Cerca del pueblo SANQUIMAYO, cuyos vocablos quechuas
relacionan al fruto silvestre llamado SANQUI Y MAYO al río, infaltables a más de 3500 m .s.n.m. Habitaba en
una choza elaborada con piedras, tallos de Sanqui e ichu INTI, tenía aproximadamente veinte años,de color cobrizo, parco, con un profundo amor a la naturaleza,su compañía era un animal
bastante pequeño, cuyo color a la tierra o piedras le permite camuflarse entre
los cerros, semejante a un polluelo; las diferencias estaban en su cabecita,
pico y patas alargadas, que le daban un aire femenino.
En una de sus
visitas descubre a Pisacca, la indefensa ave que se ve despojada de su manto
rojo, después muerta para preparar un riquísimo caldo al estilo de su pueblo (con
el infaltable maíz pelado). Al volver de pastar sus animales Inti, muy
preocupado preguntó a su mamá dónde estaba Pisacca. Doña Urpiana que se
mostraba alegre por haber preparado el potaje responde:
- He hecho caldo ¡pela! como a ti te gosta hijo...
- He hecho caldo ¡pela! como a ti te gosta hijo...
Foto: Ambar Gavilán |
El joven, no pudo contener su tristeza, lejos de recriminar a su madre, salió de la choza miró
al río y se puso a llorar, no quiso comer el delicioso plato que se encontraba
al costado de la casa, sobre una piedra, sólo pensó en coger el hueso más largo
de su amigo, el pequeño animal, para luego elaborar una quena.
Al primer toque
resultó una melodía muy hermosa con tono a Yaraví; abandonó la estancia, se
echó a andar cuesta abajo. Camino a Uchumiscca. En el camino dos zorras alertadas por el
sonido de la quena conversaban: “Qué bonito toca su música ese joven”,
respondiendo la otra: “sí, vamos a decirle que nos preste” .Las astutas zorrras
se convirtieron en dos hermosas mujeres y fueron al encuentro de Inti, quien no
dejaba de tocar por todo el camino, pensando llegar al pueblo del Ingenio. Al
acercársele lo saludaron muy atentamente, alabándole y diciéndole que la
melodía que él tocaba nunca se había oído por todo el verde valle de Sonconche,
pidiéndole una de ellas la achinada:
_ Préstame tu quena.
Inmediatamente, Inti dio respuesta
_ No señoritas, pensó un pequeño segundo - no puedo prestar mi quena a quien no
conozco - No había terminado de hablar cuando le dijeron:
- Somos profesoras
de Palco, hemos venido a recoger flores de Ccantu.
Accedió el joven a entregarles por un momento e hueso de
Pisacca con manos no firmes, temblorosas como dudando; las zorras ni bien
tuvieron el instrumento en las manos se
echaron a correr a una cueva al oeste del camino, a unos doscientos metros. Inti
muy desesperado persiguió a las hábiles mentirosas, quienes ya habían vuelto a
convertirse en ágiles zorras.
Al identificar el escondite mediante el rastro, el joven,
muy cansado tiende su poncho se sienta
reposando su cabeza sobre una piedra, retoma su ejercicio mental, Después de
dos horas de descanso pensó que se encontraba solo, no quería abandonar el
lugar pues eso significaría perder su quena. Ya en la oscuridad baja al río a
beber las diáfanas aguas que reflejaban su silueta, al fondo divisaba la luna, cuando en ese momento, como cómplice de la noche, una chiririnca, aquél animal
negro y verde parecido a un moscón que hace su aparición ni bien llega la muerte, haciendo un poco de ruido se presenta. Le plantea que se haga el
muerto en la puerta de la cueva, que ella aparecería a rondar su cuerpo.
_ Así las zorras
pensarán que estás muerto.
Intincha, que así lo llamaban en Sonconche, le agradeció la genial idea.
Intincha, que así lo llamaban en Sonconche, le agradeció la genial idea.
– Gracias hermanita. Tal vez sea mejor quedarme
ahicito eternamente.
No bien amanecía en el lugar pactado, se encontraba el joven inerte, con el sol que aparecía en el abra de aquillane, vino la
chiririnca a rondar el cuerpo de Intincha.
Una de las zorras, al escuchar el ruido de animal negro
que volaba sobre la cabeza del músico, comunicó a la otra la fatal noticia. Se
acercaron al supuesto cadáver:
_ Pobrecito, murió de pena.
Tocándole su boca también decían:
_ Cómo tocaba su quena por esta boquita.
Una de ellas llegó a tocarlo con sus labios, reaccionando
Inti a la velocidad del rayo, cogiendo la quena hecha del hueso de Pisacca,
brotando la alegría como el agua en el puquial. Las zorras, asustadas volvieron
a su escondite. El plan elaborado por la chiririnca fue exitoso,el insecto que muchas veces
observa la lucha entre la vida y la muerte, experiencia obtenida para vencer a
las zorras, estaba feliz.
Momentos después la mosca fatal le pregunta a Inti_ ¿A dónde te
diriges? _ Inti le contestó: _ Voy hacia la costa con la pena de dejar los
cerros, los ríos y las aves.Siento que por un tiempo no podré compartir la vida
con mis animales, también comprendo amiga, algún día nos encontraremos y tu
plan será real, ya no una simple treta_ La chiririnca haciendo un poco de
filosofía: _ Es verdad, hoy estoy en Sonconche, voy viajando al pueblo de Ocaña, pués ahí donde se acaba la vida compartiré la muerte.
Relatos Sonconchinos,( La Pacccha 1997)
Relatos Sonconchinos,( La Pacccha 1997)
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