sábado, 12 de abril de 2014

Un cuento del libro "La última sombra del agua"

Edición agotada

CRISTINA
Me quedé huevón cuando vi a Cristina en el peaje. Para que no me reconociera me puse una gorra, me acerqué y le pregunté cuánto cobraba. Ella ni se dio cuenta que la estaba pulseando. Carajo, dije, qué pena, pero igual me la iba a levantar. Entramos al cuchitril de paja. Un colchón viejo tirado en el suelo presagiaba que el polvo no iba a ser agradable. Me sorprendió la tibieza de su voz. Comenzó a desnudarse, qué blanquita era su piel. Ella no se daba cuenta de que ni siquiera me sacaba la gorra. Cuando me la quité, se asustó, recogió sus ropas, las llevó a su pecho, y me dijo:
—¡Don Rolando, qué vergüenza!
Comenzó a llorar, a suplicarme que no dijera nada a nadie. Me dio pena, no me la tiré. Le pregunté por qué lo hacía. Me respondió que lo hacía por su madre, que el tratamiento del cáncer era carísimo... Mientras hablaba, su voz se entrecortaba, y yo le decía: tranquilita, Cristinita, no voy a decir nada, mamita. Y me la traje. Le di 50 soles, pa’ que tuviera algo, al menos pa’ justificar su noche. Pero no cambió, siguió yendo al peaje. No voy a mentir, terminé por tirármela. La primera vez me dio pena, pero ella sabía del asunto, la condenada era una fiera en la cama...
Muchas veces la saqué del peaje para que nadie la tocara, le rogué que dejara esa vida. Su madre ya no era pretexto para que ella siguiera en esa vida... su madre murió, aguijoneada por ese cáncer que primero la dejó calva, luego ciega y después coja. ¿Te acuerdas de esa Cristinita que pasaba junto a su madre rumbo al colegio? De esa niña que corría tras las mariposas del jardín de la señora Donatila solo quedan esos ojos negros inocentes, lascivos, que me matan. Puta mare’, tengo que confesarte que me he templado... ¡Que la olvide! Estás loco, si a veces la escucho decir:
—Roro, voy a cambiar, pero no dejas a tu mujer; además la conozco desde niña. Ella ha sido una de las pocas personas que se acercó a visitar a mi madre en vida. Roro, además tú eres celoso... me vas recriminar siempre.
—Pero, Tinita, te ofrezco convivir o viajar juntos en mi camión, pero ya no quiero que te toquen otros hombres, mi amorcito, si te doy todo Tinita, no seas mala, desde que estoy contigo ya no toco a mi mujer, porque mi mujer eres tú...
En una fiesta a la que fuimos terminé sacándole la mierda a un imbécil. La quiso sacar a bailar a la fuerza. Era claro que había usado sus servicios en el peaje. Pero ella no quería bailar con él. Me acerqué y sin preguntar le metí un puñete que acabó por llevarlo al suelo. No paré de patearlo hasta que los otros vinieron a separarme.
Nos fuimos. Por primera vez la insulté. Le dije:
—¡Eres una puta, Cristina! ¡Una puta! Por qué no entiendes que te quiero...
Pero ella no quiere a nadie. Ni a ella misma. Me miró como si estuviera mirando a un fantasma. No pude contenerme, terminé lloroso, abrazándola, suplicándole que me perdonara, que había sido un imbécil por tratarla así... Sí, sí, lo admito, me está volviendo loco, pero si pudieras verla cuando es frágil, cuando en la cama vuelve a ser la niña persiguiendo mariposas, la amarías como yo la amo, además, ya soy viejo, mis hijos ya son mayores, logrados, con mi mujer hace años que no tengo nada... ¿Que cómo se volvió puta? Yo qué sé. Quizá el barrio, la pobreza. Su madre se rompía el lomo lavando ropa de gente de San Isidro y la dejaba solita, no sé, no me preguntes más...

César Panduro Astorga ( Ica - 1980)

martes, 1 de abril de 2014

Un cuento de César Panduro.


Tía no quiero que me coman


San José de Los Molinos (Distrito de la Provincia Ica)
Mi padrastro me enseñó a temerle. La vida me enseñó a amarla hasta el punto de querer ser su hijo y tener los labios como higos por reventar sobre el rostro azul, no negro, porque mi tía y sus 14 hijos no fueron negros, fueron azules como el cielo que tiene sus nubes blancas como ellos tenían sus dientes que a cada instante se mostraban para celebrar la jodadera fecunda y sin culpa. Yo me moría de miedo cada vez que venía a casa, me escondía debajo de la cama, es más no comía, pensando que ella y los 4 negros (mis primos) con los que andaba me tragarían, porque eso me dijo mi padrastro, que los negros comían niños. Mordía mis uñas por el miedo, estrujaba la estampita de la virgen del tránsito para que se fueran rápido…un día sin aviso, como siempre, vino a la casa y me encontró. Yo abrí la puerta sin saber que era ella. Cerré la puerta ni bien supe que era ella. Mi madre me regañó por dejarla afuera cargando una canasta llena de frutas que siempre nos traía. Me obligó a pedirle disculpas, me puse delante de ella, mudo. Yo quería llorar, no por las reprensiones de mi madre, sino por el terror que sentía porque pensaba que en cualquier momento me daría un mordiscón. De manera tierna mi tía me puso sobre sus piernas redondas y gruesas, no pude más, lloré, me tiré al piso, mi madre no entendía por qué hacía eso, me quiso dar un jalón, pero mi tía le dijo que me dejara…me preguntó por qué le tenía miedo, miré a sus ojos dulces, le respondí, porque iba a comerme, lejos de fruncir el ceño o lanzar una mirada castigadora a mi madre, rió estruendosamente, le dio tanta risa que mi madre tuvo que traer agua para que tomara porque se había puesto roja. Me llevó otra vez sobre su falda de tela vieja, sus dedos entre las chancletas eran de barro. La chacra los había endurecido. cuarteado. Me dio un beso. Me preguntó quién me enseñó que ella comía. No dudé en decirle que mi padrastro. Vi su cara de cólera. Miró a mi madre. “ese serrano, no basta con pegarle al chico, sino que le enseña cojudeces”. Volvió a reír. Le pidió a mi madre llevarme a los molinos. Le rogué a mi madre con la mirada que no me dejara ir. Ahora sí me iba a comer. Mi padrastro siempre peleaba con mi madre por mí. Para congraciarse me dijo que la ayudara a llevar sus bolsas hasta su casa. Allá dormirás. Sin restañar fui hacia mi cuarto, saqué un short y un polo. Quise despedirme de mi hermano, pedirle disculpas por las veces que le pegué. Todo el camino lloré. Mi tía me hacía caricias. Al llegar, 4 negros, recibieron a su primo con alegría. Ahorita me comen. Con más fuerza empuñaba la estampita de la virgen del tránsito. No decía ni tus ni mus. Me abracé a mi tía. Uno de sus hijos me hizo llorar. ¡No jodan al chico! gritó y se puso a cocinar. Mi silencio la conmovió. Quizá ya en ese entonces mi cara era triste. Mientras pelaba el conejo que especialmente mató para mí, hablaba sobre mamá, que como era posible que ese hombre le pegara, que me enseñara a odiar a su sangre. No le decía nada, la vi romper con sus manos ramas secas para meterlas al fogón. Mi tío se sorprendió de verme en la cocina. ¿Se va a quedar? Claro. El miedo me subió por los pies. Mi tío era un negro corpulento, de manos gruesas y de olor penetrante. Fidel, sabes que nuestro sobrino piensa que lo vamos a comer. Mi tía rió. Mi tío no. Eso me asustó mucho más. Si mi tía había matado y pelado con facilidad al conejo, mi tío lo haría ahora conmigo…bueno hay que comerlo para la cena. Mi tío, me contó después que le quiñó el ojo a mi tía, para que respondiera nada. Movió la cabeza. Mis primos llegaron. Yo no comí. Mi tío, dijo a todos que habría una cena especial. Quise suplicarles que no me comieran. Se rió al ver mi cara de susto. Quise huir. Saltar la quincha y ahogarme en la achirana. Eso era mejor que morir despedazado. Yo tenía 8 años. Lo mejor que hice fue quedarme viendo el pacae grande. Ahí supe la forma del árbol cuyos frutos mi tía nos llevaba a casa para que lo comiéramos como si fueran algodones dulces. Era realmente grande. El cielo era azul. El agua era azul. Yo era morado. Me quisieron llevar a la chacra. Les dije que no. Mi tía se quedó viéndome. Estuve viendo todo el rato el pacae. La noche llegó. En ese entonces los Molinos no tenía luz eléctrica. La mesa larga de mi tía donde entraban sus 14 negros, por razones que solo la genética puede explicar, no tuvo ninguna hija, ninguno murió en los primeros años de vida, ninguno llegó a ser médico ni ingeniero, como me pedía mi tía que fuera, porque yo tenía la suerte de ir al colegio. No pude ver sus caras. Los lamparines no eran muchos. Veía sus risas. Mi tía se preocupó. No quise comer otra vez…Mi tío, les dijo a todos que esta noche me comerían. Todos se callaron. Estalló la risa, pepo se atragantó. Fefo, el menor me miró asombrado. ¡A su primo les han dicho que en esta casa se comen a los niños!...Pedro, le increpó mi tía…Carajo mujer, estoy bromeando. Mi tío, que no era cariñoso ni con sus hijos, me agarró la cabeza. ¡Acá nadie come a nadie! Luego soltó una carcajada. Cenaron hablando sobre cosas del campo. Yo veía el fuego de los lamparines temblar haciendo eco de mis piernas. La noche sería larga, oscura, con muchas aves pasando por encima del techo de barro y carrizo. Si no me habían comido en la cena, seguía pensando, lo harían en el desayuno. Mi tía vino a hacerme dormir. Me habló de mi abuela, la “chola” que tuvo al igual que ella 14 partos ininterrumpidos, algunos murieron, algunos salieron blancos, la mayoría como tú hijito, trigueños, con todo el sol acumulándose en la piel…mi tía se fue, sus pasos se derrumbaron, la noche pasó como un pájaro, ni el cuco que según mi padrastro, era negro, vino a mi cama. Soñé que era negro, un hijo más de mi tía. Desperté, abriendo mi corazón al día, mi tía curtía el desayuno con su sudor, la acompañé donde una amiga, orgullosamente me llevaba de la mano, probablemente sabía que necesitaba cariño y me lo dio a raudales. Me quedé tres días en su casa. Me acostumbré rápidamente a su cariño. Con pesar volví a la rutina de ver mi madre pelear con mi padrastro. Con ansias cada vez que la puerta daba ruidos, salía a ver si era mi tía. Mis primos en cada santo que íbamos a los molinos hacían que yo dijera “que iban a comerme”. Todos reían recordando al niño de 8 años que aprendió con ellos que el alma tenía el color de mi tía. Fui a todos los santos donde lloraba porque sus 16 negros le cantaban “happy verde” al unísono, fui al entierro de mi tío al que mi tía recordó siempre con la canción de Lucha Reyes que le dedicó cuando llevaba comida a mi abuelo en la hacienda de los Malatesta, vi inundar su corazón de pena y desbordarse como el río que esa vez se llevó todos sus animales, incluido el majo, “perro de miera, parece tu marido, ah perdón, yo soy tu marido” decía mi tío, vi entristecer su cabello, como el mío, ahora que su recuerdo sale a saludarme, como lo hacía con gozo, matando sus mejores animales que en mi estómago la lloran.



César Panduro, dirige la Biblioteca Abraham Valdelomar de Huacachina.



miércoles, 19 de marzo de 2014

María.....libro de Jesús Miguel Díaz Becerra

En el Ministerio de Cultura ( Ica - 2,011)
     
Jesús Miguel Díaz Becerra, nos sorprende nuevamente, en esta oportunidad nos presenta el libro "María". Han transcurrido tres años a la fecha, en aquella oportunidad nos regaló sus primeros versos en una plaqueta titulada "OTOÑO EN EL ALMA", sin duda la maestra vida va poniendo lo suyo, ya que, Miguel va esculpiendo paso a paso su palabra con versos llenos de reflexión y rebeldía. Aún mantiene la ternura y delicadeza hacia la mujer amada, sin dejar de incluir elementos naturales como el mar, las nubes y el aire. Recordemos uno de sus primeros versos: 

                                         "Ángel tú eres......
                                          Linda......porque tienes los ojos como las nubes
                                          y el pelo como los mares.
                                          Gema....o tal vez rubíes, por tus labios,
                                          que me hacen las noches más largas y los días más bellos.
                                          Incomparable.....por la sonrisa clavada en tu rostro.
                                          Zarcillo........porque te llevo siempre conmigo,
                                          y eres como parte mía.


"Un poeta debe tener una gran cultura" escuche decir en una oportunidad al vate César Panduro, al leer su nueva producción veo que Miguel escribe cada vez mejor, convencido de lo que escribe y con la convicción de que su palabra será escuchada. Estoy seguro que así será, ya que estamos hablando de un jovencito de 16 años. No es casual que utilice elementos de la mitología griega como: Gea,  Caos y Eros, habitantes del Olimpo que nos permite transitar en las páginas de MARÍA "Desde el desorden a la armonía de la Paz"

La presentación la realiza el colega Teodoro E. Canales Romero, docente que actualmente tiene el privilegio de tenerlo como alumno: "Es agudo observador y buen lector que ha hecho de él el maná de cristalinos versos, que nutren, alivian, exaltan, incitan y honran seres; encumbra a la naturaleza, como también vilipendia acciones indolentes de hombres en contra de los animales. María es un fresco libro de poemas escritos por Jesús Miguel. Está dividido en cinco secciones: Poemas de amor, Poemas al amor no correspondido, Poemas de lucha y reflexión, Poemas a la tristeza y Especiales, que dejan testimonio de lo que cree, vive, ve y piensa un versátil poeta". Quiero compartir con ustedes un poema, de la sección Especiales.                                            

                                                                   LIRA


                                         Soy amor en Bécquer y melancolía en Vallejo;
                                         altruismo en Cervantes y pasión en Shakespeare;
                                         realidad en Flaubert y patriotismo en Arguedas.

                                         Soy cada letra y cada palabra; cada oración y cada
                                                  párrafo; cada prosa y cada verso
                                             Soy un grito silencioso y un estrepitoso
                                                                     himno.

                                          Soy pequeño pero mi voz es grande; soy
                                             inmenso pero mi mensaje sólo es uno.

                                          Soy luz en la oscuridad y calor en el frío.
                                                  Soy sentimiento y lucha
                                           
                                                                Soy :....poesía.

                                         

jueves, 27 de febrero de 2014

MANUEL SCORZA


LA EPOPEYA CAMPESINA

Estamos seguros que -  junto a Juan Gonzalo Rosé y Alejandro Rumualdo - Scorza representa esa inmortal voz que canta a la verdad de un compromiso inquebrantable:
"Yo respondo:
por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un
muro de olas negras.
¿Iba a ser la Poesía
una solitaria columna de rocío?
Tenía que ser un relámpago
perpetuo"

Universitario, exiliado y militante
Manuel Scorza nació en Lima el 9 de septiembre de 1928. Luego de vivir en Acoria, Huancavelica, por algunos años, regresó para terminar su educación elemental en el Colegio Militar Leoncio Prado. En 1945 ingresa a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a la Facultad de Letras, y es ahí donde inicia su actividad y compromiso político. El joven sanmarquino se identificó rápidamente con la lucha anti-imperialista y anti-oligárquica adhiriéndose inicialmente al Apra, lo que le valió el destierro luego que el presidente José Luis Bustamante decretara ilegal dicho partido.
Durante esos años tomó conciencia de la farsa política que resultó el Apra, cuando el anti- socialista Haya de la Torre dijera en la revista Life:"Creo que la democracia y el capitalismo brindan la solución más segura a los problemas mundiales, a pesar de que el capitalismo todavía tiene sus fallas". En una misiva de respuesta, titulada Good Bye Mister Haya, publicada el 7 de junio de 1954, en el diario Mexicano "El Popular", Scorza deslinda definitivamente: "Esto significa la liquidación ideológica del aprismo, significa que el aprismo seguirá la política de colaboración entreguista con el imperialismo norteamericano - ¿cuál otro nos amenaza más directamente? - que llevó al partido a la derrota de 1948. Las incógnitas han quedado, pues, aclaradas: ha caído el telón sobre el aprismo."
De vuelta a casa
En 1956, la dictadura de Odria ha quedado atrás y Manuel Scorza vuelve al Perú. Ese mismo año su poemario Las Imprecaciones obtiene el Premio Nacional de Poesía. Las Imprecaciones evidencia la cruda realidad del exilio en México, años que lo dejaron marcado de por vida. Esta convicción revolucionaria se expresa en poemas llenos de indignación, tristeza, furia y afirmación de esperanza en la lucha indigena, obrera y popular de América Latina.
Su compromiso de creación y difusión de la cultura popular, lo lleva a iniciar una etapa de grandes esfuerzos para poner al alcance de los sectores populares los "populibros", experiencia que se repite en países como Colombia, Venezuela y Cuba, con el mismo éxito.
La epopeya campesina
Para inicios de los 60' Scorza forma parte del movimiento comunal del Perú, grupo político activo en defensa de los derechos del campesinado indígena, tomando parte en la lucha campesina. Sin lugar a dudas Scorza no sólo narra en sus novelas la lucha campesina sino que también se une a ella, cuando en los andes del sur se constituyen ligas agrarias y en los andes centrales los campesinos se enfrentan  a la campañía minera norteamericana Cerro de Pasco Coopper Corporation. La gran novedad es la asombrosa capacidad que poseen para la organización. Manuel recorre los andes centrales observando y participando; de vuelta en Lima, redacta y publica manifiestos de denuncia.
En esos años compone el Cantar de Túpac Amaru, un poema épico que nunca llegará a ser publicado íntegramente y del que su autor no queda totalmente safisfecho: "No estoy seguro de haber logrado dar la auténtica dimensión de Túpac Amaru".
Llamó Los Cantares a cada una de las novelas que componen La guerra silenciosa, donde narra el origen y desarrollo de la lucha campesina desde la migración masiva andina, que se aceleró durante el régimen de Odría hacía 1950, así como las rebeliones de las comunidades campesinas de la sierra central en su intento por recuperar las tierras usurpadas. La llama "Silenciosa", ya que, se trata de la guerra que libran las comunidades herederas de las culturas indígenas, sin que sus voces hayan sido escuchadas ni sus acciones escritas por la historia oficial del Perú. Empiezan los cantares con Redoble por Rancas en 1970, continuándole Historia de Garabombo el Invisible en 1972, El jinete insomne en 1977 y La tumba del relámpago, serie de novelas traducidas en más de 40 idiomas, lo que hace de Scorza uno de los escritores más traducidos a nivel mundial.
Manuel Scorza junto a Héctor Chacón, personaje de Redoble por Rancas"

La presencia de Manuel
En 1968 Scorza fue nuevamente obligado a dejar nuestro país, producto del papel activo que mantuvo en las luchas campesinas. Llegó a París donde publica la colección de poemas El vals de los Reptiles (México) y la novela Redoble por Rancas (Barcelona), ambas en 1970. A fines de los 70, luego de que la ola de paros nacionales obliguen al dictador Morales Bermúdez a convocar a elecciones para la Asamblea Constituyente, Scorza forma parte del Frente Obrero Campesino Estudiantil Popular (FOCEP) liderado por Genaro Ledesma, personaje central de su quinta novela: La tumba del relámpago.
Manuel Scorza vivió, al decir de César Calvo, escribiendo y combatiendo; murió fisicamente en un fatídico accidente aéreo el 28 de noviembre de 1983, a los 55 años. Desde esta tribuna le rendimos homenaje porque su presencia sigue en las nuevas generaciones que luchan por una patria digna y soberana, sigue en las luchas indígenas, obreras y populares de la actualidad. La huella de Manuel no se borrará nunca.

                                                    Por: Dante Castro

Incasito

                                                      

(MITO SONCONCHINO.)


Incasito hijo del sol y de la luna, vivía alegre en el lugar de Machoorcco. En el inicio de los tiempos las aguas del Océano Pacifico llegaban hasta el lugar Carmen Alto. Al niño Incasito , más travieso que los zorros, le gustaban jugar con los animales marinos, los llamaba a la orilla, los tomaba de la nariz y subían a la parte plana del cerro. Allí se divertían por las  mañanas, un día con la foca, la tortuga, otro día con los pececitos y así hasta coger al delfín antiguo mixto (mitad reptil, mitad pez). Por las tardes le gustaba pasearse en el lomo de un cóndor, también jugar en pleno vuelo con el terodáctilo divisando la inmensidad del mar, maravillado con la obra de sus padres. El niño se hizo hombre, y su corazón palpito enamorado. Divisaba sus cachetes rojos retratados en el mar y suspiraba por una mujer llamada Ocaña.
 La  madre la luna estuvo de acuerdo con la relación, la diosa del occidente correspondía al muchacho; él que llego a molestarse por la perturbación de la mente de su pequeño fue el sol. Sin dar explicación como aplicando un castigo directo al joven, quien amaba la naturaleza sobre todo a sus hijos anfibios. Empezó a calentar con tal intensidad, dando lugar al retiro de las aguas hasta la costa actual. Incasito sudoroso y con la ayuda  del  kuntur. Tomaba a sus hijos anfibios y los transportaba hasta el lugar Quesera, lugar donde hoy se encuentran petrificados.





martes, 11 de febrero de 2014

Segunda edición de la Novela "Una Rosa junto a mi pie"



Es la juventud de Lenin, él queda rengo al no ser vacunado contra la polio, sus amigos lo llamaban el inmortal "porque nunca iba a estirar la pata". Al comenzar la historia Lenin es despreciado por Blanquita, muchacha que lo hiere diciéndole: "con pisahuecos no voy a ningún lado", se refugia en un jardín gracias a las lecturas obtenidas en la biblioteca de su colegio, donde era atendido por un manco "era su equilibrio ideal", llegó a tener excelentes calificaciones en Botánica, Biología y Ecología.
Al terminar la secundaria postula a la UNICA, ingresando a Literatura, su condición económica lo pone en dificultades. Es en la Universidad donde reflexiona sobre la sociedad Iqueña, la vida del estudiante en Educación Superior, sus docentes, desilusiones. Decepcionado de las clases, se dirige a la biblioteca, ya que, en el Colegio había sido el mejor lugar donde aprender.

Conoce a Rosita, Estrella de agua, Piel de uva, Claro de Laguna,Corazón de cristal. Ella perdió las dos piernas en un accidente automovilístico, mujer con gran capacidad de organización, funda la Asociación de personas con habilidades diferentes. Lenin la conoce y lo invita a sumarse a un gran proyecto laboral, muchos de ellos llegan a trabajar vendiendo gaseosas, periódicos, en los Kioskos ubicados en las esquinas más concurridas de la ciudad. Sus ingresos económicos hacen que sus propias familias no los siguieran considerando inválidos. El encuentro de ambos protagonistas (Lenin y Rosita) los lleva al parnaso, ella poco a poco le fue abriendo su corazón y él dejó de ir a la Universidad y la biblioteca. Rosita soñaba con ver la ciudad desde la cumbre del Saraja.

Lenin retorna a sus estudios al recordar que su amigo Don Justo, habia hecho un sacrificio al pagarle el examen de admisión. Llega al examen de Creación Literaria. La evaluación consistia en escribir tres cuentos. Aquí César Panduro muestra su original Técnica, la forma como presenta las tres historias es innovadora. Una a una las presenta. La primera ¡ eso no es poesía!. Donde nos recuerda la picardia del narrador Latinoamericano, a lo Gabo presenta al poeta Peter (Aliaga) y su poema "cuarentaicinco centimetros". La segunda "El escritor Pisqueño es Iqueño", en el cuento nos hace recordar las clases de muchos de nuestros "Catedráticos" en la UNICA, el docente de la clase se había ensañado con el más grande escritor Iqueño, encontrando la firme y bien argumentada respuesta del alumno Muñoz. La China es el tercer relato. Empieza con una sentencia "Aquí la historia de las mujeres se repite", al salir embarazada Maraví "se le olvido que las chicas de casa no deben ir a los hoteles a escondidas y porque al Peque no le enseñaron en la escuela que tirar sin preservativo embaraza". Culminando al igual que Vallejo "Cuánto dinero cuesta ser pobre", César Panduro dice:"Cara es la vida que nos toca vivir", refiriéndose al futuro de la pareja.
Ica, vista desde el Saraja.

Lenin con la ayuda de Don Justo y el bibliotecario de la Universidad "El hombre de los lentes negros", logra que Rosita cumpla su sueño, divisar la ciudad desde el Saraja "La ciudad era más ancha y menos verde". La descripción que va haciendo de los lugares o calles, dan la impresión que fueran hechas con pincel. Una de las descripciones,la de la Iglesia de San Juan de Dios y sus bancas de cemento vacías y frías, es hermosa, lo mismo ocurre con todos los demás lugares, donde los detalles de cada sitio están hechos con poesía. Me detendré a transcribir esto:"La locura de regar más de lo que Natura permite, hizo que algunos hacendados, "dueños" de extensas áreas de tierra contiguas a los ojos de aguas, le metieron a sus cuerpos motobombas, succionando el encanto". Así secaron la Huega, Saraja, La Victoria.... Sí las secó la codicia y la falta de amor por el futuro.

Ahora nuestro Presidente OLLANTA  dice: "El subsuelo es de todos los peruanos", refiriéndose a las lagunas de Conga.Yo me pregunto ¿ En Ica quiénes hacen uso del subsuelo?... - del agua- ..unos pocos verdad.
La novela de César Panduro Astorga, es un homenaje a Ica, también al Guayabo (San Joaquin)y a Pessoa. Poeta Portugués, de gran influencia en los trabajos artísticos del Vate Iqueño.

lunes, 10 de febrero de 2014

La Villa de Vicencio


VILLAVICENCIO



La villa de Vicencio se ubica en un cerro muy cerca al anexo Chavincha, a escasos minutos del pueblo de Otoca, en línea recta, se camina diez minutos y descendiendo hasta llegar al río diez más.
El señor Vicencio dentro del cerro PUKAORCCO, habitaba solo, los comuneros decían:
-          ¡Se ha casado con la gringa¡
Los utensilios y todo lo que adornaba su vivienda eran de oro y plata, ni que decir de sus bridas, su cabello brillaba a la distancia cuando el descendía al pueblo.
En Otoca hasta hoy se explota oro. En aquel tiempo en que Don Vicencio era amo y señor, los comuneros tenían que pedirle permiso por si algo tenían que realizar, ningún acto empezaba sin su presencia, mandaba a todos, hasta al cura.
El cura Edmundo en la Semana Santa, se olvido de pedirle permiso y señalar la hora de la misa, el dueño de los cerros llegó cuando la misa había empezado, entró con su caballo a la iglesia, los feligreses se apegaron a la pared, el caballo relinchaba, todos empezaron a gritar. El cura levantó la Biblia implorando al cielo, sus ojos y cuerpo temblaban al pedir misericordia.
El viejo, como lo conocían todos al señor del caballo alazán, disparó hacia el cura, pero la bala no le impactó, llegando a dañar el brazo de la Patrona del pueblo Santa Rosa, de la santa brotó sangre púrpura. El caballo giró, dio la media vuelta, el camino a Chavincha era una polvareda, sus pasos tronaban como relámpago de lluvia. En la iglesia, la gente se inició una oración, algunos se acercaban al altar a tocar el brazo dañado.
- ¡es un milagro¡ decían.
Al llegar a su lujosa Villa, que él y nadie mas conocía, comenzó a recorrerla a todo galope, el cerro sonaba, se oían algunos disparos en su interior. 
Días después la gente se preguntaba:
- ¿Qué pasó con el patrón?

Al cabo de dos meses, lo vieron con un caminar cansado, sin caballo, con el saco hecho hilachas, lleno de piojos, liendres, camino a Capilla(1) lugar donde llegó a expirar.

  1. Capilla es un anexo del Distrito Santa Rosa de Otoca, los lugareños afirman que se llamó así, porque fue la tumba del Señor Villavicencio.


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  Ya está establecido que todos los pueblos de la costa peruana son milenarios, aquí se establecieron los primeros peruanos, antes que Los I...