miércoles, 16 de octubre de 2024

EL BRUJO MAYOR DE COAYLLO

 

Coayllo es un pueblo misterioso por donde se le mire. Debido a su fama de brujos y demonios los occidentales construyeron una capilla en la cima de un cerro, no fue tal fácil reemplazarla por una cruz, según la adivina Lourdes la pequeña iglesia está allí para espantar los malos espíritus. Aún no está registrado el año, el día ni la hora de un cónclave de curanderos, algunos dicen que la sede fue en Santa Cruz de Flores, otros aseguran que fue en el valle de Calango.

 Pastor Chávez, un mestizo lector del libro de San Cipriano, fue el representante de la tierra de los nísperos, apareció por las calles seguido de una culebra, la presencia de dicho animal elevó la temperatura, haciendo que se quitaran la ropa los habitantes de ambos lugares. Los pueblos mantienen en su memoria aquél encuentro. Hasta hoy es comentado oralmente estos episodios  tenebrosos. Al término, uno de los acuerdos fue la construcción de la ermita. Era necesario porque el calor que producía la presencia del reptil, venia secando ríos y lagunas por Ukira,  pronto convertiría en infierno el pueblo de Pastor Chávez, dicho animal lo seguía como sigue un perro a su amo, despedía una baba como marcando el camino.

 Pastor, era el único hombre en dicha reunión, los demás representantes de cada pueblo eran todas mujeres, ellas tenían como mascotas gallos de plumaje negro, sapos gordos y bocones, lechuzas de ojos saltados infernales de color rojo. Las brujas siempre cuidaban de sus acompañantes, dejarlos sueltos era un peligro, ya que entre ellos se miraban con desprecio. El canto del gallo helaba a la serpiente, el ronquido del sapo le quitaba la voz al gallo, los ojos de la lechuza impedía que la lengua de la culebra se estirara. A ella nadie la quería, por eso salió a visitar los cerros, aquél día de su desaparición su amo durmió veintisiete horas seguidas. Bajar al río no le permitieron, trepó hacia las alturas… la maldita víbora no regresó hasta la actualidad.

Al tercer día, los niños contaron de la aparición de columpios en lugares desolados. En ese espacio existen hoy iglesias o cruces de madera. Pasado el tiempo la entonces niña Camila Arias, nos habla de los diálogos que tuvo con su abuelo Federico. Es tiempo de rezar hija le dijo acariciando su frente.

-          Es cierto papito que donde está la iglesia había un columpio empujado por el viento.

-          No era el viento Cami, mi padre que fue mecido muchas veces, me contó que el de su espalda le hacía preguntas  ¿Cómo está tu mamá Lupe? La buscaban por Azpitia y por todo el río, ella recitaba poemas montada en su burrito. Más que poemas eran oraciones contra ese maldecido viento que sopla en las tardes por toda la plaza.

Hoy con 60 años de existencia la niña Camila y su amiga Lourdes, caminan con la foto de su abuela Guadalupe, exponen el porqué nuestro Distrito se ubica en la otra orilla del pensamiento, volviendo a creer en su flores bellas, sus delicadas frutas, todas ellas bajo el amparo del Cerro Patrón, Apu que tomó el camino correcto de enfrentar al mal, él desde su cima nos cubre con su bendición.

 Es viernes, Don Victor me invita una copa de vino, el anciano chapa su bastón de cinco patas y me dice:

-          No crea en esas cosas Auxiliar, que si nos vamos al otro mundo, aquí en Flores seguirán peleando el día con la noche, el wayra aparecerá y desaparecerá llevándose una copa de Pisco, para brindar en el más allá.


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