JOHN OCHOA |
Disculpe señor,
hay días en que me dan las ganas
de ponerme los ojos.
Ganas de mirar ahí adentro
El hambre terrible y feroz del lustrabotas
Mirar los llantos desesperados
de la madre que perdió al hijo
Me dan las ganas de ponerme los ojos
y entender el origen de una lágrima
Entender, el bolsillo hueco, del obrero
Comprender, a la olla, vacía al mediodía
Interpretar el sueño fabricado sin catre.
Ganas de ponerme los dos ojos
y encarar frente a frente
el caminar latente de la pobreza
Y encontrarle sepulcro a la miseria
y buscarle cementerio al cadáver de la muerte
e interpretar las sobras vacías del dolor.
Me dan las ganas de ponerme los ojos
y entender el origen de una lágrima
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