Esta leyenda viene a explicar la historia del Distrito Santa Cruz de Flores.
Santa Cruz de Flores, Cañete Perú. |
Quienes tienen que regar sus terrenos en la zona denominada “La Ollería” cuentan con mucho temor, que muy tarde, por las noches, en el mes de mayo, han oído un lúgubre sonido de campana, en un lugar no definido del Distrito Santa Cruz de Flores, “poniendo los pelos de punta al más valiente”.
Los aborígenes posiblemente llegaron de la zona sur del Perú, de los pueblos vecinos del hoy Cerro Azul o los navegantes de Tambo de Mora, de acuerdo a su cosmovisión se apostaron en unas de las faldas de los cerros, lugar que muchos años más tarde le dieron el nombre de La Ollería.
Como eran muy buenos pescadores, armaron balsas con totoras que había en los aguajales, tejieron redes con hilos hechos de un algodón silvestre y finalmente hicieron un gran descubrimiento.
En las orillas del mar, en la que hoy conocemos como “La Ensenada”, el golpe de las aguas del mar habían socavado los cerros, llegando a formar una caverna, con una enorme entrada, el túnel tenía un recorrido de cuatro kilómetros, esta cueva tenía más de un orificio de salida, una de ellas desembocaba en la Ollería, la llaman hasta hoy “Hueco Jediendo”, la otra salida del túnel quedó sellada, secretamente guardada. Los pobladores recorrían los vericuecos de esta caverna y muy pronto le dieron utilidad práctica. Cuando iban a pescar se introducían en ella y salían a la playa, con el producto de la pesca hacían el recorrido hacía sus hogares. Los pasadizos eran oscuros y había que prender antorchas, otro peligro era que el mar inundaba los túneles, en horas de marea alta arrastraba muchos deshechos desde la playa, especialmente cuando el río del valle aumentaba su caudal, arrastrando mucha vegetación.
Pasaron miles de años, hasta que se dieron cuenta que había un lugar que brillaba con la luz de las antorchas, era un metal que contenía un valor incalculable, poseía un color dorado, no se oxidaba fácilmente. Se trataba de un filón de oro, entonces comenzaron a extraerlo para confeccionar objetos durables, que adornen sus vestimentas. Por tal motivo la veneración al lugar, especialmente al cerro fue constante, incluso le llevaban ofrendas naturales.
Un día, los pobladores se enteraron de la presencia de hombres barbudos, andaban por la playa, que parecían formar un solo ser con sus caballos, luego se enteraron que eran dos seres diferentes; pero se enteraron también que a donde iban sembraban la tierra con cadáveres. Ellos llevaban en sus manos lanzas que arrojaban fuego y estaban enloquecidos por el oro, tenían informaciones que en el lugar existía en cantidad. Los pobladores decidieron cerrar la boca de la cueva que llegaba hasta el lugar del filón, se aseguraron en no hablar del oro, hacerlo sería morir en manos de esos hombres, que ya habían colocado una cruz en la cumbre del cerro, en señal de dominación cristiana.
El jefe del poblado era un aborigen, corpulento e inteligente, un líder que protegía a su pueblo de las incursiones enemigas venidas desde el mar, se llamaba Tika, cuyo significado en lengua Qolla era “Flor”, él había sido preparado en el ejercito inka, ahora hacia frente a gente muy diferente a ellos. Después de haber hecho una férrea defensa de su zona, fue hecho prisionero, con muchos de sus hombres entre ellos el general Yenko líder de Los Huarcos. Les obligaron bajo amenaza de muerte a confesar de dónde sacaban el oro que encontraron en sus cuerpos, ya habían huaqueado todo el lugar, las tumbas de los principales habían sido saqueadas.
Los españoles enfurecidos por el silencio de los prisioneros, fueron asesinando uno a uno, a Tika lo dejaron para el final, lo llevaron a su palacio que se ubicaba en la entrada del pueblo actual, mataron a su familia en su presencia, pero no habló. Finalmente lo condenaron a la pena del garrote, atado de pies y mano, le pusieron una soga en el cuello, empezaron a ajustar, mientras lo conminaban a confesar dónde quedaba la veta de oro; pero él no dijo una sola palabra, fiel al juramento que hiciera con los suyos.
Finalmente le faltó el oxígeno y murió, con Tika se fue el secreto del lugar en donde se encontraba el filón de oro.
Han transcurrido más de 500 años y jamás se supo el sitio donde se encontraba el filón de oro que tanto buscaban los españoles, pero de tiempos no establecidos se comenta que ciertas noches de mayo, se escucha el sonido de una campana, como si fuera un triste lamento de Tika, que al hacerlo pidiera descanso, queriendo indicar a la gente de hoy, que el gran filón está entre los cerros del lugar.
Algunos pobladores, guiados por el cura del lugar, comentan que el filón de oro ya entró en posesión del demonio, señalando que se ha colocado varias cruces al cerro, para que no vuelva el diablo por el lugar, y no hay nada más que hacer.
Leyenda encontrada con distintas versiones en el lugar. Se ha recopilado el texto para explicar el origen pre- inca del Distrito y comprender el nombre original de flores, vocablo dado por el jefe de la resistencia de nombre Tika… Trabajo realizado por la Institución Educativa “Jesús Divino Maestro” Santa Cruz de Flores, Cañete, Región Lima Provincias. Año 2024.
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