miércoles, 21 de octubre de 2015

Epílogo de "Canción del Silencio"




BALADA ANDINA, texto del libro "Canción del Silencio"

Canción del silencio ha logrado su tercera edición. Y en todo el tiempo desde su publicación, hace tres años, su autor, el profesor Juan Ladislao Ramírez Chacaltana, ha conseguido hacer de ella una herramienta de formación escolar. Gracias a su obra, muchísimos estudiantes han participado en concursos literarios y han reflexionado sobre la violencia política en el país a pesar de su tierna edad. Es decir, gracias a su autor, la novela ha abandonado el margen estrictamente literario para cumplir funciones sociales y políticas.
También y como parte de esta proyección cultural, se ha logrado una primera versión de la Canción del silencio, en la voz de Junior Gavilán, con los arreglos y la primera guitarra de Nicolás Bendezú, acompañado en la segunda guitarra por Chingle Canchari. Una balada andina de hondo sentimiento que sirve de base al mundo reflexivo y emotivo de Cirilo.
Conocemos de cerca a Juan Ladislao Ramírez y  todo el grupo de intelectuales y activistas que en Ica participan orgánicamente de la difusión cultural y política. Nos ha sorprendido varias veces el nivel de las diligencias que este conjunto de peruanos comprometidos con su pueblo, consigue. Y nos hemos sentido dichosos al comprobar una vez más en la realidad concreta y no en el discurso, que no es cierto que los niños no comprendan los grandes temas, lo hacen y muy bien. En las actividades referidas casi siempre está presente la niñez, pues a Juan Ladislao Ramírez y a sus compañeros les preocupa profundamente el Perú del futuro y por ello reflexionan sobre su pasado desde el mundo onírico, lúdico y concreto de la infancia. Y entonces, no podemos dejar de ver en esos niños y niñas a Cirilo, nuestro personaje, el niño que se hace hombre en una sociedad violenta, fragmentada, individualista; pero que guarda aún en sus entrañas nuestro colectivismo ancestral y dedica su vida en formación a entender el Perú para transformarlo.
En la obra de Ramírez Chacaltana la niñez y la juventud ocupan un espacio privilegiado, aquel que gira en torno al cambio social y al respeto por el arte y la cultura. Ramírez no inmoviliza ni subestima a los niños, por el contrario, entiende a la niñez como un punto de partida, como el momento en donde se toman decisiones de cómo procesar el mundo que nos rodea, el mundo que conformamos. Frente a una niñez idiotizada a conciencia por los medios de desinformación, por los programas nacionales de educación y por los poderes fácticos en perversa alianza como antes el hacendado, el prefecto y el cura; el profesor Ramírez Chacaltana nos entrega –en la vida y en la obra-, niños que piensan, niños que se rebelan, niños que crean, niños y jóvenes dignos. He ahí la importancia de Canción del silencio, voz que se levanta en la monotonía, grito de protesta, estética de la rabia y la paciencia colmada.
Ya en el Prólogo del año 2012, advertimos que la obra “nos presenta la visión de la pequeña burguesía rural, intelectualizada, que lejos de adherir a un discurso mesiánico, represivo o indolente, busca en las raíces nacionales su identidad”, y saludábamos aquello, no obstante extrañábamos al pueblo. Creemos ahora que en tres años la obra ha servido para elevar la conciencia de nuestros niños y por lo tanto se ha proletarizado, es decir se ha acercado a sus fuentes.
Estamos por ello complacidos con el trabajo de Juan Ladislao Ramírez Chacaltana y del compromiso que tiene con su pueblo. En este sentido quedaremos pendientes del desarrollo de su magisterio y participaremos -no solo como espectadores- de esa segunda parte que ha prometido entregar, aquella en donde Cirilo concurre a la transformación de la Patria. ¿Quién sabe y esté en sus aulas uno de los niños o una de las jovencitas, llamados a liderar esa necesaria revolución social que el Perú requiere? Tal vez esa segunda parte se esté gestando extraliterariamente como le gusta a Juan Ladislao, gracias a sus clases y a su novela, gracias a su actividad de reivindicar a la niñez. Acaso, el mundo del pan y la belleza llegue pronto.

Martín Guerra


Ladislao en compañía de los músicos: Nicolás Bendezú, Omar Gavilán y Chingle Canchari.


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