martes, 3 de noviembre de 2015

Los diques y la margen izquierda del río Ica.

Los diques y la margen izquierda del río
En la foto el dique Saraja

Ica, cuenta con una defensa natural; estamos hablando de la inmensa pampa de arena (hoy San Martín de Porres, ayer conocida como "Los gentiles") que llega justo hasta donde se inicia el último dique (Saraja), construido para defender la ciudad de las inundaciones.

El primero fue hecho en el pasaje “El Dique”, aquel lugar heredó su nombre y se encuentra entre la Urbanización Pedreros y La Esperanza. Se cuenta que fue diseñado por el gringo Charles W Sutton. Años después se construiría el dique Socorro, que avanza desde el Hospital Socorro hasta el puente del mismo nombre, el cual tenía sus compuertas de madera  que permitían que el agua reingrese a su cauce. Tuve la suerte de verlas en acción el año 83.

Si El Niño se presenta haciendo travesuras y más juguetón que el del 98, podríamos ver al dique Saraja resguardado por las fuerzas del orden, ya que siempre nuestro río se desborda entre San Juan Bautista y Los Molinos.

Al otro lado del río (margen izquierda) se encontrarán los habitantes de San Idelfonso, Pasaje La Tinguiña y de la avenida Siete, quienes impedirán que el río continúe su curso por otro lugar que no sea su cauce actual.

La sinceridad del ex gobernador regional, Fernando Cilloniz, al decir que las aguas del río se van a desviar a la avenida Siete, fue cuestionada por algunos comunicadores sociales.

En Ica nunca se pensó en la margen izquierda, debido que al lado derecho del río se encuentra la Plaza de Armas, los negocios, los centros comerciales, sedes estatales; es decir, el movimiento económico comercial de la ciudad. Entonces ¿Por qué se construyen viviendas en lugares que son causes naturales? ¿Quién dio autorización para la construcción de casas entre la Av. Finlandia y el río, después del 98? ¿Por qué le llaman viviendas sociales?.

Haciendo un poco más de historia, siempre el río, incluso antes de su construcción, corrió por el sector de la margen izquierda, es por ello el nombre Parcona, cuya etimología proviene del vocablo quechua PARQUN ALLPA, que significa “tierra húmeda”.

        Juan Ladislao Ramírez Chacaltana


Dique Saraja, desde Los Patos hasta el río.
Trabajos de defensa ribereña en el margen derecho.
La población de San Idelfonso, una vista desde el dique Saraja.

La ciudad de Ica ,vista desde el dique Saraja



miércoles, 21 de octubre de 2015

Epílogo de "Canción del Silencio"




BALADA ANDINA, texto del libro "Canción del Silencio"

Canción del silencio ha logrado su tercera edición. Y en todo el tiempo desde su publicación, hace tres años, su autor, el profesor Juan Ladislao Ramírez Chacaltana, ha conseguido hacer de ella una herramienta de formación escolar. Gracias a su obra, muchísimos estudiantes han participado en concursos literarios y han reflexionado sobre la violencia política en el país a pesar de su tierna edad. Es decir, gracias a su autor, la novela ha abandonado el margen estrictamente literario para cumplir funciones sociales y políticas.
También y como parte de esta proyección cultural, se ha logrado una primera versión de la Canción del silencio, en la voz de Junior Gavilán, con los arreglos y la primera guitarra de Nicolás Bendezú, acompañado en la segunda guitarra por Chingle Canchari. Una balada andina de hondo sentimiento que sirve de base al mundo reflexivo y emotivo de Cirilo.
Conocemos de cerca a Juan Ladislao Ramírez y  todo el grupo de intelectuales y activistas que en Ica participan orgánicamente de la difusión cultural y política. Nos ha sorprendido varias veces el nivel de las diligencias que este conjunto de peruanos comprometidos con su pueblo, consigue. Y nos hemos sentido dichosos al comprobar una vez más en la realidad concreta y no en el discurso, que no es cierto que los niños no comprendan los grandes temas, lo hacen y muy bien. En las actividades referidas casi siempre está presente la niñez, pues a Juan Ladislao Ramírez y a sus compañeros les preocupa profundamente el Perú del futuro y por ello reflexionan sobre su pasado desde el mundo onírico, lúdico y concreto de la infancia. Y entonces, no podemos dejar de ver en esos niños y niñas a Cirilo, nuestro personaje, el niño que se hace hombre en una sociedad violenta, fragmentada, individualista; pero que guarda aún en sus entrañas nuestro colectivismo ancestral y dedica su vida en formación a entender el Perú para transformarlo.
En la obra de Ramírez Chacaltana la niñez y la juventud ocupan un espacio privilegiado, aquel que gira en torno al cambio social y al respeto por el arte y la cultura. Ramírez no inmoviliza ni subestima a los niños, por el contrario, entiende a la niñez como un punto de partida, como el momento en donde se toman decisiones de cómo procesar el mundo que nos rodea, el mundo que conformamos. Frente a una niñez idiotizada a conciencia por los medios de desinformación, por los programas nacionales de educación y por los poderes fácticos en perversa alianza como antes el hacendado, el prefecto y el cura; el profesor Ramírez Chacaltana nos entrega –en la vida y en la obra-, niños que piensan, niños que se rebelan, niños que crean, niños y jóvenes dignos. He ahí la importancia de Canción del silencio, voz que se levanta en la monotonía, grito de protesta, estética de la rabia y la paciencia colmada.
Ya en el Prólogo del año 2012, advertimos que la obra “nos presenta la visión de la pequeña burguesía rural, intelectualizada, que lejos de adherir a un discurso mesiánico, represivo o indolente, busca en las raíces nacionales su identidad”, y saludábamos aquello, no obstante extrañábamos al pueblo. Creemos ahora que en tres años la obra ha servido para elevar la conciencia de nuestros niños y por lo tanto se ha proletarizado, es decir se ha acercado a sus fuentes.
Estamos por ello complacidos con el trabajo de Juan Ladislao Ramírez Chacaltana y del compromiso que tiene con su pueblo. En este sentido quedaremos pendientes del desarrollo de su magisterio y participaremos -no solo como espectadores- de esa segunda parte que ha prometido entregar, aquella en donde Cirilo concurre a la transformación de la Patria. ¿Quién sabe y esté en sus aulas uno de los niños o una de las jovencitas, llamados a liderar esa necesaria revolución social que el Perú requiere? Tal vez esa segunda parte se esté gestando extraliterariamente como le gusta a Juan Ladislao, gracias a sus clases y a su novela, gracias a su actividad de reivindicar a la niñez. Acaso, el mundo del pan y la belleza llegue pronto.

Martín Guerra


Ladislao en compañía de los músicos: Nicolás Bendezú, Omar Gavilán y Chingle Canchari.


miércoles, 14 de octubre de 2015

"La Macacona" en la Independencia del Perú

Apunte histórico del 21 de octubre
Cortesía de: "Ica, su Historia y su Cultura" (Facebook)


La compañía de Jesús data de 1540, pero su llegada al Perú fue en 1557, según palabras de Cornelio Quijandría Álvarez, fue muy rica, numerosa y potente; en ella militaron hombres talentosos. Fueron los fundadores de la Institución Educativa "San Luis Gonzaga" y, al ser expulsados en abril de 1767, dejaron muchos bienes, enseres y nueve haciendas.

Sus propiedades fueron repartidas y vendidas. Ejemplo, la Catedral fue entregada a la Orden de la Merced; la hacienda Macacona, se remató en sesentidos mil cuatroscientos pesos, obteniendo la buena pro Don Rafael de Salas, padre de Don Juan José Salas.

El general Juan José Salas (Ica, 1790 - 1843) es considerado en la historia regional iqueña como el Alcalde que firmó y proclamó la primera acta de la Independencia Nacional. Por eso Don Alberto Casavilca Curaca, llegó a decir "En Ica nació la patria".

Salas también fue encargado de la Presidencia por Salaverry, fue Ministro de Estado de Gamarra, época en que los generales disputaban territorios, peleando contra Santa Cruz.

El 07 de abril de 1822, en plena lucha emancipadora, ocurre un enfrentamiento entre tropas realistas y patriotas en la hacienda Macacona. Este hecho histórico es conocido como "El desastre de Macacona". Juan José Pacheco Ibarra, nos cuenta: "Los realistas llegaron a Ica en los días de semana santa. Los patriotas decidieron retirarse de Ica para evitar un enfrentamiento, sin embargo, no se pusieron de acuerdo en la manera de hacerlo, pues temían una emboscada de sus enemigos.

 La retirada de los patriotas se haría en secreto, pero el general patriota Domingo Tristán cometió el error de decírselo a los hacendados de la Macacona, la noticia llegó a los realistas, quienes durante la noche se escondieron en los callejones de la hacienda y esperaron el paso de las tropas de Tristán.

A la una de la madrugada, los patriotas pasaron por allí y fueron emboscados en medio de la noche y una gran confusión". El general realista Canterac obtuvo una fácil victoria apoyado por Juan José Salas.

Ese día murieron cientos de patriotas y fueron capturados varios prisioneros. Algunos fueron ejecutados por haber sido realistas que se pasaron al Ejército Libertador. Enterado de este episodio el Generalísimo Don José de San Martín expulsa a Chile al hacendado iqueño.

¿Esto es lo que celebramos el 21 de octubre? ¿La proclamación y jura de la independencia en Ica (1820) por un traidor? Yo creo que es mejor celebrar la ratificación de la creación del Departamento de Ica  -región actual - por Ley del Congreso, hecho histórico señalado el 30 de octubre de 1868.

Los Jesuitas dueños de "La Macacona", lugar donde la cobardía y el poder político se ensañó con los ideales de justicia que siempre pregonaron a través de sus casas de enseñanzas fundadas en todo el mundo. Fueron autorizados a volver al Perú en 1871; pero no a Ica, pues todas sus propiedades ya no le pertenecían.

Termino con las palabras de mi buen amigo Ramón Rojas: "En Ica la historia está virgen".

                            Juan Ladislao Ramírez  Chacaltana 

martes, 6 de octubre de 2015

DISCURSO DE ALBERT CAMUS

Discurso de Albert Camus, al recibir el Premio Nobel de Literatura 1957.


Al recibir la distinción con que ha querido honrarme su libre Academia, mi gratitud es más profunda  cuando evalúo   hasta qué punto esa recompensa sobrepasa  mis méritos personales.  Todo hombre, y con mayor razón todo artista, desea que se reconozca lo que es o quiere ser. Yo también lo deseo. Pero al conocer su decisión me fue imposible no comparar su resonancia con lo que realmente soy. ¿Cómo un hombre, casi joven todavía, rico sólo por sus dudas, con una obra apenas desarrollada, habituado a vivir en la soledad del trabajo o en el retiro de la amistad, podría recibir, sin una especie de pánico, un galardón que le coloca de pronto, y solo, a plena luz? ¿Con qué ánimo podía recibir ese honor al tiempo que, en tantos sitios, otros escritores, algunos de los más grandes, están reducidos al silencio y cuando, al mismo tiempo, su tierra natal conoce una desdicha incesante? 

He sentido esa inquietud, y ese malestar. Para recobrar mi paz interior me ha sido necesario ponerme de acuerdo con un destino demasiado generoso. Y como era imposible igualarme a él con el único apoyo de mis méritos, no he hallado nada mejor, para ayudarme, que lo que me ha sostenido a lo largo de mi vida y en las circunstancias más opuestas: la idea que me he forjado de mi arte y de la misión del escritor. Permítanme, aunque sólo sea en prueba de reconocimiento y amistad, que les diga, lo más sencillamente posible, cuál es esa idea. 

Personalmente, no puedo vivir sin mi arte. Pero jamás he puesto ese arte por encima de cualquier cosa. Por el contrario, si me es necesario es porque no me separa de nadie, y me permite vivir, tal como soy, a la par de todos. A mi ver, el arte no es una diversión solitaria. Es un medio de emocionar al mayor número de hombres, ofreciéndoles una imagen privilegiada de dolores y alegrías comunes. Obliga, pues, al artista a no aislarse; le somete a la verdad, a la más humilde y más universal. Y aquellos que muchas veces han elegido su destino de artistas porque se sentían distintos, aprenden pronto que no podrán nutrir su arte ni su diferencia más que confesando su semejanza con todos. 

El artista se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo hacia los demás, equidistante entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso, los verdadero artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar. Y si han de tomar partido en este mundo, sólo puede ser por una sociedad en la que, según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual. 

Por lo mismo el papel de escritor es inseparable de difíciles deberes. Por definición no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la sufren. Si no lo hiciera, quedaría solo, privado hasta de su arte. Todos los ejércitos de la tiranía, con sus millones de hombres, no le arrancarán de la soledad, aunque consienta en acomodarse a su paso y, sobre todo, si en ello consiente. Pero el silencio de un prisionero desconocido, abandonado a las humillaciones,  en el otro extremo del mundo,  basta para sacar al escritor de su soledad,  por lo menos, cada vez que logre, entre los privilegios de su libertad, no olvidar ese silencio, y trate de recogerlo y reemplazarlo, para hacerlo valer mediante todos los recursos del arte. 

Nadie es lo bastante grande para semejante vocación. Sin embargo,  en todas las circunstancias de su vida, obscuro o provisionalmente célebre, aherrojado por la tiranía o libre para poder expresarse, el escritor puede encontrar el sentimiento de una comunidad viva, que le justificará sólo a condición de que acepte, tanto como pueda, las dos tareas que constituyen la grandeza de su oficio: el servicio a la verdad, y el servicio a la libertad. Y puesto que su vocación consiste en reunir al mayor número posible de hombres, no puede acomodarse a la mentira ni a la servidumbre porque, donde reinan,  crece el aislamiento. Cualesquiera que sean nuestras flaquezas personales, la nobleza de nuestro oficio arraigará siempre en dos imperativos difíciles de mantener: la negativa a mentir respecto de lo que se sabe y la resistencia ante la opresión. 

Durante más de veinte años de historia demencial, perdido sin remedio, como todos los hombres de mi edad, en las convulsiones del tiempo, sólo me ha sostenido el sentimiento hondo de que escribir es hoy un honor, porque ese acto obliga, y obliga a algo más que a escribir. Me obligaba, especialmente, tal como yo era y con arreglo a mis fuerzas, a compartir, con todos los que vivían mi misma historia, la desventura y la esperanza. Esos hombres nacidos al comienzo de la primera guerra mundial, que tenían veinte años  en la época de instaurarse, a la vez, el poder hitleriano y los primeros procesos revolucionarios, Y que para completar su educación se vieron enfrentados a la guerra de España, a la segunda guerra mundial,  al universo de los campos de concentración, a la Europa de la tortura y de las prisiones, se ven hoy obligados a orientar a sus hijos y a sus obras en un mundo amenazado de destrucción nuclear. Supongo que nadie pretenderá pedirles que sean optimistas. Hasta llego a pensar que debemos ser comprensivos, sin dejar de luchar contra ellos, con el error de los que, por un exceso de desesperación han reivindicado el derecho al deshonor y se han lanzado a los nihilismos de la época. Pero sucede que la mayoría de entre nosotros, en mi país y en el mundo entero, han rechazado el nihilismo y se consagran a la conquista de una legitimidad. 

Les ha sido preciso forjarse un arte de vivir para tiempos catastróficos, a fin de nacer una segunda vez y luchar luego, a cara descubierta, contra el instinto de muerte que se agita en nuestra historia. 

Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizás mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrompida —en la que se mezclan las revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos, y las ideologías extenuadas; en la que poderes mediocres, que pueden hoy destruirlo todo, no saben convencer; en la que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y de la opresión—, esa generación ha debido, en si misma y a su alrededor, restaurar, partiendo de amargas inquietudes, un poco de lo que constituye la dignidad de vivir y de morir. Ante un mundo amenazado de desintegración, en el que se corre el riesgo de que nuestros grandes inquisidores establezcan para siempre el imperio de la muerte, sabe que debería, en una especie de carrera loca contra el tiempo, restaurar entre las naciones una paz que no sea la de la servidumbre, reconciliar de nuevo el trabajo y la cultura, y reconstruir con todos los hombres una nueva Arca de la Alianza.

No es seguro que esta generación pueda al fin cumplir esa labor inmensa, pero lo cierto es que, por doquier en el mundo, tiene ya hecha, y la mantiene, su doble apuesta en favor de la verdad y de la libertad y que, llegado el momento, sabe morir sin odio por ella. Es esta generación la que debe ser saludada y alentada dondequiera que se halle y, sobre todo, donde se sacrifica. En ella, seguro de vuestra profunda aprobación, quisiera yo declinar hoy el honor que acabáis de hacerme. 

Al mismo tiempo, después de expresar la nobleza del oficio de escribir, querría yo situar al escritor en su verdadero lugar, sin otros títulos que los que comparte con sus compañeros, de lucha, vulnerable pero tenaz, injusto pero apasionado de justicia, realizando su obra sin vergüenza ni orgullo, a la vista de todos; atento siempre al dolor y a la belleza; consagrado en fin, a sacar de su ser complejo las creaciones que intenta levantar, obstinadamente, entre el movimiento destructor de la historia. 

¿Quién, después de eso, podrá esperar que él presente soluciones ya hechas, y bellas lecciones de moral? La verdad es misteriosa, huidiza, y siempre hay que tratar de conquistarla. La libertad es peligrosa, tan dura de vivir, como exaltante. Debemos avanzar hacia esos dos fines, penosa pero resueltamente, descontando por anticipado nuestros desfallecimientos a lo largo de tan dilatado camino. ¿Qué escritor osaría, en conciencia, proclamarse orgulloso apóstol de virtud? En cuanto a mi, necesito decir una vez más que no soy nada de eso. Jamás he podido renunciar a la luz, a la dicha de ser, a la vida libre en que he crecido. Pero aunque esa nostalgia explique muchos de mis errores y de mis faltas, indudablemente ella me ha ayudado a comprender mejor mi oficio y también a mantenerme, decididamente, al lado de todos esos hombres silenciosos, que no soportan en el mundo la vida que les toca vivir más que por el recuerdo de breves y libres momentos de felicidad, y por la esperanza de volverlos a vivir. 


Reducido así a lo que realmente soy, a mis verdaderos limites, a mis dudas y también a mi difícil fe,  me siento más libre para destacar, al concluir, la magnitud y generosidad de la distinción que acabáis de hacerme. Más libre también para decir que quisiera recibirla como homenaje rendido a todos los que, participando el mismo combate, no han recibido privilegio alguno y sí, en cambio, han conocido desgracias y persecuciones. Sólo me  falta dar las gracias, desde el fondo de mi corazón, y hacer públicamente, en señal personal  de gratitud, la misma y vieja promesa de fidelidad que cada verdadero artista se hace a si mismo, silenciosamente, todos los días.

miércoles, 15 de julio de 2015

Cuento de Leonardo Quijandría Mendoza (13 años )

Leonardo recibiendo su premio de manos de la Directora: Luz Pantigoso Loayza.
EL AMOR QUE NADIE ME DIO 
Al comenzar la mañana los pájaros cantaban y yo un niño triste despertaba llorando, porque mi vida es un diario infierno, sufro de muchas maneras; una de ellas es en el amor. Dicen que en esta etapa de la vida (adolescencia) los padres deben brindar apoyo a sus hijos; pero yo no tengo a nadie excepto a mi perra, ella se llama Pelusa, ES UNA PERRA MUY HERMOSA, yo la quiero tanto a ella que cuando pasaba un sismo, lo primero que hacía era buscarla, cargarla y correr. Mi mamá me dice: 
- exageras mucho con esa perra,
 yo le respondo:
- esa perra que dices tiene su nombre, además esa perra me da más amor que tú.
Es cierto, porque un día un niño me quiso pegar, le hablé a mi mamá y no me hizo caso, me descontrolé,  hasta me amargue y me fui donde mi Pelusa. En ese entonces ella tenía entre cinco y siete meses, creo que me entendió porque cuando me resondró mi papá, mi Pelusa le ladró y se vino a mi cuarto, ahí me lamía mis lágrimas, hacía un ruido en el fondo de su cuerpo como expresando la incomprensión de los humanos, eso me ponía bien lo sé, ya que cuando lloro mi Pelusa hace lo mismo.
Pelusa ya tenía nueve meses y paraba inquieta, le pregunté a papá: ¿qué tiene Pelusa? me respondió que estaba alunada, volví a preguntar ¿y eso es malo?
-No hijo , me respondió, es su mes en que quiere aparearse.
-Yo no sabía, le dije....
Un día mi perro pitbull, le comenzó a lamer la parte de atrás, y lo espanté.
- ¡Ares safa!
No me hizo caso, salí a donde mi abuela, la pasé jugando con mi primo hasta el almuerzo, nos despedimos muy cansados, jugar es lo más bacán y si tu primo tiene tu edad , es pulenta. Al llegar a casa me asusté , vi a Pelusa con Ares, sus colas estaban atadas pensé, inmediatamente mi madre me dijo: "Ya la chifó".
- ¿Qué es eso? le respondí.
-  Es que ya le echó un hijo.
Mi madre a cada rato me repetía "ahora qué haremos con sus hijos". 
- Hay que criarlos mamá.
- Ni lo pienses; pero si sale uno como la mamá no los quedamos, me dijo.
Yo me puse contento y le pregunté.
- ¿Mamá cuánto dura la gestación de un perro?
- Tres meses.....
Estábamos en febrero, esperemos hasta mayo logré decir. Poco a poco mi pelusa engordaba, ella era baja de estatura, de color naranja, hocicona, es un peluche. Con el paso de los meses, mi perrita cambiaba más, ya no le importaba mi presencia, sólo se preocupaba de su barrigota, llegaron los dolores, mi Pelusa temblaba y lloraba, yo le hacía cariño y se calmaba.
Los cuartos de mi casa estaban deshabitados, no se encontraban mis padres y mis hermanos, yo y Pelusa la pasamos muy feo, eran las seis de la tarde y nadie llegaba, la perrita lanzaba un quejido desconocido para los lamentos, esos lamentables sonidos me ponían nervioso, tuve que ponerle el colchón de mi cama para que se acueste, ella mascaba el colchón. Por fin empezó a dar a luz, estuve asustado lo confieso. Cuando botó de su barriga un hermoso bebé logré tranquilizarme, entonces pude ayudarla con los otros críos, lloré de alegría con mis manos manchadas de sangre, vi de cerca el génesis de la vida, me lavé las manos y los conté uno por uno.¡Eran siete hermosos cachorros!
Mi mamá con el resto de la familia llegaron, vieron a los hijos de mi perra, les pude decir con todo el volumen de mi voz "toda la vida me dejan solo, nunca se quedan conmigo". Mi Padre se burló, quiso tomar un perro y mi Pelusa le mordió la mano, fue entonces que mi mamá dijo"no se acerquen a esa perra". Al día siguiente cuando todos se fueron, me acerqué a ella, tomé uno de sus cachorros y no me mascó, nuevamente logré oír ese sonido que siempre era una canción para mí.
Ahora vivo feliz, los hijos de Pelusa están con vida, son tres machos y cuatro hembras, ya caminan, abrieron sus ojos. Hoy le dije a mamá , soy tío de siete engendros, tengo siete sobrinos, después de eso vivo pendiente de mis consentidos, si gano el concurso podré comprarle sus galletas. aún no le digo a mis padres " si no fuera por mí la Pelusa estuviera loca", pero no sé como expresar mi alegría, estoy contento que al fin y al cabo termine criando a todos sus hijos, y eso es lo que me hace un tío feliz.

       Leonardo Quijandría Mendoza
         Segundo Año de Secundaria.

domingo, 21 de junio de 2015

FELIZ DÍA PAMÁ

El poeta junto a su madre Flor Astorga.

Sé que no debería decirte feliz día
porque tienes dos senos grandes que derretí 
en cada sorbo de vida 
me alimenté con tu sangre blanca
y por más que papá estuvo lejos nunca me
hiciste notar su ausencia
tu nombre es una flor
es una pausa para corregir a tu hijo
que ya es padre y que sufre porque no
le puede dar la sopa a tu nieto
por supuesto que tienes la gran ventaja
de ser hermosa, además que eres su cómplice
gracias pamá por darme estos huesos tristes
que cargo
por llevarme a los estadios sin que te guste el fútbol
por mecharte con los niños grandes que me querían pegar
por cada tercer domingo de junio
donde te levantabas con sonrisa masculina
a decirnos que ese día había que devorarlo rápido
para que pasara y se fuera
y no tuviéramos envidia
de los que sí tenían papá
gracias por preguntarme sí era gay a los 23 años (siempre fuiste muy machista)
por comprarme zapatos de fútbol para ir al colegio (es que duraban más)
por mentarle la madre al niño que me pateó en aquel campeonato
por sacarte las escamas y exponer en tu carne
amor de padre
gracias por no hablarme nunca mal de él
tenías razón cuando me decías que era un
loco entrañable
quizás por eso nunca lo olvidaste
tal vez me amaste más por eso
repetías que me parecía a él
gracias pamá porque este día es más tuyo que mío.
Santiago duerme...
lo miro como tú me miras 


César Panduro ( Ica - 1980)

sábado, 6 de junio de 2015

Oración a la Bandera (Abraham Valdelomar Pinto)

ORACIÓN A LA BANDERA
¡Bandera, ala de la victoria!,
puro símbolo de la libertad,
nido caliente de leyendas,
yema fecunda de viriles frutos,
meta ideal de las claras conciencias
¡Bandera, ala de la victoria!
cerebro, corazón y músculo de la patria,
razón de vida de generaciones,
anhelo imbíbito y latente de los pueblos,
orgullo de las sociedades,
palanca y volante, timón y hélice de las razas!
Bandera, ala de la Victoria!
Sueño casto y dorado en el cerebro infantil,
estimulo fuerte , impulso viril,
radiante anhelo en la vigilia del hombre,
dulce y amada forma eucarística en el corazón de la madre,
¡único sueño de la juventud!
! Bandera , ala de la victoria!
síntesis de la patria, suma concreción
y extracto de los ideales más puros
!Bandera ala de la victoria!
cielo de los vivos, alma de los muertos, patria de los héroes;
bendita y adorada seas por los hombres
de sano corazón y fuerte músculo,
bendita y alabada seas por los niños
de casto corazón y ágil impulso,
bendita y alabada seas por los nobles de corazón y duro puño,
bendita y adorada en el hogar y en el templo,
en la plaza publica y en el taller,
sobre los campos fértiles, sobre la urbes populosas,
guiando a los ejércitos y a las seguras naves en combate,
bendita y alabada seas en medio del fragor de los combates,
sobre los rostros de angustiados por la muerte ,
sobre los brazos extendidos al cielo por la victoria,
sobre la tumba de los caídos,
sobre los capiteles de los monumentos.
Bendita y adorada, allí donde hay una conciencia limpia
y un cerebro claro y un corazón viril,
benditas seas cuando te haces cuerpo
en la plegada tela de un pabellón ,
cuando te haces alma
desplegando tus alas al viento sobre una torre de combate,
cuando te haces idea en lo más íntimo del espíritu del hombre.
Bendita seas porque en tus rojos pliegues
está la sangre de mi sangre,
la sangre de mi padre y de mi madre,
la sangre de mis abuelos,
la sangre que por ti derramaron todas la generaciones,
bendita seas porque pensando en ti
los jóvenes nos haremos más fuertes .
Porque viendo en extraña tierra tu imagen
sentiremos el beso de la madre, el beso de la hermana ,
el afecto lejano y el bienestar distante,
bendita seas por que tu encarnas el ideal sobre la tierra,
porque tu eres el ideal mismo hecho ala en el viento y
pliegue bajo la luz del cielo,
porque fuiste ala con Chávez, pujanza con Elías Aguirre,
ala con Ugarte, sudario y nervios con Zela,
gracia con Palma, misiva alada con Chocano,
porque tú eres la máquina y el órgano,
la acción y el impulso , la carne y el símbolo,
la conciencia y la voluntad,
porque tu abriste nuevos horizontes al Perú
en manos de los incas,
porque abriste nuevos caminos en las alas inestables,
porque llenaste de hombres gloriosos la páginas de la historia,
¡bendita seas !, ¡oh bandera, ala de la victoria!
allí donde haya luz y alma, y amor y heroismo,
juventud y anhelo e ideal .
¡Malditos sean los que no sigan tu colores,
malditos sean los que no te adoren de rodillas,
malditos sean los que no sueñan con tu grandeza!
En nombre del cielo hondo y de la tierra óptima,
en nombre de los héroes y ciudadanos,
en nombre de la vida y de la muerte,
de los elementos y de los principios,
en nombre del alma íntima de la naturaleza,
malditos sean los que no te amen sobre todas la cosas,
los que no sacrifiquen por ti a sus padres y a sus madres,
a sus hijos y a sus hijas, a sus esposos y esposas,
malditos sean los que no te entreguen cuando les pides
su caudal, su oro y su trabajo, su vida y heredad.
Hija de San Martín, nieta de Manco Capac,
madre de Grau y Bolognesi,
en la hora magna de la libertad,
aquí bajo la paz del cielo claro y convexo,
ante la espada del heroísmo,
ante la legión infantil que te venera y canta,
yo joven aunque ciudadano fuerte seré mañana ,
ante las generaciones en primavera,
te hago el voto de mi vida en flor y te saludo:
¡Oh bandera, ala de la victoria!
alma y sustancia de la libertad,
símbolo augusto de la patria libre.
Abraham Valdelomar

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