El maestro Lucho, antes que apareciera montado
en sus motos altas y poderosas por los caminos de Flores y San Antonio, mucho
más antes que fuera preparador de gallos, fue un gran peluquero. Sus días
preferidos eran los sábados y domingos, cortaba el pelo a todas las edades,
conversador con los niños, a quienes les cortaba como militar, despidiéndolos
con un saludo castrense y chocando el puño de la mano derecha. Los martes y
los viernes cambiaba a la mano izquierda, aún no sabemos el motivo.
Un día apareció un señor venido desde el
Distrito de Coayllo, que por causas naturales tenía dos bultos en la cabeza tan
bien distribuidos que daba la impresión de ser la mitra del diablo. La barbería
se ubicaba frente al puesto policial. El Buen hombre llegó impecablemente
vestido, lo que ahora dicen bien al terno negro, corbata roja y camisa celeste,
saludó al profesor y se sentó en la silla giratoria blanca, pidiendo.
-
Un
corte a pura tijera por favor… su voz era ronca.
Rápidamente, Luis Flores alistó sus tijeras, que
le había dejado como recuerdo su abuelo Rutilio, seguidamente colocó una tela
blanca sobre el pecho del diablo, para luego empezar a cortar, sus manos volaban sacando las puntas del cabello rojizo, color candela. Como
nunca realizaba su trabajo en silencio, algo hacía presagiar lo hermético que
estaba el visitante.
El breve tiempo transcurrido, logró que la
tijera del maestro choque con uno de los cachos del señor diablo, el choque fue
brutal, terminó con las manos, la mente y el cuerpo dolorido. El impacto y la
impresión, lo llevó al piso, al ser auxiliado por los vecinos, sus ojos estaban blancos. Al pasar el
tiempo, después de tres meses pudo volver a la normalidad, todos lo visitaban
para preguntarle acerca de su encuentro con Satanás. Respondía con una leve
sonrisa.
- - Antes de desmayarme, pude notar que no era terno lo que llevaba el señor, recuerdo era una piel de caballo que cubría su cuerpo flaco.
Hoy los niños corren detrás de la moto,
celebran conocer a Lucho, el único profesor que le corto el pelo al diablo, él
les sonríe y se declara su protector.
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