CANCIÓN PARA NO OLVIDAR
La coyuntura actual, no solo en el país si no en el mundo entero, está maximizando el valor de los escritores, si desde tiempos remotos la palabra ha sido el arma de los poetas, narradores, cronistas, etc. Ahora que vivimos tiempos sumamente violentos, es cuando más se requiere de esa voz autorizada para desenmascarar las aberraciones que se suceden en todas las latitudes. Partiendo de esta premisa, destaco el primer gran valor en la obra de Juan Ramírez Chacaltana, quien a través de su novela "Canción del Silencio" nos remite - Así como lo hicieran en su momento, Alonso Cueto, Santiago Roncagliolo y el mismo Vargas Llosa, entre otros - a la época de la guerra armada iniciada por sendero luminoso hace aproximadamente tres décadas. Con la gran diferencia que Juan Ramírez, al igual que la mayoría de los peruanos nacidos antes de los 90, ha vivido en carne propia los azotes de dicha guerra, y no así los autores antes mencionados que pertenecen a otro estrato social. Destacamos en esta parte entonces, el "conocimiento de causa" del autor, lo que lo dota de mayor profundidad, realidad y exactitud, pues no es lo mismo vivirlo a que te lo hayan contado o visto por televisión.
Con esta novela Juan Ramírez - en un acto doloroso pero necesario - nos devuelve a una etapa siniestra en la que miles de peruanos de todas las clases sociales, sobre todo las más pobres, derramaron su sangre por nada.
Así mismo, debemos señalar que la aparición de la obra es providencial, en un momento crucial en que un trinomio de hechos pretende borrar esta parte negra de nuestro pasado reciente; así tenemos a algunas autoridades con intereses políticos que buscan callar las voces de los que aún reclaman respuesta por sus muertos. En segundo lugar cabe mencionarse la sorprendente desinformación de las nuevas generaciones que en casos extremos no saben incluso de que se trato la guerra armada como si habláramos de hechos de hace siglos o milenios, y por último el resurgimiento de huestes terroristas en diversas zonas del país pretendiendo esconder sus verdaderos fines tras la careta de partido político.
Decía que la aparición de esta novela es providencial, pues se trata de una recopilación de hechos de la época antes señalada, bien documentados, narrados con soltura y sencillez, con un solo interés; ser el vehículo para refrescar la memoria de los peruanos que pretenden olvidar, al mismo tiempo que darles a aquellos jovenes que desconocen el pasado un repaso sustancioso por los sucesos que quizá sus padres o sus maestros omitieron casual o dolosamente.
El otro gran valor que le atribuiría a esta novela, es la cantidad de información que el autor vierte sobre sus páginas, denotando no solo su amplio conocimiento de la historia de los lugares donde se ambienta la obra (distintas Provincias de Ayacucho, Huancavelica e Ica) si no además su gran amor por cada uno de los lugares donde la labor docente lo ha llevado.
Juan Ramírez es un hombre que ha observado siempre con ojos de poeta; el cielo, los árboles, los pájaros, el mar e incluso la más sencilla de las rocas, han conformado el marco de su existencia, dotándolo de una sensibilidad que hoy le permite entregarnos una novela humana, tierna, emotiva y por ende justa para recorrer con placer sus páginas, regalándonos la sensación de estar frente a un ecran, repasando de la manera más didáctica posible, los hechos más saltantes de nuestra historia post incaica. Éste es el tercer valor que sobresale en "Canción del Silencio"
De lo mencionado podemos decir entonces que estamos ante un autor que debuta en la narrativa peruana con un libro valioso e imprescindible sobre todo para los iqueños, quienes gracias al autor pueden tener acceso a parte importante de su historia y tal vez así empezar a interesarse en profundizar sobre los diversos temas que en la novela se tocan, pero no nos equivoquemos, no se trata de una novela regionalista, sino más bien de una obra global, donde nuestra región es solo la base desde donde los ojos de su pequeño protagonista observan el país y el resto del mundo para ir forjando su singular personalidad.
Antes de concluir, quiero mencionar, mi plena identificación con la obra y mi gratitud al autor, no sólo como víctima directa de la guerra que vivimos, sino también como un hombre nacido y crecido en esos rincones de la serranía ayacuchana donde ambienta parcialmente la novela, llevándome a evocar con nostalgia esa pequeña patria que es para mí CORACORA - mi tierra natal - así mismo los largos caminos que en cada viaje a mi pueblo me dejan apreciar la belleza ahora pacífica y límpida de nuestra inconmensurable serranía.
Finalmente, vuelvo a resaltar el principal requisito de un escritor y que el autor cumple cabalmente: el compromiso con la realidad, por ello, le auguro el mayor de los éxitos en esta nueva aventura como escritor, esperando que no deje de sorprendernos con un próximo libro. Que el silencio se quede solo en el título de la novela, pues si es para seguir escribiendo, que Juan Ramírez lo haga con bombos y platillos, haciendo el mayor ruido posible, para que nadie se quede sin leerlo.
Ica, 30 de octubre del 2,012.
HELMUT JERÍ PABÓN
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