martes, 26 de febrero de 2019

CÉSAR VALLEJO, UN POETA NO TIENE HISTORIA...TIENE DESTINO

                               
                                                                                             

                                                                                                                  Escribe: Víctor Sáez

¿Ud. cree señor Vallejo que colocar una imbecilidad encima de otra es hacer poesía?. Estas palabras constituyen una de las muchas críticas que el ahora llamado Poeta Universal recibió en vida, y le pertenecen nada más y nada menos que a Clemente Palma, personalidad emblemática de las letras peruanas en la época. Un oscuro poeta provinciano, de aspecto enfermizo y ceño fruncido, había tenido la osadía, desde su natal Santiago de Chuco, de hacerle llegar su texto "Poema a mi amada":
“…Amada, esta noche tú te has sacrificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.”

No es de extrañar, pues, que el mismo Vallejo llegara a decir: Volveré al Perú sólo cuando quede piedra sobre piedra. Sus restos descansan en el cementerio de Montparnasse tal como lo dispuso su amada Georgette, la misma que lo acompañó en los últimos cuatro años de su vida.
Tempranamente comenzó a relacionarse -como Bachiller en Letras de la Universidad de Trujillo (1915)- con destacados artistas e intelectuales: Víctor Raúl Haya de la Torre, José Eulogio Garrido, Macedonio de la Torre, entre otros, todos integrantes de "Norte", grupo liderado por Antenor Orrego. A aquella época febril, sacudida por cambios sociales, políticos (mayor influencia de las Fuerzas Armadas y progresivo deterioro de la oligarquía) e ideológicos (irrupción de la filosofía marxista y del psicoanálisis), corresponden sus primeros versos publicados.
Ya en Lima hizo amistad con Manuel Gonzáles Prada y Abraham Valdelomar, e integró el grupo "Colónida", gracias a éste último, enriqueció su visión del mundo a través del contacto con nuevas corrientes teóricas europeas.
El Vallejo que comenzaba a beber ávidamente de las fuentes del marxismo, pronto comenzó a sentirse encerrado en ese círculo elitista que según José Carlos Mariátegui: lo alejaba de las muchedumbres, lo aislaba de sus emociones. "Colónida" no fue más que otra etapa, no menos importante que las que vendrían, que ahondó -luego de la muerte de su maestro Gonzáles Prada- la íntima desesperación y crisis permanente en que ya se encontraba inmerso el poeta.
A fines de 1923, el "cholo" viajó a Francia, donde llevó la difícil- pero en todo caso nunca nueva- existencia del intelectual con los bolsillos vacíos. Para poder sobrevivir tuvo que dedicarse al periodismo y su producción poética se redujo sustancialmente. Esta etapa de silencio literario que algunos han dado en llamar “la etapa europea” durará nada menos que quince años.
París será el lugar en el cual también y luego de algunas otras relaciones (entre ellas Henriette, una hermosa costurera con "lenguaje de cocotte"), aparecerá en la vida del poeta Georgette, quien vivía frente a la oscura pensión de Vallejo en la Rue Molière. Ernesto More, íntimo amigo del poeta en París y “… que vivió con él compartiendo mendrugos” según sus propias palabras, fue testigo del luminoso amor entre el sudamericano pobre y la francesita venida a menos. Pero el romance-casi como siempre- no duró mucho luego del matrimonio en 1934. Comenzó a erosionarse rápidamente frente a las penurias económicas, agravadas poco después al decaer la salud del poeta. Por aquella época, la mujer que compartió los últimos cuatro años de ese hombre enfermo y atormentado llegó a confiarle dolorosamente a More: “Yo siempre estoy sola, con Vallejo o sin Vallejo”.
La ciudad luz será también el espacio existencial en el cual nuestro poeta continuará desarrollando una conciencia política cada vez más clara y profunda en relación a los problemas de marginación integral sufridos por sus contemporáneos. Buscará, se interrogará, cuestionará y finalmente optará en términos ideológicos. Su compromiso político se irá bosquejando y cimentando fundamentalmente a partir de un proceso de simpatías y rechazos que moldearán su concepción doctrinal y sus opciones de vida de modo categórico.
Un hecho altamente significativo ocurre en 1927 cuando renuncia a la Beca Española, en momentos de suma estrechez económica para él por lo demás, lo hace como un gesto de rechazo a la Dictadura de primo de Rivera. Paralelamente se sumerge en un profundo y serio estudio del marxismo al cual ya se había allegado en su “etapa peruana” de manera menos sólida y formal.
Dirá por aquella época, en relación a su ser artístico y a su compromiso político:”como hombre puedo simpatizar y trabajar por la revolución, pero como artista no está en manos de nadie ni en las mías propias el controlar los alcances políticos que pueden ocultarse en mis poemas”.
Durante la 2ª República Española, es decir en 1931, ingresa oficialmente en el Partido Comunista y comienza una estrecha colaboración con el proceso español, en especial a través de artículos periodísticos que envía con suma regularidad y disciplina a sus editores hispanos.
Vale la pena, al margen de lo que pudiera entenderse como elementos puramente anecdóticos en relación a su opción política, vale la pena detenerse decía, en la concepción que sustentaba el compromiso revolucionario de César Vallejo. Es posible que nos llevemos alguna sorpresa.
La Revolución es comprendida y vivida por él en términos totalizantes y casi soteriológicos como un proceso de Redención Universal. En este proceso es el proletario el sujeto protagonista de su propia redención: personal en primer e insustituible lugar y colectiva en segundo y secuencial lugar histórico- político. El proletario, entendido como “el hombre nuevo”, es el protagonista de un mundo también nuevo. Desde esta concepción el poeta se hace portador de una voz no sólo que denuncia y da cuenta de la opresión que sufre gran parte de la humanidad, sino que también anuncia esperanza intra-histórica para las clases desposeídas y sufrientes de la tierra. Dos ejemplos nos pueden ayudar a entender lo expuesto, sólo los citaremos debido a su extensión, ellos son los poemas “Salutación Angélica” y “Los mineros salen de la mina”. En ellos su temática, sin renunciar a su rico pasado poético, se enriquece en esta etapa por medio de un registro político e histórico de notable maestría y alcances universales.
No podríamos acercarnos por lo menos de manera más o menos plena al ser político de Vallejo sin detenernos unos breves momentos en la obra talvez más emblemática, junto a “España en el corazón” de Neruda, surgida al calor y el dolor de la Guerra Civil Española.
En los quince poemas que componen “España aparta de mí este cáliz”, nuestro poeta se inclina hasta tocar las entrañas mismas del ser humano en la perpeplejidad del espanto y el horror de toda guerra. Desde esa realidad se apropiará de un dinamismo que lo ayudará a cristalizar su mirada por medio de sus más grandiosas y últimas intuiciones poéticas. Aquí la ciudad soñada y anhelada-la ciudad socialista por antonomasia- se ofrece y se asoma como la Arcadia sempiterna del hombre nuevo. En ella es donde se colmarán todas las aspiraciones del ser humano. Los constructores de esta realidad son en los versos de César Vallejo nada más y nada menos que los heroicos republicanos españoles.
Para él es claro que en España la humanidad se está jugando su futuro. No se equivocaba el poeta, lo sabemos bien. La Guerra Civil Española no fue sino el gran “Ensayo General” de la II Guerra Mundial y una muestra de lo que el fascismo podía llegar a ser. En definitiva, España y su República son- para el poeta- la encarnación histórica de su esperanza redentora para la humanidad. Las grandeza de Vallejo a este respecto está también marcada por su talento impar para no caer en la tentación nefasta y simplona del panfleto cuando un poeta defiende una causa. Por el contrario, en estos quince poemas logra establecer una vinculación magistral entre la exégesis y hermenéutica bíblica del judeo-cristianismo con el marxismo que pone al servicio de una mirada ante todo poética, que precisamente desde ahí-desde ese espacio- coloca al lector ante una obra de estética y resolución artística de carácter fundacional.
Se diría que Vallejo vivió una relación tan empática con la muerte-y con todas la muertes- que ésta pasó a ser -quién sabe si talvez en medio de la resaca de alguna madrugada parisina, cuando el dolor se junta con las ganas de abandonarlo todo…incluso la vida- pasó a ser, decía, su confidente. Tal vez fue ella quien le dictó este poema, inexplicablemente premonitorio:
“Me moriré en París con aguacero
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París - y no me corro –
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.”

Vallejo, tan humanamente cercano en su poesía y tan desaprensivo con los seres que lo amaron, murió el 15 de abril de 1938, en una lluviosa tarde parisina.
El primer libro de César Vallejo, Los Heraldos Negros, es el hito impar de una nueva poesía en el Perú y en Hispanoamérica. No exagera, por fraterna exaltación, Antenor Orrego, cuando afirma que "a partir de este sembrador se inicia una nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula articulación verbal".
"El poeta -escribe Orrego- habla individualmente, particulariza el lenguaje, pero piensa, siente y ama universalmente". Este gran lírico, este gran subjetivo, se comporta- paradójicamente podría pensar alguien- como un intérprete del universo, de la humanidad. Nada recuerda en su poesía la queja egolátrica y narcisista del romanticismo. El romanticismo del siglo XIX fue esencialmente individualista; el romanticismo del novecientos es, en cambio, espontánea y lógicamente socialista, comunitario. Vallejo, desde este punto de vista, no sólo pertenece-como todo gran poeta- a su raza, pertenece también a su siglo, a su propio tiempo personal, universal y sin fin.
En Vallejo-es necesario reconocerlo- hay ciertamente mucho de viejo romanticismo y decadentismo, pero sólo hasta Trilce. El mérito de su poesía se valora por los grados de maestría y genialidad con que supera y trasciende esos residuos. Su poemario Trilce, precisamente, representa una de las rupturas más innovadoras conocidas hasta hoy en la lengua castellana.
Vallejo, en su poesía, es siempre un alma ávida de infinito, sedienta de verdad. La creación en él es, al mismo tiempo, inefablemente dolorosa y exultante. Es una mayéutica permanente y solitaria . Este artista no aspira sino a expresarse pura e inocentemente. Se despoja, por eso, de todo ornamento retórico, se desviste de toda vanidad literaria. Llega a la más austera, a la más humilde, a la más orgullosa sencillez en la forma. Es un místico de la pobreza que se descalza para que sus pies y su verso conozcan desnudos la dureza y la crueldad de su camino.
No podemos dejar de destacar otro elemento en su obra que podríamos definir la como “peruanidad” de la misma. Desde su primera obra Los Heraldos Negros se puede notar la marca peruana más genuina y la impronta temática más profunda de su personalidad :desolado intimismo y perfil solidario con el sufrimiento de los hombres.
La suerte del indígena peruano, desde esta perspectiva de “peruanidad”, asoma como una de sus grandes preocupaciones.Mantiene un tono personal, de desolado intimismo como ya hemos mencionado, el que con maestría singular trasciende al nivel colectivo, en un impulso de solidaridad, a la vez vibrante y desamparado. Su poesía, personal y hermética a la vez, está regida por una poética de liberación estética y política y se caracteriza por un americanismo e indigenismo temático y lexicográfico sin pretensiones panfletarias ni reduccionistas, sino con la apertura propia que le otorga el registro poético, la que la mismo tiempo que lo hace universal nos permite reconocerlo como hombre de su tiempo, de su tierra y de su raza.
La lengua de César Vallejo, abierta a todas las licencias y libertades, reproduce procesos anímicos transmentales, que abren a la poesía en castellano (y sobre todo la latinoamericana) hacia planteamientos y búsquedas nuevas, más directos y orales.
El interés en política -un rasgo importantísimo de la vanguardia latinoamericana-, se manifiesta en sus primeros dos poemarios principalmente a través de un inconformismo estético, lo cual representaba para él, no cabe duda, una puesta en juicio de los valores tradicionales de la sociedad y sus instituciones.

César vallejo intuyó claramente que todo dogmatismo, no importa en el área que éste sea, es enemigo de lo verdaderamente humano que por esencia es relatividad y brevedad.
Por lo mismo es portador de un humanismo superior forjado en la conjunción de sus inquietudes metafísicas y sociales, resueltas en la clave más profunda de lo existencial: la poesía y ésta entendida y propuesta como drama y temblor.
No podía ser de otra manera en alguien capaz de encarnar como ningún otro el ideal del poeta montparnasiano, es decir: bohemio, anárquico y sensual.
Por otro lado, su pesimismo existencial tantas veces comentado y otras tantas llevado al registro superficial de lo anecdótico no es fruto de una conceptualización reflexiva, sino que es ante todo un sentimiento. En ese sentimiento se trasvasija también la herencia de una raza frustrada en su realización personal y comunitaria por la Conquista Española, al decir de Mariátegui: “es ese acento de desesperanza incurable con que gimen las quenas”. Es la nostalgia de un mundo perdido para siempre.
Juan Enrique Adoum lo expresó así en su oportunidad: “César vallejo salió de su soledad indígena, de su soledad de cordillera y lluvias, salió a comprender la condición de su raza y de allí a interpretar el dolor y la condición del hombre”. Es que la escalada del "Cholo" por las escarpadas pendientes del dolor humano es una suerte de acrobacia suicida, de salto al abismo; y la ruptura formal acompaña el desgarro de un alma enferma y doliente de todo, del mundo y de sí misma.
Asoma casi como una paradoja, si el sujeto portador no fuera César Vallejo, que su concepción del arte sea claramente de carácter dionisiaca. Es decir: convulsiva y hermosamente impura.
Pablo de Rokha definía del siguiente modo lo dionisiaco: “es torbellino, es cataclismo, es un molino de imágenes…es lo trágico”.Podríamos atrevernos a agregar que es también un modo privilegiado de catarsis.
Nuestro poeta mayor construye destruyendo, da cuenta de los ritmos y armonías conocidas para dislocarlos en instalar en su lugar ritmos y armonías disonantes y convulsas, en definitiva telúricas.
Rechaza de este modo la armonía secular para vivir una libertad poética que le asegura la exención de todo ordenamiento artificial. Para él ya no hay decálogos ni cánones que lo aten, está solo ante su verso.
Así el lenguaje deja de ser una “costumbre” para convertirse en asombro como en Trilce el ejemplo más claro de lo que el lenguaje es para él.
Este arte señala el nacimiento de una nueva sensibilidad. Es un arte nuevo, un arte rebelde, que rompe con la tradición cortesana de una literatura de bufones y lacayos. Este lenguaje es el de un poeta y un hombre. El gran poeta de Los Heraldos Negros y de Trilce -ese gran poeta que ha pasado ignorado y desconocido por las calles de Lima tan propicias y rendidas a los laureles de los juglares de feria- se presenta, en su arte, como un precursor del nuevo espíritu, de la nueva conciencia.
El golpe que asesta a la retórica romántica-modernista de Hispanoamérica es definitivo.
Es su modo de impregnar de humanidad fresca y urgente a nuestra poesía “dariana” hasta el empalagamiento en aquella época.

Vale la pena recordar, en relación a esto, opinión del crítico y maestro de Ernesto Cardenal, el monje-poeta trapense Thomas Merton quien definió a César Vallejo como: "El más grande poeta universal después de Dante". Afirmación que no hace mas que confirmar el enorme legado del poeta del "dolor humano"; quien revolucionó la forma y el fondo de sentir y escribir poéticamente abriendo al mismo tiempo una senda que hasta nuestros días sigue siendo transitada.
La grandeza humana y poética de César Vallejo es algo que nadie puede cuestionar de manera seria. Es sin duda motivo de sano orgullo universal no sólo para el Perú, sino que para todos los hijos de Amerindia. Nos sentimos herederos de obra, cuestionados por su mirada, convocados por la intensidad de su dolor y de sus versos, y por lo mismo nos unimos a José Carlos Mariátegui en este día para declarar con serenidad y gozo que en Vallejo:

La confesión de su sufrimiento es la mejor prueba de su grandeza.

viernes, 22 de febrero de 2019

PARA SITUAR AMÉRICA LATINA



Escribe: Alberto Gálvez Olaechea

Alberto Gálvez Olaechea


América Latina sigue siendo territorio de cambios dramáticos de todo calibre. Desde el inicio republicano el siglo XIX se exploraron rutas y se desplegaron iniciativas, en gran medida activadas por las oscilaciones del mercado mundial. En momentos estelares surgieron proyectos que sacudieron al continente pero tarde o temprano fueron cercados y/o reabsorbidos. Pese a todo, el nuestro sigue siendo un espacio de aventuras y esperanzas.
A lo largo del siglo XX en América Latina se desarrollaron al menos cuatro revoluciones: la mexicana (1910), la boliviana (1952), la cubana (1959) y la sandinista (1979). Su común denominador fueron los cambios motorizados por la acción política de los sectores sociales históricamente excluidos. A su manera, produjeron repercusiones en los países aledaños, aunque solo fuera como reacción. De este modo a lo largo del siglo XX y de lo que va del presente, la corriente política llamada “izquierda” cumplió un rol esencial en la configuración del continente, como postura crítica, como expresión social o como proyecto estatal.
Sin embargo, la ola de gobiernos progresistas iniciada a fines del siglo pasado en varios países es un acontecimiento completamente inédito pues, no obstante sus diferencias, cambiaron el rostro de una región manejada por las derechas desde los albores republicanos, mostrado un nuevo talante que, pese a sus diferencias, mostraba similitudes en sus preocupaciones por lo social, la afirmación soberana y la recuperación del sentido de lo público, a contracorriente del privatismo neoliberal. Al entronizarse en países como Brasil, Argentina y Venezuela (un país petrolero), el progresismo de izquierdas tiñó al continente, compulsando a la potencia hegemónica y abriendo espacios de autonomía.
Sin embargo todo indica que el periodo está llegando a su fin. La victoria de Macri, el proceso destituyente de Dilma Rouseauff y la crisis venezolana dan cuenta de esto. Situar los acontecimientos en perspectiva histórica puede ayudar a comprender las limitaciones de hoy y a explorar posibilidades para el porvenir.
I
La Revolución mexicana de 1910 introdujo al continente en la geografía de las revoluciones del siglo XX. Combate democrático a la tiranía de Porfirio Díaz, devino en levantamiento agrarista. Con avances y retrocesos políticos y diversidad de actores sociales, fue una sucesión de alzamientos resultado de conflictos arrastrados desde el siglo XIX. El campesinado y los sectores rurales del sur y el norte fueron protagonistas en los ejércitos de Emiliano Zapata y Pancho Villa. Dirá Octavio Paz: La Revolución es una súbita inmersión de México en su propio ser. De su fondo y entraña extrae, casi a ciegas, los fundamentos del nuevo Estado.
A pesar de las ondas sísmicas y su significación, J. C. Mariátegui enunciará sus límites: Y ningún crítico circunspecto se arriesgaría hoy a suscribir la hipótesis de que los caudillos y planes de la Revolución Mexicana conduzcan al pueblo azteca al socialismo.
Sus ecos dieron impulso a la corriente nacional popular, del Apra a Sandino, configurando el triángulo Revolución Mexicana, Revolución Rusa y Reforma Universitaria, que produjo en los años veinte un ambiente sensible para imaginar sociedades más justas y soberanas.
II
La primera guerra mundial quebró no solo la Pax europea, sino que destruyó la idea de “progreso” sobre la que se había sostenido la civilización burguesa. Hija de esta guerra, la revolución bolchevique (1917) además de crear un estado que declaraba representar a los trabajadores, aspiraba a un nuevo orden mundial alternativo al capitalismo.
La ruptura en el socialismo internacional no fue solo entre reforma y revolución. La III Internacional significó la extensión de la mirada hacia el mundo colonial, a lo que se llamó la “cuestión de oriente”. Asia y América Latina entraron en este nuevo horizonte. Por eso la década de 1920 surgirían los Partidos Comunistas (México 1918, Brasil 1921, Chile 1922, Cuba 1927 y Perú 1928). Concebida como partido mundial, la III Internacional disciplinaba a sus miembros al libreto de Moscú. Perdida la idea de diversidad y originalidad de cada formación social, a pesar de su entrega y hasta de su heroísmo, los comunistas fracasaron en convertirse en fuerza de masas en casi toda América Latina.
III
La crisis de 1929 produjo una onda sísmica que sacudió todo el capitalismo, precipitando tensiones acontecimientos políticos de diverso signo, que fueron del triunfo del nacional socialismo en Alemania a las insurrecciones del tercer mundo. La caída brutal los precios de las materias primas y el colapso del comercio internacional alteró todos los anteriores equilibrios.
En América Latina, la década de 1930 se produjeron las insurgencias populares encabezadas por comunistas como las de Farabundo Martí en el Salvador y Luis Carlos Prestes en Brasil. En otros países los liderazgos correrán por cuenta de las corrientes nacional-populares, como el APRA, que encabezaría la insurrección de Trujillo de 1932.
En América Latina, entre los años treinta y cuarenta, lo crucial fue el surgimiento y consolidación de los nacionalismos populistas como movimientos de masas. El Apra en el Perú, el peronismo en Argentina (1946–1955), Getulio Vargas en el Brasil (1930–1945 y 1951 -1954), Rómulo Betancourt en Venezuela (1945–1948 y 1959 -1964), Rojas Pinilla en Colombia (1953–1957), desencadenaron procesos que, sea desde los movimientos sociales, sea desde el Estado, abrieron espacio a las clases subalternas movilizadas, primero por la crisis y luego por la coyuntura favorable que produjo la segunda guerra mundial, que tuvo a los imperios enfrentados entre sí.
(Chile es un caso excepcional. El fin de la táctica “clase contra clase” y la aprobación en el VII Congreso de la III Internacional (1935) de la política de Frentes Populares contra el fascismo, exitosa en Francia y España, permitió el triunfo del Frente Popular de Aguirre Cerda en 1938).
El populismo, que fue un intento de afirmación de soberanía y respuesta a las demandas populares sin cuestionamiento del capitalismo, significó un reconocimiento de derechos y redistribución, sin cambio radical de estructuras, lo que, a la vez permitía el empoderamiento popular, frenaba su desarrollo. El populismo hizo parte de la constitución de las identidades de los sectores subalternos y les abrió canales en las disputas por el poder, fue el modo de constitución de ciudadanía en América Latina la primera mitad del siglo XX y la manera de incorporación económica y política de la población, confrontando estructuras oligárquicas excluyentes.
IV
La revolución Boliviana de 1952 hija de la guerra del Chaco con Paraguay, fue un proceso del que surgieron medidas como el control obrero y derecho a veto en las minas, milicias armadas de campesinos y trabajadores, la destrucción del ejército (y la creación de uno nuevo), la reforma agraria, etc.
La Revolución es el hecho decisivo en la historia contemporánea de Bolivia, que hizo que surgiera una economía con gran peso estatal y una burguesía con tibios afanes por industrializar, pues su línea central fue la intermediación financiera y el comercio importador. Permitió una mayor articulación de la geografía nacional: el desarrollo del oriente boliviano es su producto. La reforma agraria (1953) eliminó el latifundio e inició la integración del campesino a la vida nacional, alterando las relaciones de poder en el campo. En lo político el voto universal cambió las reglas abriendo una mayor participación y una nueva composición social en la representación. Dio una legislación del trabajo y avanzadas leyes sociales. En lo cultural, clave fue el surgimiento una fuerte corriente indigenista aimara y quechua, que propugnó el respeto a la diversidad. Cambios que no llegaron a su plenitud, quedando truncos por sus limitaciones y la corrupción, pero el empoderamiento del campesinado y los trabajadores nunca pudo ser revertido del todo.
Dado el escaso desarrollo y su mediterraneidad, su repercusión internacional fue limitada. Sin embargo los primeros años, intelectuales progresistas del mundo visitaron el país interesados por la experiencia, especialmente la reforma agraria. Entre quienes asistieron a este país en ebullición, curioso y expectante, estuvo el joven Ernesto “Che” Guevara.
V
El otro acontecimiento que presenció el joven “Che”, que marcó la historia del continente y la suya, fue el golpe contra el presidente de Guatemala Jacobo Arbens, promovido por los EEUU en 1954.
En 1945 había sido electo presidente de Guatemala Juan José Arévalo, a quien los Estados Unidos, en los albores de la “guerra fría”, acusó de procomunista. En 1951 Jacobo Arbenz (ex ministro de Arévalo) lo relevó en el cargo y dió una tibia ley de Reforma Agraria. En este período de efervescencia social surgieron el Partido Guatemalteco del Trabajo y la Confederación General de Trabajadores de Guatemala, lo que era totalmente inaceptable para los gringos.
La aplicación de Reforma Agraria a terrenos apropiados por la United Fruit convirtió el conflicto larvado en guerra abierta. El Departamento de Estado convocó a la agresión a sus cómplices de Nicaragua y Honduras. El 18 de junio de 1954 Carlos Castillo Armas, financiado por la CIA, invadió Guatemala desde Honduras y Arbenz fue violentamente derrocado. El Che debió partir a México con la lección aprendida: para los EEUU democracia y la soberanía son meramente instrumentales, apelan a ellas conforme sus intereses. En México conoció a Fidel Castro y se embarcó en el Granma.
VI
En Cuba, lo que comenzó en 1953 como una rebelión anti-dictatorial, culminó con el ingreso de los rebeldes a la Habana en enero de 1959. Luego, la dinámica de la polarización interna y la confrontación al intervencionismo de los EEUU, iría radicalizando un proceso de democratización que devino en revolución socialista. Corrían tiempos de “guerra fría”, cuando enfrentar a uno de los poderes empujaba hacia el otro polo.
La Revolución aplicó medidas de gran implicancia social y política: reforma agraria, nacionalización de empresas estadounidenses y campañas de alfabetización, etc. Las agresiones agigantaron el liderazgo de Fidel y radicalizaron a las masas. Cuba se la jugó como solo lo hizo antes la naciente revolución de octubre. Fidel Castro en la ONU y el Che en la OEA fueron imagen y verbo inflamado, desafiante, de una revolución joven y hecha por jóvenes. El intento de invasión de Bahía Cochinos fue aplastado, pero persistió el afán desestabilizador y el sabotaje. El ciclo guerrillero que propiciaron en el continente, fue parte de una grandilocuente vocación heroica, que entraría en crisis con la muerte del Che en Bolivia en 1967.
El poderoso del norte nunca perdonó la insolencia. Cuba devino en nación acorralada y acosada. Mal ejemplo de dignidad y soberanía que debía ser castigado. Se le impuso el bloqueo económico y el aislamiento político, por el que paga aún hoy altísimo precio. Solo México y Canadá resistieron la presión de romper relaciones diplomáticas. La Alianza para el Progreso fue una de las respuestas para frenar revoluciones, la otra fue el encuadramiento de las FFAA de los países, adiestrándolas en la Escuela de las Américas instalada en el Canal de Panamá.
Cuba fue la línea demarcatoria en muchos sentidos. Políticos e intelectuales debían condenarla para obtener la credencial “democrática”. Cuestionada desde la democracia liberal, nadie, sin embargo, puede negar las formidables conquistas sociales en campos como la salud, la educación o la seguridad. No obstante las críticas que puedan hacerse, el saldo es positivo y un balance cabal de la revolución solo será posible cuando se tenga suficiente perspectiva histórica.
VII
Entre tanto, en Brasil el general Castelo Branco dio un golpe de estado al populista Joao Goulart en 1964. El general Juan Carlos Onganía hizo lo propio en Argentina contra Arturo Illia en 1966. Se inició así un ciclo de dictaduras militares que asolaría el continente los siguientes tres lustros. Con ellos se ejecutó la doctrina de “seguridad nacional” de la Escuela de las Américas: desarrollismo económico y políticas de contención social con represión y autoritarismo.
Esta orientación se desplegó en otros países. En Bolivia en agosto de 1971 el general Hugo Banzer Suarez (apoyado por el MNR) derrocó al general Juan José Torres y empezó un régimen militar y represivo que acabó en 1978. En Uruguay en junio de 1973 el entonces presidente Juan María Bordaberry disolvió las Cámaras de Senadores y Representantes y dio su auto-golpe en alianza con los militares.
VIII
Juan Velasco, Salvador Allende, Omar Torrijos, Héctor Cámpora y Juan José Torres inauguraron gobiernos que iban contra la corriente. Pero mientras los dos últimos fueron episodios de transición más o menos efímeros, los tres primeros marcaron la historia de sus países y del continente.
Velasco significó un corte decisivo en la historia de la república peruana; quebró la hegemonía oligárquica, su reforma agraria empezó el proceso de ruptura de la servidumbre rural, y sus otras reformas fueron un intento de soberanía y autonomía del Perú. Para Panamá, Torrijos representó el gran momento de afirmación nacional de este pequeño país desgajado de Colombia a inicios del siglo XX por los EEUU (para apropiarse del Canal), el cual pudo recuperar gracias al tratado con Carter en 1977. En Chile, Salvador Allende llevó hasta sus últimas consecuencias el proyecto de una vía pacífica al socialismo, el cual fue contestado por la derecha alentada por los EEUU, desencadenándose un intenso proceso político que concluyó con el golpe de estado de Augusto Pinochet el año 1973.
IX
Mientras el cono sur del continente americano entraba en la noche oscura de las dictaduras, en América Central el movimiento revolucionario ganaba impulso. El Frente Sandinista de Liberación Nacional derrocó en 1979 al dictador Anastacio Somoza, aprovechando el momento de incertidumbre de los EEUU tras su derrota en Vietnam en 1975. El gobierno revolucionario impulsó medidas como la alfabetización, la reforma agraria, etc. La victoria sandinista incentivó a otras insurgencias centroamericanas, especialmente en El Salvador y Guatemala, donde años después se producirían procesos de negociación para la paz.
Sin embargo “la contra”, movimiento armado que actuaba desde Honduras y era financiado por los EEUU, gobernado desde 1980 por Ronald Reagan, prolongó el conflicto. Una larga guerra de desgaste al “sandinismo” que lo forzó a convocar a unas elecciones que perdería en 1990.
La derrota electoral del sandinismo coincidió con otro hecho crucial para las izquierdas: el fin de los “socialismos reales”. Se alteraba el equilibrio mundial y la correlación de fuerzas de modo estratégico, se rompían paradigmas y el sentido común progresista hasta entonces hegemónico era desplazado por el nuevo consenso neoliberal.
X
El trauma de la derrota de Vietnam había impuesto al imperio norteamericano la urgencia de redefiniciones. Aquí es cuando aparece Jimmy Carter (1977) y su discurso sobre derechos humanos y democracia, que reorienta la política de los EEUU en América Latina. Empieza el fin de las dictaduras, debilitadas sin el patronazgo yanqui.
Pero la década del ochenta fue también escenario de la crisis de la deuda externa, cuando los organismos internacionales imponían políticas de ajuste para asegurar que países en bancarrota siguieran pagando a los bancos a costa del sufrimiento de sus pueblos. Así se construyó la década perdida.
Las democracias volvieron en el continente y con ella las viejas elites políticas expulsadas por los militares recuperaron el poder e impusieron el proyecto neoliberal emanado del consenso de Washington. Pero ¿cómo combinar un modelo político de derechos con un modelo económico social de exclusiones? Es difícil construir un sistema democrático cuando al mismo tiempo se margina y empobrece a amplios sectores de población.
No perdamos nunca de vista, y esto es clave, que fue el fracaso del neoliberalismo en América Latina, el que abrió el camino a una izquierda a la que, tras el derrumbe del muro de Berlín, se consideraba definitivamente inviable.
XI
La izquierda latinoamericana que ganó protagonismo desde inicios del nuevo siglo asumió formas específicas en cada país: a partir de la peculiaridad de las herencias neoliberales, del lugar más o menos protagónico de los movimientos sociales y de la trayectoria histórica de sus izquierdas. La diversidad de izquierdas y discursos políticos y los subsecuentes regímenes, resultaron de amplias convergencias político-sociales que articularon movilización popular con la asunción de vías electorales.
De regreso del radicalismo insurreccional de los 60s y 70s, nuevas estrategias empezaron a formularse con éxito. Estas izquierdas asumieron la dimensión nacional como punto de partida para la inserción negociada en lo global. En nombre del interés nacional reivindicaron los recursos naturales. Revalorizaron al Estado como ordenador de la diversidad social y factor clave de la articulación externa. También regulador de aquello que el mercado ni resuelve ni es competente.
En 1998 irrumpió Hugo Chávez. Ganó ampliamente las elecciones y asumió el gobierno en febrero de 1999. Lo hizo a su estilo pugnaz y confrontacional. El chavismo como huracán tropical sacudió Venezuela y el continente. La experiencia nacionalista bolivariana fue producto de la revuelta popular contra el viejo régimen corrupto, y Chávez fue su expresión política. El antecedente crucial fue el “Caracaso” de 1992 de resistencia al plan de ajuste neoliberal implementado por el régimen corrupto de Carlos Andrés Pérez.
El proyecto bolivariano, el llamado socialismo del siglo XXI, desplegó una política que cuestionó la forma excluyente de reparto de la renta petrolera, permitió el despliegue de una amplia movilización social popular, la politización de las FFAA y tuvo una enorme vocación de incidencia en la política continental, apostando por la soberanía frente al imperio. La apuesta y sus alcances continentales eran enormes, lo eran por lo tanto también los riesgos.
Tempranamente se desató contra Venezuela una guerra de baja intensidad. El 11 de abril del 2002 un intento golpista de la cúpula militar, la derecha política y el empresariado, proclamó presidente de la República a Pedro Carmona, el cual fue reconocido de inmediato por los EEUU. Derrotado por la movilización popular, el golpe fue más bien un detonador que permitió al chavismo pasar a la contraofensiva. Fue el momento de quiebre, aún más importante que la propia victoria electoral de 1999 iniciándose la etapa de auge del chavisno, que se vio favorecida con el alza de los precios del petróleo.
Pero la derecha golpista se reorganizó y, con el auspicio de los EEUU, empezó la larga marcha del desgaste económico y la presión política que, sumados a los propios errores del proceso, condujeron a Venezuela a la crisis económica y política.
En similar perspectiva se sitúan Evo Morales, quien recupera la tradición nacionalista y popular de Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, quien logró sacar a su país de una inestabilidad política arraigada. Sus apuestas son por la transformación en democracia, capitalizando el desgaste de las viejas clases políticas y la dinámica de los movimientos sociales, asumiendo la democracia más como una forma de organización social igualitaria que como mecanismo institucional. Aceptan los riesgos de la globalización, refuerzan el rol Estado en la producción y la redistribución, y reivindican los recursos naturales para financiar las políticas públicas.
De otro lado, el PT brasileño, el socialismo chileno, el Frente Amplio uruguayo y el peronismo argentino, venían de luchas contra dictaduras militares, lo que los distanció del viejo discurso de izquierda, internalizando la democracia como eje central. Su apuesta era configurar alternativas al neoliberalismo hegemónico, en un contexto de globalización. Pragmatismo en lo económico y énfasis en lo social: políticas de crecimiento para asegurar programas sociales. Aprovecharon el ciclo de alza de precios de las materias primas que produjo bonanza fiscal. Una nueva visión de los procesos de regionalización e inserción de América Latina en el mundo globalizado, les hizo impulsar mecanismos de integración regional, la complementación energética y productiva y la coordinación de la política exterior. Asumieron la lucha contra la exclusión social evitando — no siempre con éxito- el choque frontal con la derecha. Aceptaron las reformas neoliberales reconociendo sus limitaciones y propusieron programas contra la pobreza y la exclusión. Si un logro de esta izquierda fue reconocer la complejidad de los escenarios en que debían aplicarse las grandes ideas, el precio de dejar el ideologismo fue abandonar principios esenciales, pasando del pragmatismo al oportunismo.
Por su significación, el PT merece mención aparte. De sus banderas y luchas originarias de un perfil más socialista, queda poco, consumidas entre acuerdos con el gran capital, medidas de ajuste y burocratización. El PT se asoció a corporaciones petroleras, constructoras, capitales agroindustriales y entidades financieras para afianzar el liderazgo de Brasil en América Latina. Su crisis empieza el 2013 con movilizaciones juveniles y las huelgas que mostraban un descontento social que la derecha aprovechó. El PT jugó a la negociación por arriba y una de las consecuencias de esta política fue bajar la intensidad de la movilización social y política por abajo. Salpicado por la corrupción, el PT enfrenta hoy el cerco de una ofensiva mediático-jurídica de la poderosa derecha brasileña y que es auspiciada desde los EEUU, que sabe que para desmontar el entramado progresista construido en América del Sur, Brasil es la pieza clave.
XII
Tras una década a la defensiva las derechas del continente rearticularon sus fuerzas a partir de los bastiones de poder que conservaron casi intactos, particularmente en los grandes medios de comunicación, desde los cuales fueron estableciendo agendas, deformando realidades y preparando el terreno para la contraofensiva.
La crisis del 2008 precipitó los reacomodos de fuerzas. La economía mundial se ralentizó, y aunque el gigante chino mantuvo un tiempo capacidad de arrastre respecto a América Latina difiriendo la caída, la disminución de la demanda mundial de materias primas golpeó nuestras economías, cuyas matrices productivas no han sido modificadas en sus fundamentos. El problema fue entonces cómo redistribuir en economías que no crecían. Venezuela entró en trompo y Brasil empezó a tener problemas serios. La crisis erosiona al gobierno de turno, sea cual fuere su signo ideológico.
De otro lado, los Estados Unidos no podían permitir que el Mercosur se afirmara como proyecto sub-regional autónomo. Sus TLC o TPPs, diseñados en favor de las transnacionales y los estados poderosos, no armonizan con los proyectos de soberanía económica. Por eso promovieron un Acuerdo del Pacífico contrapuesto al Mercosur en el cual alinearon a sus Estados incondicionales, México, Colombia, Chile y (lamentablemente) Perú. Obviamente tampoco les agradaba UNASUR como espacio de soberanía política.
América Latina, convertida en otro territorio de la disputa hegemónica entre EEUU y China, exigía a los primeros socavar los proyectos autónomos, pues su diseño estratégico, al haber perdido la batalla comercial, se concentra en lograr los posicionamientos y alineamientos político-militares geoestratégicos. Para lograrlo alienta a las derechas retrógradas y sin proyecto nacional a recuperar el control de los estados.
Un tema que requeriría de análisis aparte es el de las clases medias. En Venezuela estuvo opuesta casi desde los inicios al chavismo, pero fue radicalizando su rechazo, conforme la situación económica las empobrecía. En Argentina en cambio, el Kitchnerismo dio oxígeno a una clase media en cuidados intensivos, la que, una vez salida del coma al que la llevó el neoliberalismo, se puso de a la cola de la derecha macrista.
Un último y crucial problema es el de la corrupción. Real y contundente, fue resultado no solo y no tanto de las vocaciones de enriquecimiento de los individuos, como de la misma naturaleza de la democracia liberal, anclada en costosas campañas, maquinarias publicitarias y clientelaje, todo lo cual requieren ingentes recursos. Convenientemente publicitada por los medios de comunicación de la derecha, la corrupción produjo el desgaste de gestiones de gobierno prolongadas y que pasaban por dificultades.
XIII
Al reflexionar sobre el ciclo que parece llegar a su fin y lo que nos dejan como grandes lecciones, es bueno tener en cuenta algunos elementos.
El primero es que se trató de exploraciones sobre nuevas vías más no recetarios o modelos a ser aplicados. Es fácil ahora señalar sus limitaciones e incongruencias respecto a eventuales paradigmas ideológicos, pero es indiscutible que permitieron la construcción de sujetos sociales, empoderaron a los de abajo y variaron los sentidos comunes. Podría decirse que adquirió sentido aquello anunciado por Fidel Castro en la II Declaración de la Habana: “Ahora sí la historia tendrá que contar con los pobres de América”.
Lo segundo es que el cambio se da en medio de una crisis capitalista, con otra situación de los aparatos estatales y regímenes poco sólidos económicamente y con menor control sobre los movimientos sociales. Desmontar lo avanzado por los años de gobiernos progresistas no será fácil ni sin resistencias. Si la derecha gana las elecciones en Brasil ¿Cómos sería ese régimen? Débil, inestable, enfrentando luchas sociales. La fuerza social que dio sustento al progresismo y los sectores populares que buscan el cambio siguen actuando, y continuarán expresándose en los mismos u otros proyectos políticos.
Lo tercero es que no solo se trata de la disputa entre modelos económicos. El capitalismo imperialista es mucho más que una economía. En su etapa actual de crisis hegemónica y de acumulación expoliadora es un sistema que funciona como una guerra contra los pueblos, como un modo de acumulación por exterminio, basta ver como ha dejado el oriente medio para entender de lo que hablamos. Ese futuro no nos es ajeno. México es un espejo en el que deberíamos mirarnos. Los miles de muertos y desaparecidos no son una desviación, sino su núcleo, cuyas partes integrantes, de la justicia al aparato electoral, de la escuela a la academia, le son funcionales. Los hechos de Ayotzinapa y Nochixtlán muestran cómo funciona hoy el sistema.

viernes, 15 de febrero de 2019

FEBRERO





Vamos a la chacra...
a correr descalzos por la tierra parda;
que el sol nos abrase, que nos moje el agua.
Vamos a la chacra!

Tengo tantas ganas de estar a la sombra de un mango,
¡No sé! me parece que una vez tendidos en la arena blanca
tu cuerpo moreno tendrá a mis miradas
todos los encantos, toda la dulzura de una fruta rara.

Vamos a la chacra...
mira que ya han florecido los suchez y los cinamomos,
quiero estar a solas contigo en las parras
vagando en las pozas cubiertas de lodo,
comiendo las uvas o acaso dormidos sobre la hojarasca.

Vamos a la chacra!
ves en esta tarde tan cálida y húmeda
que huele a retama, a zuches de ámbar y a ñorbo salvaje
yo quiero llevarte a las parras para verte joven;
para verte joven trigueña y desnuda.

Mira el agua rubia
como besa impávida al fiero huarango que crece en la acequia
y mira a la aveja como lleva el polen que hará una flor nueva.
Amada ¿no sientes que huele a retama y a suchez de ámbar?

Vamos a la chacra!
a correr descalzos por la tierra parda;
que el sol nos abrase, que nos moje el agua.


GUSTAVO PINEDA MARTÍNEZ
      ( Ica, 1922 - 1979)
Del libro "Pámpano" 1944








jueves, 7 de febrero de 2019

ACTO TEXTUAL



ACTO TEXTUAL
Háganle el amor a las palabras,
lubríquenlas de vida,
colóquenlas en las mejores poses,
penétrenlas con todo;
ámenlas, acarícienlas, bésenlas,
métanles con fulgor la lengua, 
estimulen su clítoris;
déjense amamantar por sus acentos
hasta que se derramen en ternura,
en bravía pasión, en orgasmo infinito;
dejen que se muestren tristes,
amables, melancólicas;
hagan que griten de placer y de alegría;
llévenlas a pasear por el campo
a todo sol o a toda luna, 
abrácenlas bajo el alba,
dibújenles en su pecho una rosa
o en su Ser un arco iris;
dénle la mano así parezcan tozudas,
mas cuidado con el dedo,
salvo que sea en pleno clímax;
vayan de compra a los mercados, 
corran inéditos por las calles,
dénse unas cuantas vueltas 
por el mundo, viajen por el universo,
siémbrenlas en el cosmos,
plántenlas en la naturaleza,
imprégnenlas en el alma;
floten sobre su espíritu en el acto
y dos a dos sorían líricamente;
tiéndanse juntos de barriga,
sáquenle la lengua al cielo;
copulen patas arriba y sin medida
procuren que sean con sus tildes
vuestras ardientes amantes,
pero también vuestras más tiernas y 
adorables criaturas... Oh, hacedores!
Así, vosotros arquitectos del verbo
e ingenieros de Artefactos Literarios,
al haberlas poseído en cuerpo y alma
abriéndoles las piernas 
a ras de vuestra experiencia
-no sin antes concebir el mundo en ellas
con música y ritmo de los tiempos-
habréis obtenido el poema
y hasta quien sabe logrado eyacular 
con mucha o poca suerte
en vuestro texto, un rayo de luz y Poesía.
Copyright© Krzyszto Dyosz Daddho®
Natural de Santiago de Chuco – Perú.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Primera ilusión


El presente relato viaja a la ciudad de Chincha, fue escrito por una estudiante de la Promoción 2018, sus compañeros que leyeron el texto, manifiestan que el joven que se menciona no es un estudiante sino un adulto que camina por los pasillos del colegio.



Qué felicidad, amanecía con el sol en lo alto, las aves cantando una dulce melodía, como todos los días me acerco a la ventana para agradecer la vida, pensando siempre que este día será el más feliz de mi vida, ya que ir al colegio es lo que más deseo, tan solo para verlo muy cerca.

Apenas puedo creer que el amor llegó a mí, cuando lo vi por primera vez, si el pudiera adivinar lo que escribo en este diario, se daría cuenta de mis buenos sentimientos hacía él, sé también que tiene a alguien, por lo que nunca se fijaría en mí. Me contaron que con Sandra llevan un año de enamorados.
Pensar que mi primera ilusión me correspondería, tantas veces lo soñé, pero no entiendo los motivos ni la razón, tan solo con su mirada, con su sonrisa me cautivó. El amor es así, llega sin avisar, sin que uno lo busque, tal vez se encuentre ¿Será el destino? Hoy me atreveré a decirle lo que siento, porque nadie podrá borrar de mi corazón su nombre, lo amaré incondicionalmente. Pero tengo miedo que me diga que es imposible, que no pasará nada, que las cosas entre él y yo es una tontería creada en mi mente, ¿Cómo empezar a decirle todo mi amor?

Apenas salí del colegio me dirigí a mi casa para escribir lo que pasó por mi corazón. Logré hablar con él, le dije lo que siento, que lo amo, hay que tonta que fui al ilusionarme con alguien que se burló de mis sentimientos, lanzó una carcajada, me dijo:

-         -  Eres una tonta en fijarte en mí

-          Pero, si no te gusto no importa, yo solo quería decirte lo que siento por ti, aunque después te rías.
Estoy en mi cuarto, he apagado la luz porque quiero que llegue la noche para poder dormir, tengo el corazón roto, destrozado en mil pedazos; pero a pesar de todo lo sigue queriendo. Así será el amor, una decepción que nos ayuda a vivir, hasta ahora no entiendo porque uno se enamora si querer.

Querido diario, guarda todos mis secretos, nunca muestres tus hojas a nadie, cuando pase el tiempo, recordaré en silencio a mi primer amor, todo ese compromiso que tuve con la vida, al querer cuidar a quién amaba. Terminé decepcionada es cierto, me dijeron tantas veces que solo era una ilusión pasajera, espero que sea así, a veces duele querer a alguien que es imposible de tener.



Rosa marchita.
Diciembre de 2018.


miércoles, 11 de julio de 2018

El sueño del Pongo. José María Arguedas







Un hombrecito se encaminó a la casa-hacienda de su patrón. Como era siervo iba a cumplir el turno de pongo, de sirviente en la gran residencia. Era pequeño, de cuerpo miserable, de ánimo débil, todo lamentable; sus ropas viejas.

El gran señor, patrón de la hacienda, no pudo contener la risa cuando el hombrecito lo saludó en el corredor de la residencia.

- Eres gente u otra cosa?  le preguntó delante de todos los hombres y mujeres que estaban de servicio.

Humillándose, el pongo contestó. Atemorizado, con los ojos helados, se quedó de pie.

- A ver! - dijo el patrón , por lo menos sabrá lavar ollas, siquiera podrá manejar la escoba, con esas sus manos que parece que no son nada. ¡Llévate esta inmundicia! - ordenó al mandón de la hacienda.

Arrodillándose, el pongo le besó las manos al patrón y, todo agachado, siguió al mandón hasta la cocina.

El hombrecito tenía el cuerpo pequeño, sus fuerzas eran sin embargo como las de un hombre común. Todo cuanto le ordenaban hacer lo hacía bien. Pero había un poco como de espanto en su rostro; algunos siervos se reían de verlo así, otros lo compadecían. `Huérfano de huérfanos; hijo del viento de la luna debe ser el frío de sus ojos, el corazón pura tristeza, había dicho la mestiza cocinera, viéndolo.

El hombrecito no hablaba con nadie; trabajaba callado; comía en silencio. Todo cuanto le ordenaban, cumplía. `Sí, papacito; sí, mamacita, era cuanto solía decir.

Quizá a causa de tener una cierta expresión de espanto, y por su ropa tan haraposa y acaso, también porque quería hablar, el patrón sintió un especial desprecio por el hombrecito. Al anochecer, cuando los siervos se reunían para rezar el Ave María, en el corredor de la casa -hacienda, a esa hora, el patrón martirizaba siempre al pongo delante de toda la servidumbre; lo sacudía como a un trozo de pellejo.

Lo empujaba de la cabeza y lo obligaba a que se arrodillara y, así, cuando ya estaba hincado, le daba golpes suaves en la cara.

- Creo que eres perro. Ladra! - le decía.

El hombrecito no podía ladrar.

- Ponte en cuatro patas, le ordenaba entonces-

El pongo obedecía, y daba unos pasos en cuatro pies.

- Trota de costado, como perro  (seguía ordenándole el hacendado)


El hombrecito sabía correr imitando a los perros pequeños de la puna.

El patrón reía de muy buena gana; la risa le sacudía todo el cuerpo.

- Regresa! - le gritaba cuando el sirviente alcanzaba trotando el extremo del gran corredor.

El pongo volvía, corriendo de costadito. Llegaba fatigado.

Algunos de sus semejantes, siervos, rezaban mientras tanto el Ave María, despacio, como viento interior en el corazón.

- Alza las orejas ahora, vizcacha! ¡Vizcacha eres! - mandaba el señor al cansado hombrecito. - Siéntate en dos patas; empalma las manos.

Como si en el vientre de su madre hubiera sufrido la influencia modelante de alguna vizcacha, el pongo imitaba exactamente la figura de uno de estos animalitos, cuando permanecen quietos, como orando sobre las rocas. Pero no podía alzar las orejas.

Golpeándolo con la bota, sin patearlo fuerte, el patrón derribaba al hombrecito sobre el piso de ladrillo del corredor.

- Recemos el Padrenuestro - decía luego el patrón a sus indios, que esperaban en fila.

El pongo se levantaba a pocos, y no podía rezar porque no estaba en el lugar que le correspondía ni ese lugar correspondía a nadie.

En el oscurecer, los siervos bajaban del corredor al patio y se dirigían al caserío de la hacienda.

- Vete pancita! - solía ordenar, después, el patrón al pongo.

Y así, todos los días, el patrón hacía revolcarse a su nuevo pongo, delante de la servidumbre. Lo obligaba a reírse, a fingir llanto. Lo entregó a la mofa de sus iguales, los colonos.

Pero ... una tarde, a la hora del Ave María, cuando el corredor estaba colmado de toda la gente de la hacienda, cuando el patrón empezó a mirar al pongo con sus densos ojos, ése, ese hombrecito, habló muy claramente. Su rostro seguía un poco espantado.

- Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío, quiero hablarte - dijo.

El patrón no oyó lo que oía.

- Qué? Tú eres quien ha hablado u otro? - preguntó.

- Tu licencia, padrecito, para hablarte. Es a ti a quien quiero hablarte - repitió el pongo.

- Habla ... si puedes - contestó el hacendado.


- Padre mío, señor mío, corazón mío - empezó a hablar el hombrecito -. Soñé anoche que habíamos muerto los dos juntos: juntos habíamos muerto.

- Conmigo? Tú? Cuenta todo, indio - le dijo el gran patrón.

- Como éramos hombres muertos, señor mío, aparecimos desnudos. Los dos juntos: desnudos ante nuestro gran Padre San Francisco.

- Y después? ¡Habla! - ordenó el patrón, entre enojado e inquieto por la curiosidad.

- Viéndonos muertos, desnudos, juntos, nuestro gran Padre San Francisco nos examinó con sus ojos que alcanzan y miden no sabemos hasta qué distancia. A ti y a mí nos examinaba, pensando, creo, el corazón de cada uno y lo que éramos y lo que somos. Como hombre rico y grande, tú enfrentabas esos ojos, padre mío.

- Y tú?

- No puedo saber cómo estuve, gran señor. Yo no puedo saber lo que valgo.

- Bueno, sigue contando.

- Entonces, después, nuestro Padre dijo con su boca: `De todos los ángeles, el más hermoso, que venga. A ese incomparable que lo acompañe otro ángel pequeño, que sea también el más hermoso. Que el ángel pequeño traiga una copa de oro, y la copa de oro llena de la miel de chancaca más transparente.

- Y entonces? - preguntó el patrón.

Los indios siervos oían, oían al pongo, con atención sin cuenta pero temerosos.

- Dueño mío: apenas nuestro gran Padre San Francisco dio la orden, apareció un ángel, brillando, alto como el sol; vino hasta llegar delante de nuestro Padre, caminando despacio. Detrás del ángel mayor marchaba otro pequeño, bello, de luz suave como el resplandor de las flores. Traía en las manos una copa de oro.

- Y entonces? - repitió el patrón.

- Ángel mayor: cubre a este caballero con la miel que está en la copa de oro; que tus manos sean como plumas cuando pasen sobre el cuerpo del hombre, diciendo, ordenó nuestro gran Padre. Y así, el ángel excelso, levantando la miel con sus manos, enlució tu cuerpecito, todo, desde la cabeza hasta las uñas de los pies. Y te erguiste, solo; en el resplandor del cielo la luz de tu cuerpo sobresalía, como si estuviera hecho de oro, transparente.

- Así tenía que ser - dijo el patrón, y luego pregunto:

- Y a ti


- Cuando tú brillabas en el cielo, nuestro Gran Padre San Francisco volvió a ordenar: `Que de todos los ángeles del cielo venga el de menos valer, el más ordinario. Que ese ángel traiga en un tarro de gasolina excremento humano.

- Y entonces?

- Un ángel que ya no valía, viejo, de patas escamosas, al que no le alcanzaban las fuerzas para mantener las alas en su sitio, llegó ante nuestro gran Padre; llegó bien cansado, con las alas chorreadas, trayendo en las manos un tarro grande. `Oye viejo -ordenó nuestro gran Padre a ese pobre ángel -, embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que hay en esa lata que has traído; todo el cuerpo, de cualquier manera; cúbrelo como puedas. ¡Rápido!. Entonces, con sus manos nudosas, el ángel viejo, sacando el excremento de la lata, me cubrió, desigual, el cuerpo, así como se echa barro en la pared de una casa ordinaria, sin cuidado. Y aparecí avergonzado, en la luz del cielo, apestando ...

- Así mismo tenía que ser - afirmó el patrón. - Continúa! O todo concluye allí?

- No, padrecito mío, señor mío. Cuando nuevamente, aunque ya de otro modo, nos vimos juntos, los dos, ante nuestro Gran Padre San Francisco, él volvió a mirarnos, también nuevamente, ya a ti ya a mí, largo rato. Con sus ojos que colmaban el cielo, no sé hasta qué honduras nos alcanzó, juntando la noche con el día, el olvido con la memoria. Y luego dijo: `Todo cuanto los ángeles debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora (lámanse el uno al otro! Despacio, por mucho tiempo. El viejo ángel rejuveneció a esa misma hora: sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro Padre le encomendó vigilar que su voluntad se cumpliera.


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