Por: Róger Rumrrill
A más de 4800 metros sobre el nivel del mar en la cárcel de Tiquina en el lago Titicaca hacía un frío polar. Una veintena de presos —entre ellos Evo Morales— nos apretujábamos para darnos un poquito de calentura.
Evo Morales Ayma, el máximo líder de las seis Federaciones de Cocaleros del Trópico del Chapare y Cochabamba, dormitaba con la cabeza hundida entre las piernas. Uno de los marinos se acercó a nuestro grupo y casi en secreto, susurró:
—Evo, Evo, te quieren matar. Pero nosotros te vamos a proteger.
Evo Morales levantó la cabeza y miró soñoliento al militar a tiempo que éste repetía:
—Te vamos a salvar. Pero eso sí no te olvides de nosotros cuando seas presidente.
Era la madrugada del 18 de abril de 1996. Dos días antes, el 16, se había instalado bajo la presidencia del dirigente cocalero peruano Genaro Ccahuana el congreso internacional de productores de hoja de coca en el hotel “Ambassador” en el balneario boliviano de Copacabana. El día 17 llegó Evo Morales procedente de Santa Cruz y pocas horas después, en un espectacular operativo militar, cercaron el hotel, nos apresaron y en tres camiones portatropas nos condujeron hacia la cordillera.
El convoy militar, luego de avanzar varios kilómetros, salió de la carretera y se desplazó por colinas y cerros y se detuvo. El contralmirante “Nano”, el jefe del operativo, se bajó de su jeep y con su teléfono inalámbrico se puso a discutir con un interlocutor invisible. Un poco más tarde supe, por su propia versión, que estaba recibiendo la orden de no matarnos.
Mientras me interrogaba en Tiquina, me preguntó:
—A Ud. le observo que anota todo en un cuaderno. ¿Por qué?
—Porque soy periodista y todo lo que está ocurriendo se sabrá muy pronto-, le respondí.
—Bueno, un periodista les salvó la vida-, dijo con un tono de perdonavidas.
En efecto, en el momento en que la tropa asaltaba el hotel “Ambassador” y apresaba a Evo Morales y al grupo que lo acompañaba, el corresponsal de la BBC de Londres se paseaba por Copacabana y al ver el operativo comenzó a indagar sobre la operación militar. Supo que entre los detenidos estaba Evo Morales Ayma, declarado ya “enemigo público número uno de Bolivia” porque se negaba a aceptar la erradicación de la hoja de coca, una condición irrevocable que había puesto Estados Unidos a cambio de prestar algunos millones de dólares al gobierno de Sánchez de Lozada para equilibrar la precaria balanza de pagos.
El periodista de la BBC, desde una cabina pública, informó a su central en Londres sobre la detención de Evo Morales y segundos después era noticia mundial. “No los maten porque ya todo el mundo sabe que ustedes los llevaron vivos”, fue la orden que recibió “Nano”.
EL SECRETO DE SU PODER
Testigo de su carisma, de su intuición política y de su popularidad en el Chapare y Cochabamba y en una travesía por la Unión Europea para explicar que la coca no es cocaína, en reuniones en Montreal, París, La Paz, Lima, me he preguntado donde reside el secreto del poder de Evo Morales Ayma, el secreto de su poder político que lo han convertido a él y a su gestión gubernamental, de acuerdo a los analistas políticos internacionales, como el autor del mayor y más profundo parteaguas e inflexión en la historia de Bolivia.
Para saberlo, he interrogado y consultado en mis viajes con él por América Latina y Europa y sobre todo en Bolivia a sus amigos y adversarios, políticos, empresarios, periodistas, intelectuales, líderes cocaleros e indígenas del Isiboro-Sécure.
La respuesta ha sido unánime: es un hombre tan honrado que si le cuelgan de los pies no le cae nada.
Además, nunca se ha alejado y se ha desligado de sus bases.
Los cocaleros han sido, son y serán su soporte político fundamental. Un ejemplo de ello es que en el XI Congreso Ordinario de la Coordinadora de las seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, de julio de 2012, fue reelegido como el líder de los productores cocaleros del Chapare y Cochabamba.
CONSTRUCTOR DE PODER
Evo Morales Ayma, nacido en Orinoca el 26 de octubre de 1959, es un constructor de poder político. Recuerdo muy bien su estrategia formulada en las reuniones con sus bases. Vamos a construir poder. Primero, convenceremos a los bolivianos sobre la legitimidad de nuestra causa: la defensa de la hoja de coca. El segundo paso será ganar las municipalidades de todas las regiones cocaleras de Bolivia; el tercer paso será el Congreso y el cuarto ganar el gobierno para la conquista del poder.
El proceso de construcción de poder se inició a principios de los noventas durante el gobierno de Hugo Banzer: miles de cocaleros marchaban a lo largo de 600 kilómetros desde Cochabamba hasta La Paz, recibiendo la solidaridad de los bolivianos. Cuando esta fase se agotó, participaron y ganaron las elecciones municipales en todas las regiones cocaleras. En 1997, para pasar a la tercera etapa de esta proceso de construcción de poder, la Confederación de Trabajadores del Trópico de Cochabamba se fusionó con el Movimiento al Socialismo (MAS).
Las condiciones ya estaban dadas para transitar a la siguiente fase. El 2002 se produjo el primer intento de llegar al gobierno. Pero las elecciones fueron ganadas por el Gonzalo Sánchez de Lozada. Sin embargo, el MAS obtuvo 27 diputados y 8 senadores. A partir del 2003, 2004 y 2005 las luchas sociales obligaron a renunciar primero a Gonzalo Sánchez de Lozada y luego a su sucesor Carlos Mesa Gisbert. La vieja oligarquía boliviana y su aparato político se derrumbó: el terreno estaba preparado para el triunfo de Evo Morales Ayma en las elecciones del 2005 y su asunción al poder el 22 de enero del 2006.
En un momento de la celebración, le dije: “Hemos llegado al poder”. Me miró fijamente y me dijo con firmeza:
—Sólo hemos ganado el gobierno. El poder lo tienen los grupos nacionales e internacionales que siempre han mandado en Bolivia. Pero vamos a ganar y conquistar el poder.
(Artículo publicado en Diario UNO, el 2 de noviembre de 2014)