Escribe: Martín Guerra
(Perú)
Foto: Ladislao Ramírez |
La Nativitas (en latín, Nacimiento), se conmemora desde el siglo III en Judea y desde el IV en Roma y honra el nacimiento de Jesús.
Siglos atrás los pueblos antiguos celebraban el "Sol invictus", la llegada del solsticio de verano desde el día 21 de diciembre hasta el 25 (un ciclo solar), es decir, nuevo ciclo de la tierra, del agua, de la siembra y la cosecha, de renovadas energías e impulsos vitales para los trabajadores de la tierra y por ende, para toda la población.
La tradición y la historia, quisieron que estas fiestas se identificaran con el tiempo con Jesús de Nazareth, el hijo de una familia de artesanos, la galilea, Mariam; el belemita Josef, ambos pertenecientes a una familia antes poderosa de la política judía (descendientes del rey David), ya venidos a menos, desplazados del poder después de la Revolución del Censo, liderada por Judas de Gamala, probable pariente de Jesús, el Cristo, quien para algunos historiadores, incluso pudo ser su padre.
Ocurrió que la casta idumea (de donde vienen lo árabes) había desplazado a la edomita y luego se había aliado a los zelotes (el ala izquierda judía) para resistir la invasión imperial romana. Derrotados los zelotes, Roma obtuvo la hegemonía colocando en el poder político a los idumeos y manteniendo bajo esta casta a los colaboracionistas judíos. Jesús, descendiente de zelotes, nació en un hogar proletarizado.
De adulto le tocó luchar contra todos los frentes posibles: judíos conservadores y clasistas (odiaban a mendigos y prostitutas por mandato religioso), idumeos dominantes (viciosos y disipados) y romanos. Por ello fue humillado por Anás y Caifás (judíos), Herodes (idumeo) y Pilato (romano). Pilato se quiso lavar las manos en su ejecución no por justo sino para que esta pareciera asunto local.
¿Por qué la tradición quiso que este joven revolucionario fuera identificado con el Christós (griego), Christus (latín) o el Māšîah (arameo)?
Un Māšîah es un ungido. Esto significa que fue perfumado con las esencias de la madre tierra, su mejor hijo, el elegido, el que los representa. Unguere: perfumar con aceites.
¿Por qué la tradición quiso que este caudillo fuera visto como el "Sol Invictus"?
Tal vez porque en él se juntaron varios sentires proletarios: el origen de las antiguas poblaciones ligadas al trabajo de la tierra, la lucha por la libertad contra toda forma de oprobio, la fuerza del renacer popular en combate por las causas justas.
Las hermosas estampas tradicionales donde vemos diversos animales concurriendo a ver el alumbramiento, los nacimientos que se arman en las casas llenos de flora y fauna diversa, los retablos ayacuchanos, los villancicos como el que dice: "vamos pastores, vamos", aluden a esto. La tierra toda se conmueve por la vida. Vida en persecución (recordemos el pasaje de Herodes). Y el mito-tradición-historia termina con la muerte del héroe-mártir, solo para que este se regenere y retorne con fuerza. Esta imagen hermosa, convertida en culto por los romanos interesados en castrar el mensaje político de Jesús y los zelotas, es la que recordamos hoy, esta y no otra.
Desde los inicios del cristianismo se ha dado una fuerte lucha entre los que siguen a Pedro (cristianismo de combate por los humildes) y quienes siguen a Pablo (el creador del cristianismo como religión, el deformador).
Los que asumimos la revolución por el socialismo defendemos estas fiestas de renacimiento rebelde, de renovación popular, de fuerza invicta contra la explotación y la miseria.
¡Feliz Navidad del nuevo ser humano, del liberador proletario!
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