viernes, 21 de noviembre de 2025

Ensayo "El silencio protege al agresor, no a la víctima

 

El silencio protege al agresor, no a la víctima.

 


Hoy en día escuchamos muchas veces la frase “No a la violencia contra la mujer”, pero decirlo no es suficiente si no hacemos algo para que realmente cambie nuestra sociedad, es el momento de actuar, de hacerle frente a la violencia abrazados todos los que amamos la paz. La violencia de género no es solo un problema del Perú, sino del mundo entero, pero nuestro país sigue siendo uno de los más afectados. Muchas mujeres todavía viven con miedo dentro de sus propios hogares, cuando deberían vivir en paz, libremente y con respeto.Como estudiantes, también tenemos un papel importante en esta lucha.

Cuando hablamos de violencia contra la mujer, muchas personas piensan solo en golpes, pero no es así. La violencia puede ser psicológica, física, sexual, económica, verbal y digital (como el acoso por redes sociales). A veces un insulto, un grito o una humillación dañan más que un golpe. También existe la violencia que busca controlar: cuando alguien decide con quién puede hablar una mujer, cómo debe vestir o qué hacer con su dinero. Eso también es violencia, solo que más silenciosa.

En el Perú, las cifras son alarmantes. Cada día, muchas mujeres denuncian agresiones, y otras ni siquiera pueden denunciar por miedo, vergüenza o falta de apoyo. Lo más triste es que, en la mayoría de casos, el agresor es alguien cercano: esposos, enamorados, padres, tíos o conocidos, sobretodo el padrastro, ya que la familia se quiebra tempranamente, iniciando la madre otra relación. Eso demuestra que la violencia no es un problema de desconocidos, sino un problema social y familiar. Esta realidad nos obliga a pensar: ¿qué estamos haciendo como país para detenerla? ¿Y qué estamos haciendo nosotros como jóvenes?

Para acabar con la violencia, no basta con castigar a los agresores, tenemos que educar desde edades tempranas en valores como el respeto, la igualdad y la empatía. No nacemos violentos; la violencia se aprende, se normaliza y se repite. Si un niño crece viendo que maltratar está “permitido”, puede convertirse en un agresor en el futuro. Pero si crecemos aprendiendo que hombres y mujeres valemos lo mismo, entonces construiremos una sociedad sin miedo.

La lucha contra la violencia hacia la mujer también implica cuestionar nuestras costumbres, nuestro lenguaje y la forma en que convivimos. Una frase machista, una burla “de broma”, un comentario que minimiza a una mujer o una actitud que la hace sentir inferior, son también formas de violencia que hemos normalizado sin darnos cuenta. Erradicar esta realidad no significa solo castigar al agresor, sino transformar la cultura que lo permite. Necesitamos aprender a relacionarnos con respeto, dejando atrás la idea de que alguien tiene derecho a controlar, ordenar o decidir sobre otra persona. Cuando una mujer es escuchada, apoyada y valorada, puede crecer, estudiar, soñar y transformar su entorno. Proteger a las mujeres no es un favor ni un acto de compasión: es una obligación moral que nos convierte en ciudadanos responsables y en seres humanos verdaderamente justos. Solo así podremos construir un país donde la libertad no sea un privilegio, sino un derecho garantizado para todas.

En Santa Cruz de Flores, aunque no tengamos tantos casos visibles como en ciudades grandes, eso no significa que debamos quedarnos tranquilos. Al contrario, debemos actuar antes de que la violencia ocurra. Nuestro colegio puede ser un lugar de cambio. Como estudiantes de 5to de secundaria, podemos proponer campañas de respeto, charlas, actividades artísticas, murales o marchas locales. Podemos usar redes sociales para mensajes positivos. Podemos escuchar y acompañar a quien sufre.

También las autoridades locales podrían ayudar. La municipalidad puede organizar talleres para familias, charlas sobre manejo de emociones, asesorías psicológicas gratuitas o campañas en fiestas y eventos públicos. La violencia no se combate solo con leyes, también con prevención y educación emocional.

 

Como joven y estudiante, yo también tengo una responsabilidad. No puedo cambiar el Perú entero, pero sí puedo cambiar algo en mi entorno. Debemos respetar a todas las mujeres que nos rodean: a mis compañeras, a mis profesoras, a las madres de mi comunidad. Puedo hablar si veo algo injusto, puedo apoyar a quien necesite ayuda, puedo escuchar sin juzgar. La seguridad y libertad de las mujeres empieza con nuestro comportamiento de todos los días. Sabemos que estamos viviendo una etapa complicada de nuestras vidas, desde ese instante en que aparece el enamoramiento debemos vivir con respeto, sin machismo, sin utilizar a la mujer como objeto, como una propiedad, de lo contrario aumentaría la estadística de agresiones y muertes. Aquí quiero contarle el testimonio de una estudiante del cuarto año, su confesión la hizo a un maestro conocido: Ella contó de la siguiente manera “Mi enamorado del primer año me dio una cachetada, revisó mi celular, no contento con ello me golpeo con su rodilla mi muslo izquierdo”. El consejo del maestro fue que debe cortar con esa relación, ya que, si siguen caminando juntos estableciendo un lazo más durable en el tiempo, se podrá llegar hasta situaciones que lamentar.

Decir “Ni una menos” no es una moda, es una promesa. Una promesa de lucha, respeto y justicia. El Perú necesita jóvenes que no repitan los errores del pasado, sino que construyan un futuro sin miedo, con decisión y valentía. Como estudiantes somos parte de ese cambio. No importa nuestra edad: podemos enseñar con el ejemplo, hay un dicho que dice: “Educa con lo que haces, no con lo que dices”, defender con la voz y apoyar con el corazón. Si algo me ha enseñado la vida es que las mujeres deben ser autónomas y para ello tienen que depender de ellas mismas, no de algún hombre, para lograrlo debemos estudiar y ser profesionales, entonces seremos libres de hacer con nuestro dinero lo que deseamos. Aquí en Santa Cruz de Flores muchas vecinas aceptan las agresiones de sus parejas porque dependen de ellos económicamente, temen ser abandonadas.

La violencia contra la mujer no se combate solo con protestas, sino con acciones reales, desde casa, desde el colegio y desde nuestra comunidad. Solo así lograremos un país donde las mujeres vivan libres, seguras y felices. Ese es el Perú que queremos. Ese es el Perú que podemos construir.

 

AUTOR: Luz Thatiana Chuquillanqui López

"Ensayo por el día de la no violencia contra la mujer".

 

La casa es el escenario del delito

Cada día despierto con noticias nacionales donde se ocurren hechos de sangre, conmueve cuando entre las víctimas se encuentran mujeres menores de edad, realizo una mirada a los acontecimientos, observo que es la familia el escenario, la casa que debería estar bajo la protección del padre y la madre, siente su ausencia, dejando solos a los pequeños, sin el calor de la figura paterna. Estas escenas no cuentan con personas extrañas, los agresores son del entorno, personas cercanas como el tío, primo, padrastro, gente conocida de las niñas menores de 14 años.

Un dato estadístico revela que la Institución Educativa Jesús Divino Maestro, tiene como apoderados mayormente a mujeres, es decir el 80% de los hogares son liderados por mujeres, llamadas madres solteras.  Ellas en su totalidad han sido abandonadas por sus primeras parejas. El machismo descrito de esta manera tiene en abandono la vida de muchos adolescentes. Según datos recogidos por el auxiliar y algunos buenos tutores, por las tardes como aves caminan por la calle sin rumbo fijo, alentados por otros estudiantes con situación similar. Ellos lo primero que encuentran es licor fácil, aquí abunda el trago corto, al ser consumido a temprana edad se convierte en una droga, que les permite evadir el infierno en que viven.

La señora Cristina Arias ha decidido rehacer su vida, mi compañera Kaori ahora tiene padrastro, según relató a un personaje amigo, el señor se muestra muy amable, cariñoso, a veces tierno; sin embargo ella se siente preocupada cuando se encuentra sola en casa, por eso me visita frecuentemente con el pretexto de estudiar. Él tiene mucho poder, en eso lo puedo comparar con los gamonales de la época que vivió José María Arguedas, ellos abusaban de los indígenas, de su peones, los patronos ahora son los padrastros en este tipo de hogar. Mi amiga al leer Warma Kuyay, se conmueve, se acurruca a mí como una palomita, ambos nos damos cariño, ese afecto que nos falta como mujeres. Se siente tan triste porque su madre ve como un Dios a su pareja y siempre le da la razón, teme que con la complicidad de ella algún día pueda ser violentada. Sin duda su mamá se encuentra atada a su pareja porque le da dinero, eso la lleva a aceptar todo lo que le proponen, también ronda por su cabeza ser abandonada por segunda vez.

Lo descrito anteriormente forma partes de una reflexión, la situación en que se encuentran los adolescentes en Flores, en esta sociedad peruana cada vez más cruel, alentada por los gobernantes de turno, la violencia crece a mil kilómetros por hora ¿Estamos viviendo en un narcoestado? ¿Por qué el aumento de extorsionadores y sicarios? ¿Será por el sistema económico imperante, hace cada vez más pobres a los peruanos y solo un puñado de ricos disfruta de su riqueza? Ya quisiera entender de política, mi profesor lo único que me recuerda siempre es leer y leer para tener un mejor entendimiento de cómo se mueven los hilos desde el Legislativo y el Ejecutivo. Otras de las noticias de hoy fue que un policía golpeó y mató a una mujer, si ellos son nuestros protectores, nos deben cuidar, no utilizar su arma de reglamento para acabar con la vida de seres humanos. Creo que la salud mental está en crisis, la gente no vive en paz, se sigue viendo a la mujer como un objeto de su propiedad. Un tema ligado a todo esto es la trata de personas y el tráfico de órganos, aquí es donde se mueve mucho dinero, capaz de corromper al más honesto policía.

Las escuelas donde se seleccionan a los agentes de seguridad deben contar con mecanismos rigurosos en su ingreso, en todos estos tiempos se habla de meritocracia, pero no se nota el avance en las instituciones del estado, aún existe el nepotismo, amiguismo en los cargos públicos, el país no es estable. Venimos de tener cinco presidentes en un corto tiempo, el país se encuentra “dividido” entre los que quieren conservar el modelo económico neo liberal y quienes plantean una reforma del estado o nueva constitución. Ayer escuché en la noticia que hay propuestas de reformar el Ministerio del Interior. Mis maestros sostienen que “Los alumnos que ahora son policías, tenían problemas de conducta, eran los más indisciplinados, con un rendimiento académico bajísimo”. Todos estos antecedentes, deberían servir para hacer cumplir las normas vigentes que señalan que toda institución educativa debe contar con un profesional en Psicología, para atenuar los traumas de infancia, que tanto cuesta superar en etapas posteriores de nuestras vidas.

Después de hacer un pequeño balance de mi país, el país de todas las sangres como lo describió José María Arguedas, debo advertir que en las zonas andinas todavía se sigue ejerciendo violencia contra las mujeres, en las comunidades nativas, pueblos alejados. Hechos que no salen en noticias, ni son denunciados por temor o simplemente por impedir que los demás se enteren. Santa Cruz de Flores está catalogado como zona rural, y recibe personas migrantes de muchos lugares del ande, del oriente o selva peruana. Mi amiga Kaori vino con su madre muy pequeña desde un lugar donde se viaja en bote, desde allá sus sueños y esperanzas se alejan en una ciudad, llena de odio y discriminación. Se debe desarrollar las zonas andinas, crear universidades, centros de producción, industrializar los lugares alejados. Descentralizar el Perú, para evitar el éxodo tal como lo vivimos en la pandemia.

Para concluir, pido desde aquí, mi pequeño cuarto, dirigir la mirada a los lugares a donde no llega el estado, pero si han llegado extranjeros en busca de trabajo y mejor vida, ya somos un Distrito que recibimos venezolanas y venezolanos, del mismo modo ayacuchanos, huancavelicanos, apurimeños, amazónicos, la mayoría se moviliza con mamá, papá se quedó allá con otra familia, desde aquí inician procesos de alimentos. Aprendamos a convivir entre nosotros, ellos también son niños y adolescentes, estudian conmigo pensando en un futuro mejor. En esta etapa complicada, deberíamos estar acompañados, para que en el futuro seamos una sociedad más sana, con ciudadanos que aporten por el bien de nuestra nación. Nos falta mucho, diría hasta una política de recreación, infraestructura deportiva, para poder crecer fuertes y sanos.

 

Estudiante: Xiomara, AVALOS RUIZ

Tercer  Año “Institución Educativa Jesús Divino Maestro”

Entrada destacada

Ensayo "El silencio protege al agresor, no a la víctima

  El silencio protege al agresor, no a la víctima.   Hoy en día escuchamos muchas veces la frase “ No a la violencia contra la mujer”, p...