insurgencias centroamericanas, especialmente en El Salvador y Guatemala, donde años después se producirían procesos de negociación para la paz.
Sin embargo “la contra”, movimiento armado que actuaba desde Honduras y era financiado por los EEUU, gobernado desde 1980 por Ronald Reagan, prolongó el conflicto. Una larga guerra de desgaste al “sandinismo” que lo forzó a convocar a unas elecciones que perdería en 1990.
La derrota electoral del sandinismo coincidió con otro hecho crucial para las izquierdas: el fin de los “socialismos reales”. Se alteraba el equilibrio mundial y la correlación de fuerzas de modo estratégico, se rompían paradigmas y el sentido común progresista hasta entonces hegemónico era desplazado por el nuevo consenso neoliberal.
X
El trauma de la derrota de Vietnam había impuesto al imperio norteamericano la urgencia de redefiniciones. Aquí es cuando aparece Jimmy Carter (1977) y su discurso sobre derechos humanos y democracia, que reorienta la política de los EEUU en América Latina. Empieza el fin de las dictaduras, debilitadas sin el patronazgo yanqui.
Pero la década del ochenta fue también escenario de la crisis de la deuda externa, cuando los organismos internacionales imponían políticas de ajuste para asegurar que países en bancarrota siguieran pagando a los bancos a costa del sufrimiento de sus pueblos. Así se construyó la década perdida.
Las democracias volvieron en el continente y con ella las viejas elites políticas expulsadas por los militares recuperaron el poder e impusieron el proyecto neoliberal emanado del consenso de Washington. Pero ¿cómo combinar un modelo político de derechos con un modelo económico social de exclusiones? Es difícil construir un sistema democrático cuando al mismo tiempo se margina y empobrece a amplios sectores de población.
No perdamos nunca de vista, y esto es clave, que fue el fracaso del neoliberalismo en América Latina, el que abrió el camino a una izquierda a la que, tras el derrumbe del muro de Berlín, se consideraba definitivamente inviable.
XI
La izquierda latinoamericana que ganó protagonismo desde inicios del nuevo siglo asumió formas específicas en cada país: a partir de la peculiaridad de las herencias neoliberales, del lugar más o menos protagónico de los movimientos sociales y de la trayectoria histórica de sus izquierdas. La diversidad de izquierdas y discursos políticos y los subsecuentes regímenes, resultaron de amplias convergencias político-sociales que articularon movilización popular con la asunción de vías electorales.
De regreso del radicalismo insurreccional de los 60s y 70s, nuevas estrategias empezaron a formularse con éxito. Estas izquierdas asumieron la dimensión nacional como punto de partida para la inserción negociada en lo global. En nombre del interés nacional reivindicaron los recursos naturales. Revalorizaron al Estado como ordenador de la diversidad social y factor clave de la articulación externa. También regulador de aquello que el mercado ni resuelve ni es competente.
En 1998 irrumpió Hugo Chávez. Ganó ampliamente las elecciones y asumió el gobierno en febrero de 1999. Lo hizo a su estilo pugnaz y confrontacional. El chavismo como huracán tropical sacudió Venezuela y el continente. La experiencia nacionalista bolivariana fue producto de la revuelta popular contra el viejo régimen corrupto, y Chávez fue su expresión política. El antecedente crucial fue el “Caracaso” de 1992 de resistencia al plan de ajuste neoliberal implementado por el régimen corrupto de Carlos Andrés Pérez.
El proyecto bolivariano, el llamado socialismo del siglo XXI, desplegó una política que cuestionó la forma excluyente de reparto de la renta petrolera, permitió el despliegue de una amplia movilización social popular, la politización de las FFAA y tuvo una enorme vocación de incidencia en la política continental, apostando por la soberanía frente al imperio. La apuesta y sus alcances continentales eran enormes, lo eran por lo tanto también los riesgos.
Tempranamente se desató contra Venezuela una guerra de baja intensidad. El 11 de abril del 2002 un intento golpista de la cúpula militar, la derecha política y el empresariado, proclamó presidente de la República a Pedro Carmona, el cual fue reconocido de inmediato por los EEUU. Derrotado por la movilización popular, el golpe fue más bien un detonador que permitió al chavismo pasar a la contraofensiva. Fue el momento de quiebre, aún más importante que la propia victoria electoral de 1999 iniciándose la etapa de auge del chavisno, que se vio favorecida con el alza de los precios del petróleo.
Pero la derecha golpista se reorganizó y, con el auspicio de los EEUU, empezó la larga marcha del desgaste económico y la presión política que, sumados a los propios errores del proceso, condujeron a Venezuela a la crisis económica y política.
En similar perspectiva se sitúan Evo Morales, quien recupera la tradición nacionalista y popular de Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, quien logró sacar a su país de una inestabilidad política arraigada. Sus apuestas son por la transformación en democracia, capitalizando el desgaste de las viejas clases políticas y la dinámica de los movimientos sociales, asumiendo la democracia más como una forma de organización social igualitaria que como mecanismo institucional. Aceptan los riesgos de la globalización, refuerzan el rol Estado en la producción y la redistribución, y reivindican los recursos naturales para financiar las políticas públicas.
De otro lado, el PT brasileño, el socialismo chileno, el Frente Amplio uruguayo y el peronismo argentino, venían de luchas contra dictaduras militares, lo que los distanció del viejo discurso de izquierda, internalizando la democracia como eje central. Su apuesta era configurar alternativas al neoliberalismo hegemónico, en un contexto de globalización. Pragmatismo en lo económico y énfasis en lo social: políticas de crecimiento para asegurar programas sociales. Aprovecharon el ciclo de alza de precios de las materias primas que produjo bonanza fiscal. Una nueva visión de los procesos de regionalización e inserción de América Latina en el mundo globalizado, les hizo impulsar mecanismos de integración regional, la complementación energética y productiva y la coordinación de la política exterior. Asumieron la lucha contra la exclusión social evitando — no siempre con éxito- el choque frontal con la derecha. Aceptaron las reformas neoliberales reconociendo sus limitaciones y propusieron programas contra la pobreza y la exclusión. Si un logro de esta izquierda fue reconocer la complejidad de los escenarios en que debían aplicarse las grandes ideas, el precio de dejar el ideologismo fue abandonar principios esenciales, pasando del pragmatismo al oportunismo.
Por su significación, el PT merece mención aparte. De sus banderas y luchas originarias de un perfil más socialista, queda poco, consumidas entre acuerdos con el gran capital, medidas de ajuste y burocratización. El PT se asoció a corporaciones petroleras, constructoras, capitales agroindustriales y entidades financieras para afianzar el liderazgo de Brasil en América Latina. Su crisis empieza el 2013 con movilizaciones juveniles y las huelgas que mostraban un descontento social que la derecha aprovechó. El PT jugó a la negociación por arriba y una de las consecuencias de esta política fue bajar la intensidad de la movilización social y política por abajo. Salpicado por la corrupción, el PT enfrenta hoy el cerco de una ofensiva mediático-jurídica de la poderosa derecha brasileña y que es auspiciada desde los EEUU, que sabe que para desmontar el entramado progresista construido en América del Sur, Brasil es la pieza clave.
XII
Tras una década a la defensiva las derechas del continente rearticularon sus fuerzas a partir de los bastiones de poder que conservaron casi intactos, particularmente en los grandes medios de comunicación, desde los cuales fueron estableciendo agendas, deformando realidades y preparando el terreno para la contraofensiva.
La crisis del 2008 precipitó los reacomodos de fuerzas. La economía mundial se ralentizó, y aunque el gigante chino mantuvo un tiempo capacidad de arrastre respecto a América Latina difiriendo la caída, la disminución de la demanda mundial de materias primas golpeó nuestras economías, cuyas matrices productivas no han sido modificadas en sus fundamentos. El problema fue entonces cómo redistribuir en economías que no crecían. Venezuela entró en trompo y Brasil empezó a tener problemas serios. La crisis erosiona al gobierno de turno, sea cual fuere su signo ideológico.
De otro lado, los Estados Unidos no podían permitir que el Mercosur se afirmara como proyecto sub-regional autónomo. Sus TLC o TPPs, diseñados en favor de las transnacionales y los estados poderosos, no armonizan con los proyectos de soberanía económica. Por eso promovieron un Acuerdo del Pacífico contrapuesto al Mercosur en el cual alinearon a sus Estados incondicionales, México, Colombia, Chile y (lamentablemente) Perú. Obviamente tampoco les agradaba UNASUR como espacio de soberanía política.
América Latina, convertida en otro territorio de la disputa hegemónica entre EEUU y China, exigía a los primeros socavar los proyectos autónomos, pues su diseño estratégico, al haber perdido la batalla comercial, se concentra en lograr los posicionamientos y alineamientos político-militares geoestratégicos. Para lograrlo alienta a las derechas retrógradas y sin proyecto nacional a recuperar el control de los estados.
Un tema que requeriría de análisis aparte es el de las clases medias. En Venezuela estuvo opuesta casi desde los inicios al chavismo, pero fue radicalizando su rechazo, conforme la situación económica las empobrecía. En Argentina en cambio, el Kitchnerismo dio oxígeno a una clase media en cuidados intensivos, la que, una vez salida del coma al que la llevó el neoliberalismo, se puso de a la cola de la derecha macrista.
Un último y crucial problema es el de la corrupción. Real y contundente, fue resultado no solo y no tanto de las vocaciones de enriquecimiento de los individuos, como de la misma naturaleza de la democracia liberal, anclada en costosas campañas, maquinarias publicitarias y clientelaje, todo lo cual requieren ingentes recursos. Convenientemente publicitada por los medios de comunicación de la derecha, la corrupción produjo el desgaste de gestiones de gobierno prolongadas y que pasaban por dificultades.
XIII
Al reflexionar sobre el ciclo que parece llegar a su fin y lo que nos dejan como grandes lecciones, es bueno tener en cuenta algunos elementos.
El primero es que se trató de exploraciones sobre nuevas vías más no recetarios o modelos a ser aplicados. Es fácil ahora señalar sus limitaciones e incongruencias respecto a eventuales paradigmas ideológicos, pero es indiscutible que permitieron la construcción de sujetos sociales, empoderaron a los de abajo y variaron los sentidos comunes. Podría decirse que adquirió sentido aquello anunciado por Fidel Castro en la II Declaración de la Habana: “Ahora sí la historia tendrá que contar con los pobres de América”.
Lo segundo es que el cambio se da en medio de una crisis capitalista, con otra situación de los aparatos estatales y regímenes poco sólidos económicamente y con menor control sobre los movimientos sociales. Desmontar lo avanzado por los años de gobiernos progresistas no será fácil ni sin resistencias. Si la derecha gana las elecciones en Brasil ¿Cómos sería ese régimen? Débil, inestable, enfrentando luchas sociales. La fuerza social que dio sustento al progresismo y los sectores populares que buscan el cambio siguen actuando, y continuarán expresándose en los mismos u otros proyectos políticos.
Lo tercero es que no solo se trata de la disputa entre modelos económicos. El capitalismo imperialista es mucho más que una economía. En su etapa actual de crisis hegemónica y de acumulación expoliadora es un sistema que funciona como una guerra contra los pueblos, como un modo de acumulación por exterminio, basta ver como ha dejado el oriente medio para entender de lo que hablamos. Ese futuro no nos es ajeno. México es un espejo en el que deberíamos mirarnos. Los miles de muertos y desaparecidos no son una desviación, sino su núcleo, cuyas partes integrantes, de la justicia al aparato electoral, de la escuela a la academia, le son funcionales. Los hechos de Ayotzinapa y Nochixtlán muestran cómo funciona hoy el sistema.

Entrada destacada

EL ORO DE LA OLLERIA

Esta leyenda viene a explicar la historia del Distrito Santa Cruz de Flores. Santa Cruz de Flores, Cañete Perú. Quienes tienen que regar sus...