lunes, 15 de febrero de 2016

Parcona, 18 de febrero de 1924

En Rusia - octubre de 1917 - ocurría la primera revolución Marxista de la historia, un año después en Ica se forma el Centro Obrero Iqueño, en el Perú  no se había fundado el APRA ni el Partido Socialista. Lo primero que hacen los obreros y campesinos iqueños es el equipamiento de una biblioteca, en 1920 un cura la intenta incendiarla, al haberse organizado el pueblo progresista, le permitió obtener mejores salarios  y buenas condiciones de trabajo para los obreros, los campesinos no conseguían nada por el poder que tenían los terratenientes de entonces, también por su falta de organización. El primer reclamo formal de los campesinos ante la sección trabajo del Ministerio de Fomento en provincias eran: que se cumplan las ocho horas de trabajo, es por ello que se instala una junta de conciliación . Los delegados de los hacendados responden que las ocho horas son solo para los obreros industriales, no para los rurales. En el campo los pequeños propietarios no tenían agua para sus tierras y la gran mayoría trabajaba de peón.La autoridad emite una sentencia a favor de los campesinos "las ocho horas también son para los campesinos u obreros rurales", los campesinos celebran con alegría, mientras que los gamonales se sintieron indignados, principalmente contra los delegados campesinos, a quienes los consideraban agitadores. 

Ricardo Martínez de la Torre en su libro "Apuntes para una interpretación Marxista de la historia del Perú" nos dice: Como aún no se había organizado el movimiento marxista, no fue posible acusar a la Federación Campesina de Ica, como una organización comunista. Por eso, se utilizó contra ellos los cargos de subversión , de motín, de saqueadores, de conspiración revolucionaria para derrocar a Leguía.

LA MASACRE

Fue un 18 de febrero, un día después cumplía años el Presidente Augusto B. Leguía, el del oncenio (1919 - 1930). El prefecto celebraba un banquete en su honor en una hacienda, al regresar le comunican que los campesinos se encuentran reunidos en Parcona, inmediatamente organiza un contingente armado, él dirige el operativo, viene de una fiesta, está borracho. Al llegar al local manda a amarrar a los campesinos que se encontraban afuera de la Federación, los suben a un camión  para traerlos a Ica, en el interior del local se acordaba un paro general en todo el valle, los motivos eran: que se cumpla el fallo del tribunal arbitral sobre el conflicto en la hacienda "La Caravedo", que se cumpla la jornada de las ocho horas de trabajo, pago a los yanaconas por el algodón ya entregado, que se nivele el jornal en todas las haciendas.

Al prender el vehículo para trasladar a los detenidos, alertadas por el ruido del motor, salen varias mujeres de sus casas a suplicarles que se detengan, el prefecto Julio Rodríguez actúa con violencia contra una de ellas y ordena la captura de todas, ya han salido del interior de la Federación, el secretario le pide al prefecto"que calmara su temeraria imprudencia, pero éste le dispara con su revolver a la altura del muslo , los demás compañeros evitan nuevos disparos  reduciendo a la autoridad. Entonces una lluvia de balas caen sobre la puerta principal del local, los parconenses emprendieron a pedradas contra la policía, logrando dominarlos después de una encarnizada lucha, que terminó con la muerte del prefecto, un policía muerto, varias criaturas fallecidas, diecisiete campesinos heridos de bala, dos mujeres también heridas de bala etc. Toda esta información no fue difundida por los periódicos de la localidad.

No tardaron mucho en llegar los efectivos de Lima para resguardar el orden, ellos descargaron sus ametralladoras sobre el local de la Federación  incendiándolo totalmente  junto con su biblioteca y enseres, al instante  se inició una cacería derribando puertas, luego la persecución de los indígenas. Los moradores de Parcona huyeron dejando sus hogares abandonados , sus chacras, sus animales. Una tradición oral cuenta "esa misma fuerza armada mataba a balazos a los animales y cargaba con ellos sin el menor escrúpulo, es conocido este relato como el saqueo de Parcona, hecho ocurrido el 20 de febrero de 1924. Posteriormente se llevará a cabo la tortura de hombres y mujeres, para obligarlos  a hacerse responsables , para que hiciesen acusaciones calumniosas contra algunos de los dirigentes, luchadores sociales que el gamonalismo quería desaparecer de Ica.  

QUEMA DE PARCONA

Llegaron a Parcona por dos lugares, era la noche del 10 de marzo, un grupo llegó por la Tinguiña y el otro por la actual vía asfaltada que nace en el puente Grau, rociaron de gasolina todas las casas, prendieron fuego a todo el barrio. Los sobrevivientes contaron : "Daba pena ver como ardían los animales, cuando veían que alguien corría y procuraba salvar algo, le disparaban , lo único que respetaron fue La Capilla".

Aquí los nombres de los gamonales de la época, los que quisieron desaparecer  todo un pueblo: Víctor Elías y Toledo, Óscar Elías Castañeda, César Elías, Manuel Antonio Elías, Dr. Daniel Olaechea, Benavides Canseco, Boza, Mario del Río y otros de menor importancia.






                 "Yo he visto en mis sueños, un mes antes de la masacre, como mi pueblo estaba hecho cenizas. Pero después vi que mi pueblo se había levantado. Había muchas casas, una alameda de árboles bien fornidos al centro. Todo eso lo vi en sueños y cómo después se hizo realidad"
                              JUAN H PÉVEZ OLIVEROS
                        Primer Secretario General de la CCP

Gregorio Martínez dedica su libro La gloria del piturrín y otros EMBRUJOS DE AMOR" Lima - 1985.
"A la memoria de los héroes populares de Ica,
Higinio Pisconte y Zenón Escate, caídos en los 
sucesos de Parcona el 18 de febrero de 1924".

jueves, 14 de enero de 2016

YANA GUITARRA


MEYER


La vida sorprendía al pensativo niño, muy temprano adelantó su salida al campo arreglando sus juguetes traídos en la navidad por su padre desde Ica, un carro color rojo con llantas de jebe para soportar la lluvia, unos soldados bien armados, el vendedor manifestó en plena calle Grau:

-    Llévelos señor están de vuelta de Vietnam…, le dijo para convencerlo

 Después de tomar desayuno con mamá, divisó el techo y con una gran sonrisa pensó dejar todos sus pequeños juguetes y llevarse la guitarra que colgaba en un rincón de la sala. El instrumento musical tenía las clavijas de madera y cuerdas de cuero, su esbelta figura era perfecta, denotaba belleza con la curva de sus caderas, de color marrón claro, algo despintada en sus trastes, estaba envuelta en un costal de algodón, sólo asomaba su cabecita de reina. Nadie supo cómo llegó a casa, tal vez fue olvidada por un familiar.

Él vivía en los alrededores del pequeño Distrito Huancavelicano de Córdova y todos los días salía con sus carneros al campo, siempre llevaba su carrito y sus soldados; pero esta vez sin que nadie se diera cuenta descolgó el costal y se lo echó al hombro, abrió el corral de piedras y caminó con rumbo a la alfalfa. Al amarrar sus huachos, continuaba en su mente lo entretenido que sería jugar con los sonidos, tenía una extraña curiosidad y aún envuelta movió las cuerdas y saltaron los do, re, mi, fa, y sol, todos mayores. Entonces los dejó comiendo, luego fue empujado por un aliento de felicidad, daba la impresión que la naturaleza entraba en complicidad con la mañana y los rayos del sol brillaban con una desconocida luz, caminó cuesta abajo, muy cerca al río se sentó, sacó la vieja guitarra y se puso a tocar.

El agua era un eco en sus oídos, la hermosa cascada salpicaba gotas finas en su rostro, la música que brotaba entre sus manos tenía sonidos mayores y menores, tristes y contentos, cada nota se confundía en los colores del arco iris, estaba en un mágico lugar, una divinidad de sus ancestros conocida como la mamacocha, Por cosas del destino apareció esta relación (guitarra – niño) en un lugar distante al de su nacimiento, el maqta era natural de Huamanga, vino a vivir con sus padres a Huancavelica, todavía el Perú mantenía las heridas del conflicto armado, escaparon una noche cuando tenía cuatro años de edad. En el pueblo a diario lo veían pasar con su guitarra en el hombro, otras veces bajo el brazo, en casa no tardaron en darse cuenta de tal encuentro entre el hombre y su voz, la naturaleza y sus sonidos, la guitarra y su amante.

Un día apareció montado en su caballo un señor, con pinta de arriero, según su madre era un viejo familiar, al ver la guitarra colgada del techo, se la pide prestada, el señor Juancitucha ni bien empezó a tocarla tuvo que paralizar, una cuerda de cuero se rompió silbando extrañamente, salió de la casa y sacó de su alforja unas cuerdas de plástico. Los sonidos cambiaron poniendo en dificultad al tímpano del muchacho, que observaba todo el detalle de su tío lejano, en realidad no era su familiar, también se desconoce cómo llegó hasta el pueblo, ¿Sólo para cambiar las cuerdas? ¿Por qué permaneció un día en casa? ¿Alguien lo envió directamente donde el pequeño guitarrista? Todo esto originó una preocupación en sus mayores, querían separarlo de su guitarra, tomaron la decisión de esconderla, o decirle que la habían robado.

Volvió a sus juguetes de niño, a caminar por el campo, a compartir la vida con sus carneros, a preguntar a los caminos por su compañera, a detenerse en cada sonido melodioso de los pájaros, quiso irse en busca de ella tomando la dirección del viento, este siempre lo dirigía a la montaña, pasaba el tiempo y desaparecía ese silencio interior, como desaparece el interés por la persona amada en la lejanía, la tristeza se apoderó de él, pero no lo demostraba, cada mañana le pedía al astro rey que se la envié de vuelta y sus rayos brillaban en sus lágrimas. 
Pasaron los días, no dejaba de ir al río ni apartarse de sus animalitos, eran las doce del mediodía, el cielo levantaba nubes inmensas que ocultaban al sol, el viento frío silbaba, los inmensos eucaliptos que crecieron al borde de la alfalfa lo protegían del duelo en las alturas, cuando ganaba el sol se cobijaba debajo de su sombra, y cuando las nubes cargadas de agua impedían su luz salía a caminar por la chacra. Al sentarse a descansar, apoyó su espalda en el grueso tallo de la planta, mira hacia arriba, divisa el costal en la punta del árbol y sube inmediatamente, ahí se encontraba la guitarra, había soportado varias tempestades, estaba oculta, sin daño alguno, tenía miedo en sacarla, el costal estaba húmedo y toda la madera seca. Todo el mes la lluvia se  había desencadenado en ese lugar cerca al río, la tomó con delicadeza y volvieron los sonidos, se espantaron las penas. Todos los días subía a la punta del árbol, bajaba la guitarra, tocaba unas siete canciones, la guardaba en su costal, subía con ella, la amarraba a la rama y bajaba contento. No quería que se enteraran sus mayores, menos sus padres del hallazgo del instrumento, seguro la pueden quemar, pensaba, por eso no la llevaba a casa, la dejaba en ese mismo sitio.

Ya tenía diez años, cuando mamá le comunica su viaje a Huamanga, todos vieron lo imposible que era apartarlo de la guitarra , que según los ancianos del pueblo , esa guitarra viene a ser su prolongación , es parte de él , ambos son una unidad, tendría que morir el muchacho, aún así, renacerá en miles de niños, en el viento, en la lluvia, en los caminos, en cada hombre sensible, en la soledad.

Todo esto llevó a la madre a decirle:
-         Hijito mañana voy a Huamanga, ¿Qué te traigo?
Respondiendo el niño de inmediato. ( corriendo a abrazarla)
-          ¡Una guitarra mamita!

Pasaron dos semanas y llegó a casa una hermosa guitarra de color negro……..

Ladislao Ramírez (2016)

martes, 3 de noviembre de 2015

Los diques y la margen izquierda del río Ica.

Los diques y la margen izquierda del río
En la foto el dique Saraja

Ica, cuenta con una defensa natural; estamos hablando de la inmensa pampa de arena (hoy San Martín de Porres, ayer conocida como "Los gentiles") que llega justo hasta donde se inicia el último dique (Saraja), construido para defender la ciudad de las inundaciones.

El primero fue hecho en el pasaje “El Dique”, aquel lugar heredó su nombre y se encuentra entre la Urbanización Pedreros y La Esperanza. Se cuenta que fue diseñado por el gringo Charles W Sutton. Años después se construiría el dique Socorro, que avanza desde el Hospital Socorro hasta el puente del mismo nombre, el cual tenía sus compuertas de madera  que permitían que el agua reingrese a su cauce. Tuve la suerte de verlas en acción el año 83.

Si El Niño se presenta haciendo travesuras y más juguetón que el del 98, podríamos ver al dique Saraja resguardado por las fuerzas del orden, ya que siempre nuestro río se desborda entre San Juan Bautista y Los Molinos.

Al otro lado del río (margen izquierda) se encontrarán los habitantes de San Idelfonso, Pasaje La Tinguiña y de la avenida Siete, quienes impedirán que el río continúe su curso por otro lugar que no sea su cauce actual.

La sinceridad del ex gobernador regional, Fernando Cilloniz, al decir que las aguas del río se van a desviar a la avenida Siete, fue cuestionada por algunos comunicadores sociales.

En Ica nunca se pensó en la margen izquierda, debido que al lado derecho del río se encuentra la Plaza de Armas, los negocios, los centros comerciales, sedes estatales; es decir, el movimiento económico comercial de la ciudad. Entonces ¿Por qué se construyen viviendas en lugares que son causes naturales? ¿Quién dio autorización para la construcción de casas entre la Av. Finlandia y el río, después del 98? ¿Por qué le llaman viviendas sociales?.

Haciendo un poco más de historia, siempre el río, incluso antes de su construcción, corrió por el sector de la margen izquierda, es por ello el nombre Parcona, cuya etimología proviene del vocablo quechua PARQUN ALLPA, que significa “tierra húmeda”.

        Juan Ladislao Ramírez Chacaltana


Dique Saraja, desde Los Patos hasta el río.
Trabajos de defensa ribereña en el margen derecho.
La población de San Idelfonso, una vista desde el dique Saraja.

La ciudad de Ica ,vista desde el dique Saraja



miércoles, 21 de octubre de 2015

Epílogo de "Canción del Silencio"




BALADA ANDINA, texto del libro "Canción del Silencio"

Canción del silencio ha logrado su tercera edición. Y en todo el tiempo desde su publicación, hace tres años, su autor, el profesor Juan Ladislao Ramírez Chacaltana, ha conseguido hacer de ella una herramienta de formación escolar. Gracias a su obra, muchísimos estudiantes han participado en concursos literarios y han reflexionado sobre la violencia política en el país a pesar de su tierna edad. Es decir, gracias a su autor, la novela ha abandonado el margen estrictamente literario para cumplir funciones sociales y políticas.
También y como parte de esta proyección cultural, se ha logrado una primera versión de la Canción del silencio, en la voz de Junior Gavilán, con los arreglos y la primera guitarra de Nicolás Bendezú, acompañado en la segunda guitarra por Chingle Canchari. Una balada andina de hondo sentimiento que sirve de base al mundo reflexivo y emotivo de Cirilo.
Conocemos de cerca a Juan Ladislao Ramírez y  todo el grupo de intelectuales y activistas que en Ica participan orgánicamente de la difusión cultural y política. Nos ha sorprendido varias veces el nivel de las diligencias que este conjunto de peruanos comprometidos con su pueblo, consigue. Y nos hemos sentido dichosos al comprobar una vez más en la realidad concreta y no en el discurso, que no es cierto que los niños no comprendan los grandes temas, lo hacen y muy bien. En las actividades referidas casi siempre está presente la niñez, pues a Juan Ladislao Ramírez y a sus compañeros les preocupa profundamente el Perú del futuro y por ello reflexionan sobre su pasado desde el mundo onírico, lúdico y concreto de la infancia. Y entonces, no podemos dejar de ver en esos niños y niñas a Cirilo, nuestro personaje, el niño que se hace hombre en una sociedad violenta, fragmentada, individualista; pero que guarda aún en sus entrañas nuestro colectivismo ancestral y dedica su vida en formación a entender el Perú para transformarlo.
En la obra de Ramírez Chacaltana la niñez y la juventud ocupan un espacio privilegiado, aquel que gira en torno al cambio social y al respeto por el arte y la cultura. Ramírez no inmoviliza ni subestima a los niños, por el contrario, entiende a la niñez como un punto de partida, como el momento en donde se toman decisiones de cómo procesar el mundo que nos rodea, el mundo que conformamos. Frente a una niñez idiotizada a conciencia por los medios de desinformación, por los programas nacionales de educación y por los poderes fácticos en perversa alianza como antes el hacendado, el prefecto y el cura; el profesor Ramírez Chacaltana nos entrega –en la vida y en la obra-, niños que piensan, niños que se rebelan, niños que crean, niños y jóvenes dignos. He ahí la importancia de Canción del silencio, voz que se levanta en la monotonía, grito de protesta, estética de la rabia y la paciencia colmada.
Ya en el Prólogo del año 2012, advertimos que la obra “nos presenta la visión de la pequeña burguesía rural, intelectualizada, que lejos de adherir a un discurso mesiánico, represivo o indolente, busca en las raíces nacionales su identidad”, y saludábamos aquello, no obstante extrañábamos al pueblo. Creemos ahora que en tres años la obra ha servido para elevar la conciencia de nuestros niños y por lo tanto se ha proletarizado, es decir se ha acercado a sus fuentes.
Estamos por ello complacidos con el trabajo de Juan Ladislao Ramírez Chacaltana y del compromiso que tiene con su pueblo. En este sentido quedaremos pendientes del desarrollo de su magisterio y participaremos -no solo como espectadores- de esa segunda parte que ha prometido entregar, aquella en donde Cirilo concurre a la transformación de la Patria. ¿Quién sabe y esté en sus aulas uno de los niños o una de las jovencitas, llamados a liderar esa necesaria revolución social que el Perú requiere? Tal vez esa segunda parte se esté gestando extraliterariamente como le gusta a Juan Ladislao, gracias a sus clases y a su novela, gracias a su actividad de reivindicar a la niñez. Acaso, el mundo del pan y la belleza llegue pronto.

Martín Guerra


Ladislao en compañía de los músicos: Nicolás Bendezú, Omar Gavilán y Chingle Canchari.


miércoles, 14 de octubre de 2015

"La Macacona" en la Independencia del Perú

Apunte histórico del 21 de octubre
Cortesía de: "Ica, su Historia y su Cultura" (Facebook)


La compañía de Jesús data de 1540, pero su llegada al Perú fue en 1557, según palabras de Cornelio Quijandría Álvarez, fue muy rica, numerosa y potente; en ella militaron hombres talentosos. Fueron los fundadores de la Institución Educativa "San Luis Gonzaga" y, al ser expulsados en abril de 1767, dejaron muchos bienes, enseres y nueve haciendas.

Sus propiedades fueron repartidas y vendidas. Ejemplo, la Catedral fue entregada a la Orden de la Merced; la hacienda Macacona, se remató en sesentidos mil cuatroscientos pesos, obteniendo la buena pro Don Rafael de Salas, padre de Don Juan José Salas.

El general Juan José Salas (Ica, 1790 - 1843) es considerado en la historia regional iqueña como el Alcalde que firmó y proclamó la primera acta de la Independencia Nacional. Por eso Don Alberto Casavilca Curaca, llegó a decir "En Ica nació la patria".

Salas también fue encargado de la Presidencia por Salaverry, fue Ministro de Estado de Gamarra, época en que los generales disputaban territorios, peleando contra Santa Cruz.

El 07 de abril de 1822, en plena lucha emancipadora, ocurre un enfrentamiento entre tropas realistas y patriotas en la hacienda Macacona. Este hecho histórico es conocido como "El desastre de Macacona". Juan José Pacheco Ibarra, nos cuenta: "Los realistas llegaron a Ica en los días de semana santa. Los patriotas decidieron retirarse de Ica para evitar un enfrentamiento, sin embargo, no se pusieron de acuerdo en la manera de hacerlo, pues temían una emboscada de sus enemigos.

 La retirada de los patriotas se haría en secreto, pero el general patriota Domingo Tristán cometió el error de decírselo a los hacendados de la Macacona, la noticia llegó a los realistas, quienes durante la noche se escondieron en los callejones de la hacienda y esperaron el paso de las tropas de Tristán.

A la una de la madrugada, los patriotas pasaron por allí y fueron emboscados en medio de la noche y una gran confusión". El general realista Canterac obtuvo una fácil victoria apoyado por Juan José Salas.

Ese día murieron cientos de patriotas y fueron capturados varios prisioneros. Algunos fueron ejecutados por haber sido realistas que se pasaron al Ejército Libertador. Enterado de este episodio el Generalísimo Don José de San Martín expulsa a Chile al hacendado iqueño.

¿Esto es lo que celebramos el 21 de octubre? ¿La proclamación y jura de la independencia en Ica (1820) por un traidor? Yo creo que es mejor celebrar la ratificación de la creación del Departamento de Ica  -región actual - por Ley del Congreso, hecho histórico señalado el 30 de octubre de 1868.

Los Jesuitas dueños de "La Macacona", lugar donde la cobardía y el poder político se ensañó con los ideales de justicia que siempre pregonaron a través de sus casas de enseñanzas fundadas en todo el mundo. Fueron autorizados a volver al Perú en 1871; pero no a Ica, pues todas sus propiedades ya no le pertenecían.

Termino con las palabras de mi buen amigo Ramón Rojas: "En Ica la historia está virgen".

                            Juan Ladislao Ramírez  Chacaltana 

martes, 6 de octubre de 2015

DISCURSO DE ALBERT CAMUS

Discurso de Albert Camus, al recibir el Premio Nobel de Literatura 1957.


Al recibir la distinción con que ha querido honrarme su libre Academia, mi gratitud es más profunda  cuando evalúo   hasta qué punto esa recompensa sobrepasa  mis méritos personales.  Todo hombre, y con mayor razón todo artista, desea que se reconozca lo que es o quiere ser. Yo también lo deseo. Pero al conocer su decisión me fue imposible no comparar su resonancia con lo que realmente soy. ¿Cómo un hombre, casi joven todavía, rico sólo por sus dudas, con una obra apenas desarrollada, habituado a vivir en la soledad del trabajo o en el retiro de la amistad, podría recibir, sin una especie de pánico, un galardón que le coloca de pronto, y solo, a plena luz? ¿Con qué ánimo podía recibir ese honor al tiempo que, en tantos sitios, otros escritores, algunos de los más grandes, están reducidos al silencio y cuando, al mismo tiempo, su tierra natal conoce una desdicha incesante? 

He sentido esa inquietud, y ese malestar. Para recobrar mi paz interior me ha sido necesario ponerme de acuerdo con un destino demasiado generoso. Y como era imposible igualarme a él con el único apoyo de mis méritos, no he hallado nada mejor, para ayudarme, que lo que me ha sostenido a lo largo de mi vida y en las circunstancias más opuestas: la idea que me he forjado de mi arte y de la misión del escritor. Permítanme, aunque sólo sea en prueba de reconocimiento y amistad, que les diga, lo más sencillamente posible, cuál es esa idea. 

Personalmente, no puedo vivir sin mi arte. Pero jamás he puesto ese arte por encima de cualquier cosa. Por el contrario, si me es necesario es porque no me separa de nadie, y me permite vivir, tal como soy, a la par de todos. A mi ver, el arte no es una diversión solitaria. Es un medio de emocionar al mayor número de hombres, ofreciéndoles una imagen privilegiada de dolores y alegrías comunes. Obliga, pues, al artista a no aislarse; le somete a la verdad, a la más humilde y más universal. Y aquellos que muchas veces han elegido su destino de artistas porque se sentían distintos, aprenden pronto que no podrán nutrir su arte ni su diferencia más que confesando su semejanza con todos. 

El artista se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo hacia los demás, equidistante entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso, los verdadero artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar. Y si han de tomar partido en este mundo, sólo puede ser por una sociedad en la que, según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual. 

Por lo mismo el papel de escritor es inseparable de difíciles deberes. Por definición no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la sufren. Si no lo hiciera, quedaría solo, privado hasta de su arte. Todos los ejércitos de la tiranía, con sus millones de hombres, no le arrancarán de la soledad, aunque consienta en acomodarse a su paso y, sobre todo, si en ello consiente. Pero el silencio de un prisionero desconocido, abandonado a las humillaciones,  en el otro extremo del mundo,  basta para sacar al escritor de su soledad,  por lo menos, cada vez que logre, entre los privilegios de su libertad, no olvidar ese silencio, y trate de recogerlo y reemplazarlo, para hacerlo valer mediante todos los recursos del arte. 

Nadie es lo bastante grande para semejante vocación. Sin embargo,  en todas las circunstancias de su vida, obscuro o provisionalmente célebre, aherrojado por la tiranía o libre para poder expresarse, el escritor puede encontrar el sentimiento de una comunidad viva, que le justificará sólo a condición de que acepte, tanto como pueda, las dos tareas que constituyen la grandeza de su oficio: el servicio a la verdad, y el servicio a la libertad. Y puesto que su vocación consiste en reunir al mayor número posible de hombres, no puede acomodarse a la mentira ni a la servidumbre porque, donde reinan,  crece el aislamiento. Cualesquiera que sean nuestras flaquezas personales, la nobleza de nuestro oficio arraigará siempre en dos imperativos difíciles de mantener: la negativa a mentir respecto de lo que se sabe y la resistencia ante la opresión. 

Durante más de veinte años de historia demencial, perdido sin remedio, como todos los hombres de mi edad, en las convulsiones del tiempo, sólo me ha sostenido el sentimiento hondo de que escribir es hoy un honor, porque ese acto obliga, y obliga a algo más que a escribir. Me obligaba, especialmente, tal como yo era y con arreglo a mis fuerzas, a compartir, con todos los que vivían mi misma historia, la desventura y la esperanza. Esos hombres nacidos al comienzo de la primera guerra mundial, que tenían veinte años  en la época de instaurarse, a la vez, el poder hitleriano y los primeros procesos revolucionarios, Y que para completar su educación se vieron enfrentados a la guerra de España, a la segunda guerra mundial,  al universo de los campos de concentración, a la Europa de la tortura y de las prisiones, se ven hoy obligados a orientar a sus hijos y a sus obras en un mundo amenazado de destrucción nuclear. Supongo que nadie pretenderá pedirles que sean optimistas. Hasta llego a pensar que debemos ser comprensivos, sin dejar de luchar contra ellos, con el error de los que, por un exceso de desesperación han reivindicado el derecho al deshonor y se han lanzado a los nihilismos de la época. Pero sucede que la mayoría de entre nosotros, en mi país y en el mundo entero, han rechazado el nihilismo y se consagran a la conquista de una legitimidad. 

Les ha sido preciso forjarse un arte de vivir para tiempos catastróficos, a fin de nacer una segunda vez y luchar luego, a cara descubierta, contra el instinto de muerte que se agita en nuestra historia. 

Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizás mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrompida —en la que se mezclan las revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos, y las ideologías extenuadas; en la que poderes mediocres, que pueden hoy destruirlo todo, no saben convencer; en la que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y de la opresión—, esa generación ha debido, en si misma y a su alrededor, restaurar, partiendo de amargas inquietudes, un poco de lo que constituye la dignidad de vivir y de morir. Ante un mundo amenazado de desintegración, en el que se corre el riesgo de que nuestros grandes inquisidores establezcan para siempre el imperio de la muerte, sabe que debería, en una especie de carrera loca contra el tiempo, restaurar entre las naciones una paz que no sea la de la servidumbre, reconciliar de nuevo el trabajo y la cultura, y reconstruir con todos los hombres una nueva Arca de la Alianza.

No es seguro que esta generación pueda al fin cumplir esa labor inmensa, pero lo cierto es que, por doquier en el mundo, tiene ya hecha, y la mantiene, su doble apuesta en favor de la verdad y de la libertad y que, llegado el momento, sabe morir sin odio por ella. Es esta generación la que debe ser saludada y alentada dondequiera que se halle y, sobre todo, donde se sacrifica. En ella, seguro de vuestra profunda aprobación, quisiera yo declinar hoy el honor que acabáis de hacerme. 

Al mismo tiempo, después de expresar la nobleza del oficio de escribir, querría yo situar al escritor en su verdadero lugar, sin otros títulos que los que comparte con sus compañeros, de lucha, vulnerable pero tenaz, injusto pero apasionado de justicia, realizando su obra sin vergüenza ni orgullo, a la vista de todos; atento siempre al dolor y a la belleza; consagrado en fin, a sacar de su ser complejo las creaciones que intenta levantar, obstinadamente, entre el movimiento destructor de la historia. 

¿Quién, después de eso, podrá esperar que él presente soluciones ya hechas, y bellas lecciones de moral? La verdad es misteriosa, huidiza, y siempre hay que tratar de conquistarla. La libertad es peligrosa, tan dura de vivir, como exaltante. Debemos avanzar hacia esos dos fines, penosa pero resueltamente, descontando por anticipado nuestros desfallecimientos a lo largo de tan dilatado camino. ¿Qué escritor osaría, en conciencia, proclamarse orgulloso apóstol de virtud? En cuanto a mi, necesito decir una vez más que no soy nada de eso. Jamás he podido renunciar a la luz, a la dicha de ser, a la vida libre en que he crecido. Pero aunque esa nostalgia explique muchos de mis errores y de mis faltas, indudablemente ella me ha ayudado a comprender mejor mi oficio y también a mantenerme, decididamente, al lado de todos esos hombres silenciosos, que no soportan en el mundo la vida que les toca vivir más que por el recuerdo de breves y libres momentos de felicidad, y por la esperanza de volverlos a vivir. 


Reducido así a lo que realmente soy, a mis verdaderos limites, a mis dudas y también a mi difícil fe,  me siento más libre para destacar, al concluir, la magnitud y generosidad de la distinción que acabáis de hacerme. Más libre también para decir que quisiera recibirla como homenaje rendido a todos los que, participando el mismo combate, no han recibido privilegio alguno y sí, en cambio, han conocido desgracias y persecuciones. Sólo me  falta dar las gracias, desde el fondo de mi corazón, y hacer públicamente, en señal personal  de gratitud, la misma y vieja promesa de fidelidad que cada verdadero artista se hace a si mismo, silenciosamente, todos los días.

miércoles, 15 de julio de 2015

Cuento de Leonardo Quijandría Mendoza (13 años )

Leonardo recibiendo su premio de manos de la Directora: Luz Pantigoso Loayza.
EL AMOR QUE NADIE ME DIO 
Al comenzar la mañana los pájaros cantaban y yo un niño triste despertaba llorando, porque mi vida es un diario infierno, sufro de muchas maneras; una de ellas es en el amor. Dicen que en esta etapa de la vida (adolescencia) los padres deben brindar apoyo a sus hijos; pero yo no tengo a nadie excepto a mi perra, ella se llama Pelusa, ES UNA PERRA MUY HERMOSA, yo la quiero tanto a ella que cuando pasaba un sismo, lo primero que hacía era buscarla, cargarla y correr. Mi mamá me dice: 
- exageras mucho con esa perra,
 yo le respondo:
- esa perra que dices tiene su nombre, además esa perra me da más amor que tú.
Es cierto, porque un día un niño me quiso pegar, le hablé a mi mamá y no me hizo caso, me descontrolé,  hasta me amargue y me fui donde mi Pelusa. En ese entonces ella tenía entre cinco y siete meses, creo que me entendió porque cuando me resondró mi papá, mi Pelusa le ladró y se vino a mi cuarto, ahí me lamía mis lágrimas, hacía un ruido en el fondo de su cuerpo como expresando la incomprensión de los humanos, eso me ponía bien lo sé, ya que cuando lloro mi Pelusa hace lo mismo.
Pelusa ya tenía nueve meses y paraba inquieta, le pregunté a papá: ¿qué tiene Pelusa? me respondió que estaba alunada, volví a preguntar ¿y eso es malo?
-No hijo , me respondió, es su mes en que quiere aparearse.
-Yo no sabía, le dije....
Un día mi perro pitbull, le comenzó a lamer la parte de atrás, y lo espanté.
- ¡Ares safa!
No me hizo caso, salí a donde mi abuela, la pasé jugando con mi primo hasta el almuerzo, nos despedimos muy cansados, jugar es lo más bacán y si tu primo tiene tu edad , es pulenta. Al llegar a casa me asusté , vi a Pelusa con Ares, sus colas estaban atadas pensé, inmediatamente mi madre me dijo: "Ya la chifó".
- ¿Qué es eso? le respondí.
-  Es que ya le echó un hijo.
Mi madre a cada rato me repetía "ahora qué haremos con sus hijos". 
- Hay que criarlos mamá.
- Ni lo pienses; pero si sale uno como la mamá no los quedamos, me dijo.
Yo me puse contento y le pregunté.
- ¿Mamá cuánto dura la gestación de un perro?
- Tres meses.....
Estábamos en febrero, esperemos hasta mayo logré decir. Poco a poco mi pelusa engordaba, ella era baja de estatura, de color naranja, hocicona, es un peluche. Con el paso de los meses, mi perrita cambiaba más, ya no le importaba mi presencia, sólo se preocupaba de su barrigota, llegaron los dolores, mi Pelusa temblaba y lloraba, yo le hacía cariño y se calmaba.
Los cuartos de mi casa estaban deshabitados, no se encontraban mis padres y mis hermanos, yo y Pelusa la pasamos muy feo, eran las seis de la tarde y nadie llegaba, la perrita lanzaba un quejido desconocido para los lamentos, esos lamentables sonidos me ponían nervioso, tuve que ponerle el colchón de mi cama para que se acueste, ella mascaba el colchón. Por fin empezó a dar a luz, estuve asustado lo confieso. Cuando botó de su barriga un hermoso bebé logré tranquilizarme, entonces pude ayudarla con los otros críos, lloré de alegría con mis manos manchadas de sangre, vi de cerca el génesis de la vida, me lavé las manos y los conté uno por uno.¡Eran siete hermosos cachorros!
Mi mamá con el resto de la familia llegaron, vieron a los hijos de mi perra, les pude decir con todo el volumen de mi voz "toda la vida me dejan solo, nunca se quedan conmigo". Mi Padre se burló, quiso tomar un perro y mi Pelusa le mordió la mano, fue entonces que mi mamá dijo"no se acerquen a esa perra". Al día siguiente cuando todos se fueron, me acerqué a ella, tomé uno de sus cachorros y no me mascó, nuevamente logré oír ese sonido que siempre era una canción para mí.
Ahora vivo feliz, los hijos de Pelusa están con vida, son tres machos y cuatro hembras, ya caminan, abrieron sus ojos. Hoy le dije a mamá , soy tío de siete engendros, tengo siete sobrinos, después de eso vivo pendiente de mis consentidos, si gano el concurso podré comprarle sus galletas. aún no le digo a mis padres " si no fuera por mí la Pelusa estuviera loca", pero no sé como expresar mi alegría, estoy contento que al fin y al cabo termine criando a todos sus hijos, y eso es lo que me hace un tío feliz.

       Leonardo Quijandría Mendoza
         Segundo Año de Secundaria.

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